Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Sin ti

Índice

Sonetos:
Contraste ¿Qué será? Al menos Soledad Sombra muerta I - Voz del más allá II - Gipsy recibe a Lusy III - El tránsito
Poemas:
Aurora Deseo Luna Los cuatro elementos
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Breverías

367
¿Cómo puede correr indiferente el agua en que te encuentras sumergida? Si yo fuera este río, mi corriente se detendría indefinidamente, permaneciendo junto a tí dormida.

368
Alza tu falda juguetón el viento con sus mil dedos de invisible amante acariciando el vientre con su aliento, y pintando de rojo tu semblante, pero no te defiendes de su intento, tan atrevido como estimulante. Si el camino del viento yo siguiera, cómo te haría mía a mi manera.

369
Han clavado las estrellas en lugares tan lejanos que no me alcanzan las manos, y he de quedarme sin ellas. Y a pesar de mis empeños por conquistar su sonrisa, se me perderá en la brisa como tantos otros sueños.

370
Tengo celos de la tierra cuando en ella te reclinas, cuando sobre ella caminas, cuando tu mano la encierra. Porque quiero en mí tenerte, y dentro de mí llevarte, sin que nadie tenga parte de tí misma, ni aún la muerte.

371
Un unicornio azul montas desnuda, con los brazos en alto a la carrera, ondula en libertad tu cabellera, tiembla en los senos melodía muda: La canción de un vaivén imperceptible que no escucha el oído, mas la vista, y nadie hay que a tu paso se resista a vestirte de un beso inextinguible.

372
Lo que me dijo no te lo diré; y lo que me hizo nunca te lo haré. Ya no eres mía, aunque quizá aún me quieres; ella es mi amante ya, tú ya no lo eres. Tú serás un ayer, ella es un hoy, contigo fui, pero con ella soy.

373
Qué creador tan singular has sido, haciéndome brotar de tus ideas: Salí de tí, y tú habrás conseguido en mí adentrarte cuando me poseas.

374
Tu beso ha recorrido mis sentidos, serpiente de calor y de humedades, vertiendo su veneno en mis oídos, indagando en el vientre oscuridades, ya en juegos silenciosos y prohibidos, ya bordeando en las frivolidades; y de la rigidez a lo flexible, no halló lugar que fuera inaccesible.

375
Eras roca, pura roca, dura superficie hiriente, y yo cincelé tu frente, y tus ojos, y tu boca. La mano que ahora te toca ya no recibe una herida, porque al darte yo la vida he limado la aspereza, surgiendo la gentileza en tu interior escondida.

Sonetos

156 - Contraste
Vengo hacia tí con ímpetu salvaje, dejando al paso destrucción y ruinas; me adorno de amarguras y de espinas en la desolación de mi paisaje. Ni hay sobresalto ni temor de ultraje en tus ojos serenos, y caminas con la frescura de aguas cristalinas, y un manto de aire es tu único ropaje. Lanzo a tu suavidad mis desenfrenos, y me calma la ofrenda de tus senos, que de repente me hacen agresor. Y me amansas, me incitas, me rebelas, me acaricias, me clavas las espuelas, dulce mujer de impulso arrollador.
Los Angeles, 16 de febrero de 1999
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157 - ¿Qué será?
Esta necesidad desesperada de reventar el alma en primaveras; esta germinación de sementeras declinando en cosecha malograda; esta imaginación atormentada por las sombras del miedo, y las quimeras de sueños fracasados, de barreras en torno a una esperanza mutilada; esta explosión del cuerpo reprimida, esta tendencia indómita escondida, este afán de llorar más que reir… Unos dirán que es signo de locura, otros que arrastro intensa desventura; yo, que es amor. ¿Qué más puedo decir?
Los Angeles, 17 de febrero de 1999
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158 - Al menos
No he venido al azar, vengo a buscarte, mas no me interpondré entre tí y tu esposa; sólo un momento, al deshojar mi rosa, querré de su regazo arrebatarte. Condenada la mente está a pensarte, y el corazón sin tí jamás reposa; y esta carne febril, voluptuosa, se ha de morir si no logro abrazarte. No he de desarraigarte de tu estado, que es una vida entera que te ha dado, y para tí no soy más que un suceso. Toda una oferta soy, dame una noche, que al alba partiré sin un reproche; mas si esto es mucho, al menos dame un beso.
Los Angeles, 18 de febrero de 1999
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159 - Soledad
Aprisionado estoy, y apenas vivo bajo muda campana de cristal, limitado a mi mundo irracional, aparte de otro mundo insensitivo. De mi imaginación soy el cautivo, aguardando tan sólo tu señal, pero tan pronto llegas a mi umbral, tu pie se hace ligero y fugitivo. Ven, rompe esta barrera a martillazos, déjame refugiarme entre tus brazos y desvanéceme la soledad. Que no quiero vivir de esta manera; dame tu intimidad de compañera, y la encadenaré a mi intimidad..
Los Angeles, 19 de febrero de 1999
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160 - Sombra muerta
Mi sombra ya no puede acompañarme. Fue tan fiel, sigilosa y persistente, que ni el tropel confuso de la gente jamás de ella logró desvincularme. Cómo me ha sorprendido al levantarme verla a mis pies inmóvil...De repente, filtrándose en el suelo, se hizo ausente, último amor que logra abandonarme. La oscuridad cayó sobre mi vida, y mi sombra, sin luz, se vió perdida, sombra en la sombra del anochecer. Quizá recobraré esta dulce amiga en un albor lejano, en que consiga el destello de amor de otra mujer.
Los Angeles, 7 de marzo de 1999
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161 - I - Voz del más allá
“Lusy”, perrita de 15 años, dormida para siempre
Abre a la luz los ojos, y encadena las lágrimas vertidas a raudales, que he alcanzado los campos siderales libres de adversidad, fatiga y pena. Nada en mi nueva juventud me frena, porque aquí somos todos inmortales, sin las limitaciones y los males a que la vida en tierra nos condena. Fue contigo magnífica mi vida; tanto te amé, aún más en la partida, que no has de lamentar tu decisión. Sentí tu mano en mi último momento, tu suspiro mezclado con mi aliento; y al partir, me llevé tu corazón.
Los Angeles, 6 de marzo de 1999
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162 - II - Gipsy recibe a Lusy
He atravesado a nado el manso río que marca de la vida la frontera, y al punto de pisar la otra ribera mi cuerpo ha recobrado nuevo brío. Sobre la fresca hierba y el rocío se respira perenne primavera, y una recién hallada compañera trota incesantemente al lado mío. Gipsy durmió el postrero de los sueños hace tres años ya, pero en sus dueños no se han cerrado aún las cicatrices. No nos lloréis, que no nos hemos ido. Siempre en la noche oiréis nuestro ladrido, y sabréis que las dos somos felices.
Los Angeles, 8 de marzo de 1999
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163 - III - El tránsito
Loles
¡Cómo fueron los años triturando a duros martillazos su energía! Y cómo me negué día tras día a aceptar el final que iba llegando. En sus ojos la luz se fue enturbiando en neblina de gris melancolía, y otra neblina en la mirada mía desenlazada en lágrimas rodando. Se fue serenamente, sin temores, y una aglomeración de ruiseñores la transportó a un palacio inmaterial; y desde allí me observa cariñosa, tras la cristalería luminosa de un mágico y etéreo ventanal.
Los Angeles, 11 de marzo de 1999

