Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Tiempos

Índice

Sonetos:
Voy a colgar el alma Rueda del tiempo Reinventándote
Poemas:
El tiempo Un rebaño de versos Palabras al viento Casi
seperador

Breverías

2176
Eres el roble a cuya sombra acudo, y en tu cresta de ideas me refresco; en la crecida hierba me desnudo, entre provocador y picaresco; pero te escucho, pues encanto mudo tiene algo de incompleto, de grotesco. De abajo arriba con la piel te abrazo. pero hacia dentro es como anudo el lazo.

2177
Cruzaron hacia el sur las golondrinas, y emigrarán los ánsares después, y volverán de nuevo. Las colinas nunca se van, se afincan en sus pies. Y tú, como los pájaros, te vas, y yo, como los cerros, permanezco, consciente de que no regresarás, consciente de que no te pertenezco.

2178
Me abandono a la tarde, y a las olas, y al bullicio de la naturaleza; en el puerto se encienden las farolas, y se entierra en la arena la tristeza. Ni soy feliz ni malaventurado, ni me importa la vida ni la muerte, náufrago voluntario, desposado a este vaivén…, hasta que me despierte.

2179
Este reloj, cargado de cuchillos, cada tictac mandoble inevitable; fauce feroz, poblada de colmillos, desgarrador de vidas, implacable. Se nutre de la sangre que derrama en su perpetuo ciclo destructivo, y su brazo desciende, y se encarama, hasta el golpe fatal, definitivo.

2180
Muchas se van, pero hay quien permanece en calidad de infinitud, eterna, radiante luz de estrella que parece romper las noches, y nos desgobierna. Luz que a veces quizá no prevalece frente a pálidas luces de linterna, pero que siendo en sí la más genuina, sabe perseverar, y predomina.

Sonetos

2246 - Voy a colgar el alma
Voy a colgar el alma en la serena, gris y sedosa percha del olvido; ha perdido su nombre y apellido, y no se reconoce. Me da pena. Tan altiva en su tiempo, tan ajena a desfallecimientos y gemido, de suspiro amasada y de rugido, de sándalo, jazmín y hierbabuena. Parece haber envejecido tanto que ya no acierta a sonreir, y el llanto, sin motivo, es su forma de expresión. Me dormiré a su lado, como el perro que no abandona al dueño en el entierro, yaciendo en el umbral del panteón.
Los Angeles, 8 de noviembre de 2009
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2247 - Rueda del tiempo
Ah, qué locuacidad la nuestra; urgía detener los relojes; cada hora tornábase en letal devoradora de sus propios minutos, y encogía. Golpe mental sobre la lejanía cada palabra escrita, transmisora de cuanto el alma en orfandad añora, en tantas otras se reproducía. Y hablábamos, hablábamos; la ausencia se evaporaba en la magnificencia del prolongado diálogo ferviente. Tu euforia al fin se transformó en hastío, y ambos quedamos en silencio frío, sin saber qué decirnos mutuamente.
Los Angeles, 9 de noviembre de 2009
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2248 - Reinventándote
Debo reconstruirte, o reinventarte, infundiéndote el alma que fingiste, cederte ideas que jamás tejiste, y refinar tu apreciación del arte. Al sumergirme en ti, logré explorarte, mas no en profundidad, que no tuviste, mujer de superficies; sólo diste sueños que me forjé, tal fue mi parte. Tal vez al fabricarte a mi manera repetiré el error que cometiera concibiéndote afín a mis anhelos. Mas prefiero de nuevo equivocarme, tropezar, y quizás ensangrentarme, a rodar indolente por los suelos.
Los Angeles, 10 de noviembre de 2009

