Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Avanzo

Índice

Sonetos:
Quimera No sabría morirme A la espera del abrazo A la medida Huellas en la arena Avanzo Carne soy Tallada en mármol Regalos de Navidad Se ablanda la nostalgia Todo se pierde
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Breverías

1157
Fuente soy derramándose obsequiosa en busca de una sed, un brote, un vaso; si no me llegan labio, mano o rosa, qué pérdida opresiva, qué fracaso.

1158
Me han dicho que te has muerto. Lo sabía. Muerta te conocí, muerta seguiste cuando te abandoné. Sólo vivía una idea de ti que nunca fuiste, que sólo yo forjé en mi fantasía, una idea tan bella como triste. Nunca te amé, jamás te he conocido, mi amor fue un sueño, ya desvanecido.

1160
Rastreo una belleza sin desembocadura, hontanar jubiloso de diáfana corriente, belleza despojada de bruma y vestidura, en cristalina, tersa desnudez inminente, que fluya como río, como marea insista, en silencio de nubes, en suavidad de arenas, y camine en mi vida con ardor de exorcista conjurando las sombras que danzan en mis venas.

1161
Un cuchillo de fuego me abrasa la memoria, vestido voy de sangre, mi canto es mi gemido, levantan su cabeza los muertos de la historia, y envidian que yo sea, mientras ellos ya han sido. No sé si lo que vivo sea de oro o de barro, si es de agua o de vinagre la copa de que bebo, si pródigo me otorgo o amargo me desgarro, pero sé que estoy vivo, y cuanto alcanzo, pruebo.

