Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Tactos

Índice

Sonetos:
Divorciada Me adriestró en esperanza Al paso, al trote, al galope Nada queda Ahuyentas lobos Su inocencia El poema Bajo mis versos
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Breverías

2216
Vino la luz al mundo. Fue una hoguera incendiando las almas; cada una tuvo su propia llama, pregonera del manso fuego que nació en la cuna, brote de tan radiante primavera, en noche de ángeles, amor y luna. Vino la luz, la redención, la vida, que abraza a todos, que a ninguno olvida.

2217
Estás hecha de brisa, de murmullos, de miel, de borboteo; se cruzan en ti vientos y oleaje. Mucho más Afrodita que Artemisa; mucho más que alboroto, ronroneo; tanto de acción y tanto de lenguaje. Esquematizas el gentil trinomio de mundo, carne y servicial demonio.

2218
Me has encendido, y al arder la vela sobre mi palmatoria, se me inflaman la noche y el cerebro, y el alma toda se me desnivela, durmiéndoseme ociosa la memoria, y por ti, y a tu lado, lo celebro. Sólo hay sombras allende nuestro entorno, la quintaesencia aquí, y allí el adorno.

2219
Sigo hablándote. Sé que no me escuchas, y tampoco lo harías si me oyeras. Hay un desierto gris que nos separa. Mi diálogo es monólogo. Son muchas las cosas que no dije, las esperas a que tu intimidad no se acercara. Para no reventar hablo y me explico. Y me escucho, y me entiendo, y no suplico.

2220
Te vi en la librería. Eras un arbotante de mujer, como intentando sostener el muro. Y si yo acaso, estremecido, un día en peligro estuviera de caer, ¿tenderías tu brazo a mi futuro?

Sonetos

2300 - Divorciada
“El ser humano es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra”. (Anónimo)
Con su estrenada libertad del brazo, tan desasosegada, tan ligera, reiniciando la vida a su manera, dejando atrás polémica y portazo; ¿indagarán sus ojos el reemplazo en que la fe pletórica supera la racionalidad, que se atrinchera en la precariedad de cada lazo? ¿Caerá en la trampa ilógica, impulsiva, de que desde su nueva perspectiva adquiere una visión de madurez? ¿O frenará su afán, reconociendo que el mismo error se puede ir repitiendo, absurdamente, una y otra vez?
Los Angeles, 30 de diciembre de 2009
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2301 - Me adriestró en esperanza
Me adiestró en esperanza. Me decía palabras, si otras veces escuchadas, con tal intensidad regeneradas que las juzgué naciendo todavía. Y a su cadencia, en mi interior latía un nuevo yo, temblor y llamaradas, soñador de galopes y de almohadas, sedas y arpones al morir el día; y a través de la noche, y a la aurora, cuando la piel del alma nos devora, y el alma de la piel aún martillea. Y en sueños de futuro, tan dispares, puntualizaba fechas y lugares… Ah, la esperanza que aún relampaguea.
Los Angeles, 5 de enero de 2010
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2302 - Al paso, al trote, al galope
Mano inexperta en otra piel, ignora no sólo paradero, mas camino; es ciego ante la rosa, o campesino que intrincada metrópolis explora. Le falta orientación, no se demora en puntos de interés; es el marino rasgando el mar sin brújula y sin tino, huésped que fina exquisitez devora. Te brindo un tacto en lentitud de arado que altera en cada surco su trazado según la condición de las parcelas. Y te ofrezco un corcel: Llévale al paso si en calma estás, o al trote; mas si acaso te urge llegar, aprieta las espuelas.
Los Angeles, 6 de enero de 2010
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2303 - Nada queda
Se me va disipando la fragancia de tu cuerpo desnudo. La he llevado tanto tiempo en la piel, como el pecado del que no se reniega o se distancia. Nombres y amores pierden relevancia si ajeno muro en torno les ha aislado, y lentamente el ritmo arrebatado va tornándose en mera disonancia. Tu figura, tan bella, se diluye, neblina ya que absorbe y disminuye los últimos efluvios de tu aroma. Ya no me queda nada; estás tan muerta que si me abrieras otra vez la puerta, no reconocería a quien se asoma.
Los Angeles, 6 de enero de 2010
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2304 - Ahuyentas lobos
Ahuyentas lobos al tocar mi frente, los que aullando me acechan en manada; hijos son de la duda, la pedrada, y las aberraciones de la mente. Horadándome el pecho ese tridente, mi actividad quedó paralizada, la vista en ceguedad, la voz callada, como si todo yo estuviera ausente. Mas la serenidad volvió en el acto al percibir el mágico contacto de tus sedosas manos en mis sienes. Ahuyentaste mis lobos. Y lo has hecho antes de preguntarte, sobre el lecho, por qué a mí llegas, o de dónde vienes.
Los Angeles, 7 de enero de 2010
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2305 - Su inocencia
Me ofreció su inocencia; era tan pura como orquídea en abril recién nacida. En el conocimiento de la vida no podría aprobar la asignatura. Sombra de niña al rostro, su figura era todo mujer; si introvertida, anhelante de hallar una salida a su imprevista urgencia de aventura. Parecía, a mi acento sugerente, haber desembocado de repente en fervor de inmediata madurez. Indagó, y expliqué; cada fragmento de aclaración le fue un adiestramiento. Y honré su oferta…, una y otra vez.
Los Angeles, 10 de enero de 2010
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2306 - El poema
A la sombra del roble, en mi parcela, suelo rumiar los versos no nacidos; se me agitan inquietos, en sus nidos, dentro de mí; su afán me desnivela. ¿Qué prisa tienen de salir? ¿Qué espuela diminuta les urge a sus quejidos? ¿No debieran callar, seguir dormidos, y esperar mi llamada en la cancela? No me apresuro, hay una mano leve jugando en mis cabellos, que se atreve a alborotar a veces otras zonas. ¿Poema de palabras o de acciones? No es elección difícil; mis opciones tienden a ser poemas de personas.
Los Angeles, 10 de enero de 2010
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2307 - Bajo mis versos
Me preguntó, curiosidad de amiga, quién manipula la ágil marioneta que danza y flota en mi alma de poeta, y con su actividad, a qué me obliga. Su mente fabricaba nueva intriga de cada verso, como si una grieta descubriera en el muro la silueta de otra amante en acción, de otra enemiga. Y respondí que sí, que no, que a veces, que hay figuras en cuyas desnudeces me entretengo o me abismo de repente; que algunas tienen vida, y otras ruedan por sueños imposibles, y allí quedan… Pero no lo juzgó muy convincente.
Los Angeles, 11 de enero de 2010
Diseño: Carmen Álvarez
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