Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Solo una idea

Índice

Sonetos:
Sonia a los cuatro años Hotel San Gregorio Dentro Sin mirar hacia atrás ¿A qué esperas? Mar y luna Dos palmos en la tierra Enredada Lunes
Poemas:
A la alborada Frío Jardinero
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Breverías

1124
Eres espejo que en la noche duerme, sin luz, sin movimientos, sin colores; nada reflejas ya, no podrás verme, ni te veré cuando en silencio llores.

1125
Ya me dejó el invierno; entre los dedos me germina una nueva primavera; dentro de mí sazona el alma, y fuera se descomponen los antiguos miedos.

1126
El fugitivo es el soldado cuerdo que volverá a luchar; hay que evadirse a veces del recuerdo, para volver a amar.

1127
Pensé que amé; y amé tal vez, aun cuando mi amor no fue una calle de ida y vuelta; hoy alguien va a mi lado caminando, sonrisa al aire, cabellera suelta; amor que viene y va, tomando y dando, de actitud tan sutil como resuelta. Amor es calle de ambas direcciones, dos amantes, idénticas acciones.

1128
Hay un orden en mí, vacío, helado, ruptura que se niega a restaurarse; y un desorden espléndido, habitado por ti, por mí, que no quiere ordenarse.

1129
Me queman en las manos caricias sin destino, a las que puse nombres que más tarde borré; hoy que mi huella acopla tu pie sobre el camino, y tu piel las requiere, tu nombre les daré.

1130
Se ha oscurecido el día de los ofrecimientos, de las manos abiertas, la rosa inmerecida; la tierra que invadimos no fue la prometida; hoy estalla la aurora de los atrevimientos. Se detienen los trenes del recuerdo, el navío de los sueños azules deja el atracadero; el horizonte llama, y un mágico sendero se abre sobre las aguas; queda el puerto vacío.

