Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Perfiles en la niebla

Índice

Sonetos:
Olvido No tengo otro remedio De noche Me invento cada día Hoja seca El día aquel Celebración Mi libro de la vida
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Breverías

2311
El prófugo, se ha dicho, es el soldado que volverá a luchar esa batalla que, muerto, en ningún modo lucharía. A veces hay que huir, si desangrado se agota el corazón, aun cuando estalla la piel viva, y no hay meta en lejanía.

2312
Si pudiera olvidarte, si pudiera…, de mí mismo tal vez me olvidaría, traspasando la mítica barrera que separa sosiego y agonía. Mas ¿qué martillo en mano carpintera destrozará un amor de orfebrería? ¿Cómo escuchar campana sin tañido, o evocar a quien no se ha conocido?

2313
En amor, el factor más decisivo siempre es el primer beso; torna el vínculo más interactivo que la entrega final, pues lleva impreso la capitulación que habrá más tarde. Ese beso es ofrenda, y es semilla de combustión, y en el momento en que arde ya es una vida que a otra se arrodilla.

2314
Distribuye tus gozos a terceros, porque quien los comparte, los duplica; y tu pena también, que ésta se achica cuando se multiplican sus senderos.

2315
Volcaré sobre ti mis confidencias si eres desconocido. Tendrán más validez tus sugerencias, pues de un punto neutral habrán nacido. En hermanos, vecinos, compañeros, hay subjetividad, o hay intereses. A veces son los perros callejeros quienes mejor entienden de reveses.

Sonetos

2412 - Olvido
Hoy no es día, ni noche, sino olvido. No es claror ni tiniebla, es agonía que ve, pero no ve; tierra baldía sin fauna o flora, músculo o sonido. Pero al fondo del alma, el alarido que nadie escucha agota su energía, y una extraña orfandad, o lejanía, desmadeja el espíritu vencido. El olvidado su memoria afina tanto más cuanto menos cristalina su imagen flota en el recuerdo ajeno. Rara vez es recíproco el rechazo. Si uno se aleja, el eco del portazo es para uno quietud, para otro trueno.
Los Angeles, 14 de julio de 2010
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2413 - No tengo otro remedio
Te amo porque no tengo otro remedio; porque te viertes sobre mí, cascada que envuelve, agita, empapa y, desbordada, sabe asentar inquebrantable asedio. Porque te ubicas en el punto medio, trascendental, de amante y camarada, y por igual cordialidad y almohada reverdecen los páramos del tedio. No tengo alternativa. Tu conquista lleva timbre de acento fatalista que no da opción a veto o discordancia. Ni la quisiera yo. Quien me condena a inevitable amor, sólo me ordena vivir lo que soñé desde la infancia.
Los Angeles, 14 de julio de 2010
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2414 - De noche
De luto está la tarde, enmudecida, y es casi noche oscura. Cabizbaja se arreboza la luna en su mortaja, de pardas nubes y quietud tejida. Flota en el aire olor a despedida, desolador y amargo. Se desgaja de su tronco una rama. La navaja glacial de la esquivez hurga en la herida. La amante queda en casa, y el amante avanza envuelto en sombras, caminante sin objetivo, hacia heredad vacía. Las palabras habladas, prisioneras durante tanto tiempo, eran barreras que ella alzaba, y el hombre no veía.
Los Angeles, 16 de julio de 2010
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2415 - Me invento cada día
Tanto he vivido, y tantas son las cosas, encuentros, compromisos o lugares, que moldean las zonas más dispares de la memoria, amargas o gozosas, que ellas son casi yo. Son las baldosas en que afinco mi paso, los pilares que sostienen mi fe, los colmenares que me surten de miel, y son mis rosas. Gestan la certidumbre y la firmeza, suscitan la dulzura y la belleza que fluyen de mi mente hacia mi verso. Me invento cada día, o me imagino a la luz de mi antaño más genuino, y con quien sienta como yo, converso.
Los Angeles, 16 de julio de 2010
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2416 - Hoja seca
No sé cuándo se fue, pero ha partido por caminos de ráfagas de viento, como la hoja de otoño, en seguimiento de sueños que no supo haber vivido. Como la hoja que, verde, no ha sabido vivir su madurez, lograr su intento, y libre al fin, descubre, en desaliento, que no es susurro ya, sino crujido. Tal vez no fuera el árbol panacea de cada restricción que agujerea los bulliciosos sueños de la mente. Pero en él era danza bulliciosa, y era abrazo la brisa, y hoy se posa, maltrecha alondra, en lodo intrascendente.
Los Angeles, 16 de julio de 2010
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2417 - El día aquel
Voy a emprender a plenitud el día que se negó a albergarse en mi esperanza. Lo resucitaré a punta de lanza si no entiende de súplica o porfía. Dejé morir el tiempo. No quería sino el momento aquél, que aún vive y danza dentro de mí en refugio de añoranza; los otros eran sombra en lejanía. No supe que viviendo del recuerdo de lo que no llegó, soy yo quien pierdo tantos caminos, noches, alboradas. El día aquel, sin pulso, voz ni tacto, latirá, me hablará, sellará un pacto de agresión entre sábanas y almohadas.
Los Angeles, 18 de julio de 2010
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2418 - Celebración
Vente conmigo, amada; está lloviendo como suele llover en primavera, sin evadirse el sol, agua ligera, de caricia sutil, como vistiendo de pétalos la piel, y ennobleciendo rostros, día, boscaje, paramera. Descalza, como yo, por la chopera, por sendas que en silencio van fluyendo. Los brazos extendidos, la sonrisa de cara al cielo, y el andar sin prisa, que no tenemos meta a que llegar. Este momento a plenitud nos llama, a activar los sentidos, sin programa, por el mutuo placer de celebrar.
Los Angeles, 19 de julio de 2010
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2419 - Mi libro de la vida
Mi libro de la vida quedó abierto en el recibidor, sobre la mesa; capturaba su tinta viva impresa cada triunfo logrado, cada puerto donde atracó mi nave, cada huerto donde cortara rosas, cada empresa concluída en derrota, la promesa jamás cumplida, el alborozo muerto. Nada perfecto, pero todo mío. Y un viento repentino, abrupto, frío, descerrajó de cuajo la ventana, desgajando mis hojas más valiosas; huellas idas, lagunas silenciosas de una memoria que se deshilvana.
Los Angeles, 19 de julio de 2010
Diseño: Carmen Álvarez
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