Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Amaste a un hombre

Índice

Sonetos:
Amaste a un hombre (I) Amaste a un hombre (II) Amaste a un hombre (III) Alzheimer (IV) Alzheimer (V) Sin huella Una casa rural De noche
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Breverías

2556
Álzate, dulce sombra, prófuga de su lado, que no es tálamo digno para yacer la tierra. Ha sido tu silueta lo único que ha quedado, y ella tal vez ignora a qué otros pies se aferra. Ella, que no te encuentra ya a sus pies enredada, pues lo estás a los míos, con mi sombra del brazo. Álzate, dulce sombra, trepando mi fachada, y absórbante mis miembros en vaporoso abrazo.

2557
A veces me pregunto si tiene algún sentido despertar de mañana, cumplir nuestras tareas, revisar las noticias, recordar lo vivido, y volver a dormirse con las mismas ideas. Y sin embargo es eso, con tan pocas variantes, como tantos gastamos nuestra propia energía. Somos ruedas que giran, con frecuencia ignorantes de adonde se encaminan. Y así día tras día.

2558
Le asustaba la vida, y el galardón que ofrece, por temor a su pérdida. ¿Pero es que algo es eterno? Todo, como las rosas, nace, y al fin perece; se ama la primavera sin pensar en invierno. La vida, ese rayito de luz que nos visita, golpeando con dedos de miel cada ventana; pero en lugar de abrirla, para iniciar la cita, rechazando su oferta, bajaba la persiana.

2559
Cuerpo de mis andanzas, que sin cesar transito, alma de mi refugio, donde en dolor me hospedo, tú, que rejuveneces mi corazón marchito, tú, que me reconfortas en el rincón del miedo.

2560
Dormirás cada noche, sin saberlo, conmigo; tu almohada, rebosante de susurros y besos del tiempo en que fui amante. Si hoy me llamas amigo, tú has excavado zanjas, yo hago puentes y accesos. No llegarán a verte mis sábanas, mas tienen la visión de tu cuerpo, y el fervor de tu entraña. Mi mente y mis sentidos en ellas intervienen, y aunque no lo percibas, tu instinto me acompaña.

Sonetos

2738 - Amaste a un hombre (I)
Amaste a un hombre un día, y el montaje de piel y nervios se abrazó a la aurora despuntando en tu entraña, creadora de enigmas y arrebatos. Tu lenguaje se vistió de tersura; tu paisaje comenzó a florecer tan a deshora, que era mayo en diciembre, soñadora de mares de oro en lúbrico oleaje. Y al ser todo caduco, tu castillo desmoronóse al fin, bajo el martillo ciclópeo y despiadado de las fechas. Proscrita la lujuria, alzado el muro de soledad en torno a ti, el futuro, si te hablaba de amor, era sin flechas.
Los Angeles, 12 de octubre de 2011
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2739 - Amaste a un hombre (II)
Y te llegué al crepúsculo, en revuelo de alas batidas contra la ventana, en aliento de brisas, en campana pulsando languidez de terciopelo. Se desperezó el sol, nació el deshielo de tus cumbres en nieve, la persiana se alzó sobre el paisaje, y tu lejana pasión de juventud reemprendió el vuelo. Pero con otro nombre. Me nombraste, sacudiéndome el íntimo contraste de tu anterior matiz y el nuevo acento. Siendo nuevo, me ves de tal manera que de tu ímpetu el mío se apodera, y te quedas, me quedo, sin aliento.
Los Angeles, 12 de octubre de 2011
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2740 - Amaste a un hombre (III)
Los cien itinerarios emprendidos no me abocaron a ninguna meta. Fue mi objetivo prófuga saeta lanzada sobre el mar de los sentidos. Tú conoces mi nombre y apellidos, de dónde vengo, mi alma de poeta, a dónde me dirijo, y la completa lista de mis impulsos reprimidos. Y has abierto la cuna de tus brazos donde ofreces reposo, y los zarpazos de mi piel, si te inquietan, los consientes. Amar es remozarse cada día, y enlazar rendición y rebeldía. Suceda así sobre los dos yacentes.
Los Angeles, 12 de octubre de 2011
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2741 - Alzheimer (IV)
Desposeído estoy de cada herencia que me legaron siglos de cultura, desde mi internamiento en la angostura desembocando en tal insuficiencia. Nunca lo vi llegar, glacial ausencia prolongándose en mí, gris tachadura de rasgos y perfiles, apertura a cámara de sombras, decadencia. Al gran vacío aislándome la mente, penetró cada nombre procedente de mi entorno andariego y familiar. Isla desierta soy, sin plan ni historia, un agujero negro en la memoria, un ritmo de sonámbulo al andar.
Los Angeles, 13 de octubre de 2011
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2742 - Alzheimer (V)
Me hablan de amor, definición que ignoro. ¿Qué significa tal vocablo extraño? Tal vez es algo conocido antaño, en mi primera edad, edad de oro. Si las cosas conservan su sonoro nombre de ayer, su forma, su tamaño, su materialidad, plata o estaño, ¿por qué no identifico ese tesoro? Porque tesoro debe ser, juzgando por la actitud de quien lo nombra, cuando me rodean sus brazos y me besan. Mas si es de esta manera, ¿qué denota la fugitiva lágrima que brota de esos ojos que tal amor profesan?
Los Angeles, 13 de octubre de 2011
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2743 - Sin huella
Se han abierto ventanas en mi vida, y rostros de mirada incandescente me han reclamado apego y, complaciente, les he prestado cálida acogida. En arrebato entraron, y encendida la llama del hogar doró el ambiente. Bebimos y danzamos, y la ardiente noche de amor quedóse al fin dormida. Rompió el día. Los ruidos mañaneros entreabrieron los ojos forasteros, que iniciaron el éxodo. La estrada los fue arrastrando en su habitual bullicio. Y yo pensé: Qué inútil ejercicio llegar, partir, sin huella en la pisada.
Los Angeles, 13 de octubre de 2011
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2744 - Una casa rural
Una casa rural, en las afueras de la aldea de toscos labradores que van cada mañana a sus labores y al dominó en las tardes domingueras. Sin lujos, mas con amplias cristaleras frente a la olmeda, abierta a los verdores del cerro, el naranjal, y a los rumores del río estremeciendo ambas riberas. En silencio de gentes, sinfonía de acentos naturales, y anarquía de audacias y querencia al interior. Te espero en el portal. Si te decides, ven sin llamar, y sin rubor. No olvides que están los campos, y el instinto, en flor.
Los Angeles, 13 de octubre de 2011
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2745 - De noche
Llamadas insistentes a la puerta, como quien huye de implacable acoso y le asegura súbito reposo la única luz del arrabal despierta. La entreabrí. Melancólica y desierta, la calle era retablo silencioso de sombras inactivas. Y el sedoso tono cercano de una voz me alerta. La joven pide asilo. No cuestiono sus motivos; me basta el abandono con que grita en silencio su mirada. Conversamos. Bebemos. Sonreímos. Se acerca y me da un beso. Convenimos en que se quede aquí hasta la alborada.
Los Angeles, 14 de octubre de 2011
Diseño: Carmen Álvarez
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