Sonetos

925 - Sonia a los cuatro años
Tan chiquita, y resbalas por la vida precipitada, a ritmo de torrente; nada de lago en ti, si una vez fuente, no fluyó en placidez adormecida. De risas y ajetreo entretejida a lomos de un tapiz irreverente, que sólo al verlo se alza en el ambiente pleno gozo de clara amanecida. Eres luz, cascabel y castañuela, tu voz en permanente centinela para gritar sonrisas al oído. Profuso revoltijo de alegrías desmenuzando al sol melancolías, que al punto de llegar, por ti se han ido.
Los Angeles, 2 de noviembre de 2003
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926 - Hotel San Gregorio
Siempre la oscuridad tu territorio, luz apagada, párpados caídos, pero nuestra explosión de alma y sentidos fue a miradas y luz en “San Gregorio”. Encuentro extático, aunque transitorio, trenzando un haz de júbilos prohibidos con los tentáculos entrejidos en la complicidad del dormitorio. Brota la misma rosa año tras año, y al subir nuestros pies cada peldaño, parecen reencontrar sus viejas huellas. Te quiero así; no sé si te querría teniéndote a mi lado cada día en vaivén de rutinas y querellas.
Los Angeles, 4 de noviembre de 2003
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927 - Dentro
Indago en cada rostro que aparece, y en ninguno descubro tu mirada; escucho tanta voz alborozada, y la tuya es la sola que enmudece. Sigo a la multitud, pero carece del ritmo de tu paso, va cansada; y si la brisa llega perfumada, su fresco aroma no te pertenece. Y me siento a la vera del camino. ¿Por qué será que sólo te adivino, y cuando quiero hallarte, no hay encuentros? Tal vez no existes; eres pura idea que la mente forjó, la fe moldea, y sólo tienes vida en mis adentros.
Los Angeles, 7 de noviembre de 2003
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928 - Sin mirar hacia atrás
¿Por qué este nuevo amor me reconoce derechos que yo no he reivindicado? ¿Por qué resucitar lo asesinado, para que nuevamente nos destroce? Deja que te anexione y me alboroce sin mirar hacia atrás; tan arraigado quiero tener tu nombre en mi costado, que por otro ni exulte ni solloce. Si la voz del recuerdo despertara, que grite en la tiniebla en que se ampara; neguémosle la antorcha y el oído. Piérdase su clamor en el desierto; tú conmigo estarás a cielo abierto, y escucharé tan sólo tu gemido.
Los Angeles, 9 de noviembre de 2003
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929 - ¿A qué esperas?
Otoño es una fiesta de racimos coronando a Dionisios y Bacantes, es la sensualidad de los amantes de juegos lúbricos a tenues mimos. En este otoño que tú y yo vivimos, de cíclicas vendimias fluctuantes, también las rosas tienen sus instantes, y nacen besos si lo permitimos. No es triste páramo el lugar que habitas, quizá olvidaste ya, tal vez dormitas; no amanece si no abres el balcón. Vale un otoño muchas primaveras, enrolla las persianas, ¿a qué esperas? Suenan campanas de celebración.
Los Angeles, 10 de noviembre de 2003
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930 - Mar y luna
Dos amantes retuercen filigranas sobre tu piel desnuda, ávido trío de calma, convulsión y escalofrío, con que en diáfanas noches te engalanas. La luna es placidez; en las ventanas rasguea los cristales tibio envío de su luz plateada, otro rocío como el que mudo cae por las mañanas. El mar es algarada, sacudida, incitación perpetua que convida a vaivén de vivir, riesgo de muerte. Y tú en paréntesis de mar y luna, tercera amante, que si el mar acuna, la luna sale ya sólo por verte.
Los Angeles, 10 de noviembre de 2003
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931 - Dos palmos en la tierra
He contado, hasta ayer, cada derrota, enterrado a los muertos de mi guerra, llamado a cada puerta que se cierra, bebido en cada fuente que se agota. Esta línea de vida está hoy ya rota, y nada en mí a la indignidad se aferra; señor soy de dos palmos en la tierra sobre los cuales mi existencia flota. Si alguien tal vez me invade o me atropella, sólo me robará la breve huella que en el sendero dejará mi pie. Insustancial, minúsculo trofeo, por el que no me inclino ni peleo; mas nadie volverá a usurpar mi fe.
Los Angeles, 10 de noviembre de 2003
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932 - Enredada
Mañana te veré de nuevo, amiga, en confusión de sábanas y almohadas; y en tu lúbrica piel, desordenadas, desplomarán mis manos su fatiga. En la tibia penumbra que mendiga más luz y más calor, sin retiradas, enredando en tus pies las alambradas de un amor que te incita y no te obliga. Enredada estarás, y aún así, libre, en recíproca entrega que equilibre voluntad de quedarse y de partir. Te irás cuando a la aurora te despiertes, se irá mañana sin que tú desertes, y habrá otro día y te veré venir.
Los Angeles, 13 de noviembre de 2003
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933 - Lunes
Hoy es lunes de nuevo. Perezosa llega la luz, se quejan los rumores, el corazón archiva borradores, y dormita la mente nebulosa. Hay un silencio gris; tal vez reposa en la palabra un cosmos de clamores a la espera del parto; los colores no retienen su fuerza luminosa. Todo es neutral; la vida se limita a un débil pulso, el aire no ejercita su corcel de invisibles remolinos. Se amodorran los álamos del río, y hay un extraño efecto de vacío, como si alguien borrara mis caminos.
Los Angeles, 13 de noviembre de 2003

Poemas

A la alborada
A la alborada, cuando despierto, no abro los ojos, tiendo los brazos y no te encuentro. A la alborada tiene mi cama dos soledades, una a mi lado y otra en mi almohada. A la alborada la luz entierra sus alegrías, como si el alma estuviera muerta. A la alborada todo está oscuro, todo en silencio, hasta mis ojos están de luto. A la alborada, desnudo y solo, ya no te espero, y me pregunto: ¿Cómo es tu rostro?
Los Angeles, 7 de noviembre de 2003
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Frío
Duerme el paisaje en la caricia fría de un sol sin corazón, sólo cerebro. Cuelga la nieve, muda y apretada, en los brazos en cruz de los abetos. El viento helado no me curte el rostro, me penetra la carne hasta los huesos; la piel casi no siente, sólo el alma se transforma en un témpano de hielo. Como el oso polar, entro en mi cueva, y en prolongada hibernación me duermo. Llamadme cuando el sol rejuvenezca, y despierten los ríos al deshielo; cuando tiemble, al nacer, la primavera, y recoja su látigo el invierno.
Los Angeles, 8 de noviembre de 2003
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Jardinero
Salgo al jardín. No siendo jardinero de vocación, sino de compromiso, riego el rosal, recorto los arbustos, podo la vid, atildo los caminos, de forma rutinaria, sin esfuerzo, sin entusiasmo, casi con descuido. Las flores nunca son definitivas, se quedan por un tiempo; de improviso, alguien las corta y mueren de repente, o agonizan en lento sacrificio. Pero siempre se van, nos abandonan, haciéndonos sentir envejecidos. ¿Para qué cultivarlas con esmero, si su disipación es nuestro exilio?
Los Angeles, 9 de noviembre de 2003
Diseño: Carmen Álvarez
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