Poemas

El tiempo
Hemos sido amasados de dudas, límites y contingencias, mente de poderosas ambiciones, y voluntad tambaleante y hueca. Aún juzgándonos dioses en proyecto, la eternidad no es nuestra; no la hemos conquistado todavía, adquisición, si no imposible, incierta. Pero el tiempo sí es nuestro, nos pertenece a título de herencia; no por haberle dado un engranaje de palpitantes ruedas, ni por haber creado su estructura (tal vez él nos creó...o nos recrea); sino porque podemos amoldarle a nuestros propios usos y maneras. Aunque él, al mismo tiempo, inexorablemente nos moldea. Somos dueños del tiempo, no del que fue, tampoco del que espera, mas sólo del momento que vivimos, que es el único tiempo, a fin de cuentas. Es el que hay que estrujar en nuestra mano, el que hay que dominar. No hay estrategia ni técnica infalible, sólo vivir su instante en cada escena. Hay que vencer al tiempo cada día, aunque al final nos venza.
Los Angeles, 17 de noviembre de 2002
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Un rebaño de versos
Un rebaño de versos se detiene sin pastor, y en harapos, a mi puerta. No sé lo que pretenden. Parecen proceder de extrañas tierras, donde tal vez han sido esclavizados, donde no hay primaveras, sólo arenales vastos, sin oasis, sin largas caravanas opulentas acarreando géneros exóticos, incienso, alfombras, bálsamos, o sedas. Buscan tal vez un líder que les haga nación, que les dé fuerza, como tuvieron tiempo atrás, volviendo al ritmo, al canto, y a la transparencia. Pero no soy Moisés, y no hay milagros en mis pobres alforjas, ni respuestas a sus gritos callados, ni la euforia del avezado sabio que aconseja. No soy más que artesano que trabaja el cemento, la madera, probando a darles formas agraciadas a golpes de intención y gentileza. Ellos, un día, orfebres delicados, en plata y oro, a fuego y experiencia, labraron elegancia, elaborando uno con otro armónicos poemas. Mas hoy se desestima el virtuosismo, la producción en masa se acelera, y por treinta denarios el traidor vende al Justo, o las ideas. Parecen una tropa de mendigos, como quien todo lo ha perdido, y rueda sin destino concreto, en permanente, errática odisea. Tal vez un día alcanzarán la patria deslumbrante, quimérica, que les fue arrebatada por burdos artesanos de la gleba. Les invité a pasar, brindamos juntos en ritmo, rima y danza, y a la mesa, fuimos por un momento los de entonces, si desterrados, con el alma a cuestas. Luego, como tropel fantasmagórico de largas túnicas de brisa y niebla, se hundieron en el último recodo del camino, a la luz de las estrellas.
Los Angeles, 5 de noviembre de 2009
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Palabras al viento
¿Y por qué, para qué, o a quién escribo, si no serán leídas mis palabras? Como hablar a mi perro, que me observa con ese aturdimiento en la mirada de quien quiere entender, pero no entiende; o describir color y luminarias al ciego, cuyo alcance de las cosas es sólo aquello que sus dedos captan. He intentado abrir puertas, romper barreras, acortar distancias, volcarme al exterior, arrancar sombras, pero soy el profeta que proclama la verdad a los vientos del desierto, el labrador sembrando entre las zarzas. Amante fui, que hablé de mil maneras, mas ninguna escuchada. Tal vez mi voz hizo vibrar las cuerdas de distantes guitarras; o fue el arco de anónimos violines, o aliento a ajenos clarinete y flauta. Pero al cantar mis versos bajo cierto balcón, no hubo ventana que respondiera abriéndose; me escuchaba el zorzal, desde la acacia, el nardo en el jardín, y el cabritillo, interrumpiendo el pasto, tras la valla; me escuchaba la brisa, devolviéndome el eco, y las cigarras. Qué silencio tan triste el de quien no responde cuando le hablan.
Los Angeles, 5 de noviembre de 2009
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Casi
Estaba siempre junto a mí. Muy lejos, pero tan cerca, que al tender las manos casi la acariciaba. Casi. Nunca. A quince mil kilómetros. A un paso. Se torna irrelevante la elipse del espacio si no desciende a un punto de la tierra con apremiante impacto. A veces en la vida padecemos el suplicio de Tántalo, para la sed el agua cristalina, para el hambre los más sofisticados manjares, tan a punto, tan al alcance casi, sólo a un paso, mas verdaderamente inaccesibles; y morimos mil veces intentándolo. O somos Sísifo, bajo la carga de un amor hipotético abrumados, en ascenso a la cumbre a que una y otra vez casi llegamos, viendo, en desolación cómo la roca se nos desprende, y rueda cuesta abajo. Y lo volvemos a intentar, eternos optimistas o necios, abocando a ese punto del logro que no llega, otro casi también para el fracaso. Tal vez necesitemos nuevos mitos. Tal vez si sumergiéramos los años en la turbia corriente del Leteo, todo el acervo de añoranzas, llanto, y esperanzas lograra diluirse, surgiendo el alma original, en blanco, sin experiencias, sueños o propósitos. Si fuéramos arcángeles de mármol…
Los Angeles, 6 de noviembre de 2009
Diseño: Carmen Álvarez
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