Poemas

Aurora
Durmió sobre la cumbre, sin testigo, bajo un manto lunar de luz serena, y el fresco de la noche, dulce amigo, rondó su desnudez sobre la arena. Y antes de amanecer se alzó del sueño para ofrecer su piel al sol naciente, que el primer rayo descolgó risueño dándola un beso idílico en la frente. Y recogió la sombra de los montes, replegándola en valles y barrancas, deslizando sobre los horizontes una caricia de sus manos blancas. Brilló la nueva luz en su cadera, resplandeció en los muslos de alabastro, se fue haciendo su forma más ligera, y desapareció sin dejar rastro.
Los Angeles, 17 de febrero de 1999
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Deseo
Flamear de ondulada cabellera izando la cabeza en roja nube; una marea de calor te sube bajo la piel de lirio viajera. Cierras los ojos y le ves al lado; abres los ojos y le ves ausente; y decides cerrarlos nuevamente, y abandonarte entera a su cuidado. La palma de una mano ilimitada tiembla sobre tus senos extendida, y un árbol de raíz estremecida en tu interior propaga su enramada. En el vientre, en los brazos, en el cuello, un despertar de frutos suculentos desata el hambre de los sentimientos, en confuso y erótico atropello. Seca la boca, ahogada del gemido, es incapaz de pronunciar su nombre; ni voz ni rostro tiene, es sólo un hombre, sólo una sombra en un placer prohibido. Cómo te resquebrajas del deseo, en soledad, sin recibir ayuda; ofrenda de mujer, toda desnuda, Julieta solitaria, sin Romeo.
Los Angeles, 23 de febrero de 1999
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Luna
-Ven, cazadora de estrellas, sobre mi sueño despierto, susurrando melodías de manantiales y vientos, desplegando alas de sombra con plumas de hondo silencio. Entreteje una guirnalda íntima de pensamientos y cíñela como un manto alrededor de mi cuerpo. Ven en la noche discreta cuando duermen los espejos, que no quiero que te miren, ni te multipliquen ellos... Rueda el disco de la luna salpicando los almendros de caricias luminosas, empalideciendo el cielo. -Ven hacia mí, cazadora de los bosques de misterio donde trepidan las sombras sin rumores y sin ecos. Con mis párpados vestidos en oscuridad te espero, temblando bajo la piel el alma de terciopelo. Dispara rayos de plata con suavidades de beso, que hay un haz inagotable en tu aljaba prisionero. Luna atrevida y coqueta, de largos tibios cabellos, peinados entre las ramas y entre las ramas dispersos. Llueve en mi penumbra, roza sobre mi carne tus dedos, vísteme de luz, y cubre esta desnudez que tengo. Quédate conmigo, luna, que se ha nublado el sendero, y se traban mis tobillos en la serpiente del miedo. La luna me dio la mano, ya no me importa estar ciego.
Los Angeles, 24 de febrero de 1999
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Los cuatro elementos
Si tú fueras agua, yo quisiera ser la copa de plata que te abrazaría; o en tus humedades me sumergiría, íntima, adaptable, profunda mujer. Si tú fueras tierra, yo sería el pie descalzo y ligero que no te oprimiera; y en tu surco haría ardiente sementera que me diera un día lo que en tí sembré. Si tú fueras aire, yo seré la rama bajo tu caricia temblando en mis hojas, y si en recio soplo de ellas me despojas, verás que mi abrazo desnudo te llama. Y si fueras fuego, yo he de ser el leño que tus lenguas lamen, que tu ardor calcina, y si mi ceniza el viento arremolina en él dormiré el definitivo sueño.
Los Angeles, 3 de marzo de 1999
Diseño: Carmen Álvarez
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