Sonetos

1001 - Quimera
La mañana aromática revienta de luz, color, rumores y descuidos; se afina la canción de los sentidos, la del alma enmudece soñolienta. Puéblase el aire de tomillo y menta, las ovejas, esquilas y balidos, acercan la distancia, y hay ladridos leves sobre la senda polvorienta. Viento de ayer frenó en mágica brisa, todo es serenidad, duerme la prisa, casi la paz se toca con las manos. La crueldad es hoy misericordia, y enmudece la voz de la discordia... Hoy somos todos bajo el cielo hermanos.
Los Angeles, 1 de enero de 2004
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1002 - No sabría morirme
No sabría morirme si quisiera, aunque en tantos crepúsculos he muerto; no se aprende a morir, ni a cielo abierto, ni al fondo de la propia madriguera. No es hermana la muerte, es forastera que no quiere jugar al descubierto; la solitaria dársena del puerto ignora cuándo arriba la galera. Se muere en repetidas ocasiones, con justificación o sin razones, tristes nos malogramos y morimos de desencanto, falsedad, temores, y esas son de las muertes las peores, porque aún siendo cadáveres, vivimos.
Los Angeles, 1 de enero de 2004
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1003 - A la espera del abrazo
Los años a la espera del abrazo, fantasmas grises, hoy se han diluído; tan prolongado fue, tan breve ha sido... Qué consistente, inextricable lazo. Ahora, al partir de ti, me despedazo; no obstante, nunca hubiera preferido prescindir de encontrarte; he renacido, y me ofrezco a vivirte a largo plazo. Mi noche se colmó de lunas llenas, y saturaste el cauce de mis venas de explosivas burbujas de champán. Te pienso más que ayer, y más te quiero; y aunque vivo en dolor sin ti, prefiero el alma y la razón tal como están.
Los Angeles, 2 de enero de 2004
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1004 - A la medida
Mereces un amor a la medida, no el amor fabricado por sistema, llama pintada al óleo, que no quema, palabra insustancial, por repetida. Te señaló mi dedo, y elegida fuiste sin pretensión ni estratagema; has sido tú, tú sola, sin dilema, y al abrazo mi oferta te convida. No habrá copias de códices extraños que perdieron su brillo con los años, serás íntimamente original. Nadie en mi amor distinguirá elementos ya dispersados a los cuatro vientos, tú a la medida, el resto, marginal.
Los Angeles, 2 de enero de 2004
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1005 - Huellas en la arena
No vuelvas a la playa; el oleaje ha trepado, reptil, en nuestra ausencia, disolviendo la frágil evidencia de dos filas de huellas. No hay mensaje más vivo y más caduco que el lenguaje de los pies en la arena; su elocuencia de grito o de murmullo la silencia brochazo verdiazul en el paisaje. Rastro de dos amantes, travesía que entre principio y fin pretendería forjar continuidad sin desenlace. Y un elemento débil, insistente, palma de agua y espuma, de repente, a mansos manotazos lo deshace.
Los Angeles, 2 de enero de 2004
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1006 - Avanzo
En descuido de labios y cinturas avanzo, y al pasar, cada ventana se entreabre sigilosa. La mañana tiene sabor a treguas y rupturas. Flota al aire perfil de ligaduras que ha cercenado el tiempo, o la desgana; la sola trabazón que hoy me engalana es un afán de espléndidas locuras. Cuantos ojos detrás de mí se apiñan, siguen mi recorrido, me escudriñan con la investigación de la sospecha. Indiferente a hipótesis e intriga, a brisa tenue o ráfaga enemiga, seguiré hacia el futuro que me acecha.
Los Angeles, 2 de enero de 2004
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1007 - Carne soy
Carne soy para el hambre de la fiera, desgarrada, mordida estoy, sangrante, no sé morir y arrastro agonizante vida en fardos que nadie me aligera. Aspiré, siempre ilusa y a la espera, a surtidores de agua refrescante, sólo hallando mi copa rebosante del fango que la sed no me atempera. Ni ato mis manos ni mis pies detengo, reparto mis caricias, voy y vengo por campo virgen o trillada senda. Libre soy, o me creo. Cuántas veces el cáliz he bebido hasta las heces, y cuántas más actualicé la ofrenda.
Los Angeles, 4 de enero de 2004
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1008 - Tallada en mármol
Tu palabra de amor tallada queda en memoria de mármol; no habrá río desbordante de amnesia ni de hastío que logre desleírla; ni vereda en los campos del alma que no acceda a su mojón, directa o en desvío; por su destello en rededor me guío, fanal que la tiniebla desenreda. En recelo de ti, cuando en andrajos salga mi fe a la calle, y cabizbajos desfilen esperanza y regocijo, me gritará ese mármol en voz muda tu palabra de ayer, huirá la duda, y nuevo una vez más, te reelijo.
Los Angeles, 4 de enero de 2004
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1009 - Regalos de Navidad
Duele esta navidad mercantilista; tanto obsequiado, tanto recibido, vaga el amor confuso, revestido de ruin disfraz y máscara egoísta. No es el amor que nos llenó la vista, frágil, desnudo, trémulo, atrevido, que se arrulla entre júbilo y gemido, nuestra derrota y triunfo, su conquista. Es un amor de carnaval, fachada, beso superficial, sonrisa helada, regido por la forma, el interés. Se nos marcan festejos y costumbres, y vamos en olor de muchedumbres con la misma rutina cada mes.
Los Angeles, 7 de enero de 2004
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1010 - Se ablanda la nostalgia
Se ablanda la nostalgia. Mi partida parece hoy, más que un acto inevitable, paso en falso, dictamen revocable, ley que en su umbral debió ser abolida. Pero esa es la nostalgia, sacudida por aires de naufragio; ignora el sable tajador de esperanzas, e implacable mazo brutal que la razón no olvida. Se ablanda la nostalgia, y se endurece la voluntad, y al fin se desvanece el blando intento de mirar atrás. Se me duerme el recuerdo en cenotafio de repudio y olvido, y su epitafio repite más el nunca que el quizás.
Los Angeles, 7 de enero de 2004
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1011 - Todo se pierde
Se despoja de ti la noche fría por hallar tu calor inadecuado; no hay en tu corazón acorazado ni luz, ni suavidad, ni melodía. El calor de tu piel no es compañía, aunque los dedos bailen su teclado; recibirá el hambriento su bocado, carne en hartazgo y alma en apatía. De festín en festín, te deja impresa ligera huella cada sobremesa, una imagen sin peso en la memoria. Habrá quien te haya amado y te recuerde, pero dentro de ti todo se pierde, ir y venir de puerta giratoria.
Los Angeles, 7 de enero de 2004
Diseño: Carmen Álvarez
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