Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Una mujer

Índice

Sonetos:
Quizá regrese A la deriva Es mi vida Una mujer ¿Cómo la pude amar? Expectativa En orfandad perdidas Cuando
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Breverías

1881
Hoy regresas a mí, tan añorada, y no encuentro palabras que decirte. Amante fuiste, amiga, camarada, y sólo quedó un tú lejano al irte; un tú, si tibio aún sobre la almohada, que ni consiente hablarte ni escribirte. Se me hundió a tu partida cada idea, y ya mi lengua sólo balbucea.

1882
¿Me miras como ayer? No, ya no miras con ojos de sonrisas envolventes, de lanzadas de luz, porque retiras tus labios secos de las viejas fuentes, porque es ajeno el aire que respiras, y hormigueas en ásperos ambientes. Hoy tu mirada es neutra, desalada; cuánto me dijo ayer, y hoy casi nada.

1883
No sé si un día despertar quisiera cuanto en ti se durmió; ni si mi voz de “Lázaro, sal fuera” reviviría lo que ya murió. Tal vez te miraría con la duda de si tu voz es íntima y directa; y tal vez viéndote otra vez desnuda hallaras mi actitud más bien correcta.

1884
¿Qué haré de tus palabras, que hoy intentan adentrarse en mi oído ataviadas de túnicas arcaicas? No vi disfraz entonces. ¿Representan lo que son en verdad bajo el vestido, o son tan sólo fórmulas prosaicas?

1885
El retrato enmarcado del amante cayó de bruces sobre el guardarropa, bajo el ágil impulso de su mano, como incapacitando al vigilante. Provocativa me ofreció una copa; me hizo el amor…, y me sentí lejano.

Sonetos

1875 - Quizá regrese
¿Sabes que ya no canto, que la casa duerme en silencio o pálida agoniza? Esta casa glacial, tan quebradiza como una copa de cristal. Fracasa la luz en sus ventanas, ya no hay brasa caldeando el hogar, sólo ceniza, y se hace indiferente, tornadiza, tu presencia de ayer, sombra que pasa. De la alcoba al jardín, de éste a la sala, y a la alcoba otra vez; me circunvala no sé si tu fragancia o tu memoria, pero es algo más débil cada día. Quizá regrese al canto, a la alegría, cortando el eslabón de nuestra historia.
Los Angeles, 8 de junio de 2008
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1876 - A la deriva
Una noche de abril. El oleaje era grito en la roca. Las tabernas del puerto eran silencio. Las linternas eran lanzas de luz en el paisaje. Y me amó al aire libre. Su lenguaje, arpa de cuerdas lúbricas, mas tiernas, y el doble arco de brazos y de piernas, la anunciaban angélica y salvaje. Y así fue: Virginal, desenfrenada, apenas sosteniendo la mirada, y arrojándose al punto a la ofensiva. La dejé proceder. Era su instante. Pero al nombrarme su primer amante dejó mi corazón a la deriva.
Los Angeles, 9 de junio de 2008
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1877 - Es mi vida
Tuve una etapa intensa, prolongada, que ya no es triste ni condenatoria; como cualquier suceso o cada historia, su gloria tuvo, mas quedó truncada. Sin gritos la tapié. Si mutilada sentí el alma y la mente exploratoria, cerré a llave el arcón de la memoria, y pretendí que no quedaba nada. Y comencé otra etapa. Yo no puedo permanecer inmóvil, ni concedo que los muertos declaren mi derrota. Entiérrense a sí mismos. De mi vida sólo respondo yo, y hoy me convida a vivirla de nuevo gota a gota.
Los Angeles, 9 de junio de 2008
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1878 - Una mujer
En el jardín renuevan sus colores adelfas y magnolias; encubierta la primavera ha estado, y hoy despierta con revuelo jovial de ruiseñores. Una mujer en esplendor de amores y voluptuosidad llama a la puerta; no inquiero su intención; clara y abierta flota en sus ojos, vibra en sus temblores. La invito a entrar. Su paso decidido es palabra inequívoca. Ha venido proclamando en silencio su deseo. Se detiene un momento. Me analiza por la mirada el alma, y me desliza su piel junto a la mía. Y la poseo.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
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1879 - ¿Cómo la pude amar?
¿Cómo la pude amar, si mi cabeza era un hervor de enigmas e inquietudes, si aún tengo que enterrar los ataúdes de los tres años muertos? Cada pieza de mi engranaje interno se tropieza con otra, y me confunde. Multitudes de ideas me suguieren actitudes vastas en duelo, exiguas en belleza. ¿Cómo la pude amar? Tal vez no fuera ese profundo amor que se apodera de memoria, emoción y voluntad. Tal vez fue sólo esperanzado intento de aletargar afecto y pensamiento, de negarme a mí mismo la verdad.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
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1880 - Expectativa
¿Sabes que no te he visto y ya te espero? Ah, qué galante riesgo en ambos lados; ¿recogeremos sueños mutilados, o globos de oro al pie del limonero? Llevo la indecisión del ballestero disparando en la noche a los venados entre los robles, sobre los tejados, casi al azar por páramo y otero. Y en esta incitación, casi emboscada, nos conocemos poco, apenas nada, y eso forja tal vez la expectativa. Ah, poderío arcano de la mente, que si fuera algo más clarividente, quizá sería menos agresiva.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
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1881 - En orfandad perdidas
Recogeré caricias indefensas pertinentes a tantas otras vidas que en melancólica orfandad perdidas errantes van en convicción de ofensas. Y a nadie han ofendido. Si propensas a autoreprobación, y desvalidas nos aparecen, es porque vendidas o abandonadas fueron. Tal vez piensas que tus caricias aún te pertenecen. No es así. Mientras amas, permanecen; si abandonas, se van por los caminos, renegando de ti, de tu contacto, en busca de otras manos, de otro pacto, de otros ofrecimientos más genuinos.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
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1882 - Cuando
Cuando madure al fin esa presencia que a golpes de esperanza hemos fraguado; cuando logre tener, alborozado, tu rostro entre mis manos, y la urgencia de mis sentidos en efervescencia deje mi dorso tenso y arqueado; cuando la daga hincada en mi costado florezca en algazara, no en dolencia; cuando la espera sea un tren lejano que al fin partió y se aleja por el llano, dejándonos desierta la estación; cuando no contemplemos el paisaje, ni hagamos otro plan de otro viaje… tendremos plena compenetración.
Los Angeles, 10 de junio de 2008
Diseño: Carmen Álvarez
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