Breverías
3206
¿Preocuparme? ¿Por qué? Si algo me acosa,
y puedo repelerlo, lo rechazo,
y continúo alegre con mi vida.
Si la amenaza ajena es poderosa,
y no puedo vencerla, me disfrazo
de indiferencia, olvido o despedida.
Por cuanto es turbador e inevitable,
¿por qué habré de sentirme miserable?
3207
Las palabras son cáscaras de nueces,
inútiles si el fruto se ha comido,
y que el necio en su diálogo baraja.
Si no aportas ideas, ¿qué me ofreces?
No más que ruido absurdo, sin sentido,
que en lugar de dar ánimos, ultraja.
3208
El llanto silencioso
puede llevar recóndita elocuencia,
cada lágrima cándido argumento.
Mas percibir el grito doloroso
gestándose en la entraña, es experiencia
sólo asequible a enamorado atento.
3209
Dormir, soñar, tener entre las manos
la lámpara asombrosa de Aladino,
para hacer realidad mis tres deseos…
Y luego despertar con siete enanos,
una bruja maligna en el camino,
y un lobo en incesantes merodeos…
3210
Me ausento de mí mismo cuando sueño,
y en otro mundo azul de fantasía
galopo, y vuelo, y varonil me adueño
de lánguidas princesas, que a porfía
me brindan su semblante más risueño,
y en un canto nupcial, su anatomía.
Me despierto; tú duermes a mi lado.
¿Cuántos príncipes te han enamorado?
Sonetos
3666 - Ajusticiar
Mimad al criminal, y en cautiverio
tenga más privilegios que el mendigo
que no faltó a la ley; sea testigo
de nuestra absurda falta de criterio.
Y en esta necia vocación de imperio
que asigna apelativos de enemigo,
y se adiestra a matar, ¿habrá castigo,
o medalla tal vez? Oh, vituperio.
Salvamos de la muerte al homicida,
y arrancamos en guerra cada vida
haciendo de sus actos caso omiso.
Hipócritas de turno en el gobierno,
ineptos fabricantes de un infierno
tras haber prometido el paraíso.
Los Angeles, 3 de enero de 2014
3667 - Alameda
Jugábamos, de niños, junto al río,
bajo los olmos. Su gentil frescura
abrazaba, en ingenua travesura,
nuestros cuerpos menudos. Aún sonrío,
recordando el alegre griterío,
y alocadas carreras, la hermosura
de tus trenzas doradas, tu lectura
del librito de cuentos, que era mío.
Nos separó la vida. Y hoy volvemos
a esa misma alameda en que nos vemos
con la complejidad de hombre y mujer.
Ahora en silencio. Lo decimos todo
a flor de madurez, de ese otro modo
que a los amantes hace estremecer.
Los Angeles, 4 de enero de 2014
3668 - Alarmista
Cada farandulero es un profeta
de infortunios privados o sociales,
más fidedignos cuanto más brutales,
y según la ocasión, los interpreta.
Parece ya escucharse la trompeta
de los últimos tiempos; las señales,
notorias son, y voces sepulcrales
anuncian el colapso del planeta.
Pero, ya charlatán, o evangelista,
quien propugna la tesis alarmista,
no sólo impulsa absurda fantasía,
mas es predicador de su egotismo,
y su única visión es de sí mismo
como un pequeño dios…, con miopía.
Los Angeles, 4 de enero de 2014
3669 - Albergue
Ya ha cubierto el invierno la montaña
con su blanco mantón; sobre el tejado,
hilo de humo sutil, blanquiazulado,
traba nudos y los desenmaraña.
El fuego en el hogar nos acompaña
con su chisporroteo entrecortado.
Tal vez de su manada extraviado,
un lobo merodea la cabaña.
Los abetos, inmóviles, serenos,
montan su guardia secular; hay truenos
en la distancia, apenas perceptibles.
Y tú y yo, al interior, sin calendario,
ni reloj, compromiso o vecindario,
total y mutuamente disponibles.
Los Angeles, 4 de enero de 2014
3670 - Albornoz
Del baño al albornoz, mágico instante
en que ocultas tus íntimos primores,
mas sin alzar baluartes defensores
de lo que aspiras a entregar galante.
Flácido el cinturón, equidistante
de muslo y seno, tímidos sectores
por igual, si elusivos, seductores
en su fase inicial, insinuante.
Yo, en el salón. Vienes a mí sin prisa,
como mecida en ráfaga de brisa,
mirándome a los ojos, sonriente.
Giras sobre ti misma; en esa vuelta
cae a tus pies el albornoz; resuelta
te precipitas sobre mí, yacente.
Los Angeles, 5 de enero de 2014
3671 - Alcahueta
¿Qué te traes entre manos, mi viejita,
calle arriba y abajo, en aldabeo
de puertas de doncellas en deseo,
o tal vez de anhelante casadita?
Maestra del amaño, de la cita,
la palabra escabrosa, el devaneo,
en cópulas traficas, y es tu empleo
reunión de amantes, pero no gratuita.
Celestina procaz, artes de amores
nombras la ejecución de tus labores,
mas ¿quién recoge de tu siembra el fruto?
Quizás en cada encuentro hay mutuo gozo,
pero también escucho agraz sollozo
de quien lo juzga pago de tributo.
Los Angeles, 5 de enero de 2014
3672 - Alcurnia
Te enorgullece el rango, la nobleza
que de tu antecesor has heredado.
Adquirida que fuera en el mercado,
tendría igual valor, misma grandeza.
¿Cuál ha sido tu bélica proeza,
tu galardón científico, el dechado
que tu obra artística nos ha legado?
¿Serán plumas de cisne tu corteza?
La gloria no se hereda, se fabrica.
Sólo el propio quehacer nos certifica
nuestra autenticidad, nuestro abolengo.
El nombre no hace al hombre, es al contrario.
Tu prosapia no es más que tu incensario,
y si tú te sahumas, yo me abstengo.
Los Angeles, 5 de enero de 2014
3673 - Alegría
Danzan en ti las musas y las horas,
tu interior se enardece, se ilumina,
saltando al exterior en cristalina
diafanidad, en danzas seductoras.
Por tu caudal de júbilo enamoras
más que por tu belleza, que camina
con él del brazo en cálida, genuina,
afinidad de mentes soñadoras.
Alborozo y primor viven unidos,
hermanos siameses, definidos
por su afán inequívo de amar.
Si surge en ocasiones el fracaso,
es solamente por quien va de paso,
que tal vez sólo sabe bostezar.
Los Angeles, 5 de enero de 2014