Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Mensajes

Índice

Sonetos:
Nostalgia Sensual Mi carta ¡Despierta! Así vendré Rompiendo con el pasado Mensajes Volver a dormir Siempre distante Palabras Insomnio Brindaremos después Nueva dirección In memoriam Manos A la espera Unión Reprimida - I Reprimida - II Envejeciendo - I Envejeciendo - II
Poemas:
Somos Por asalto
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Breverías

435
Cuando miro hacia atrás, veo tus huellas, profundas, sólidas, en mi camino, ajenas a borrasca y remolino, perennes, como el mar y las estrellas. Pero al buscar mi rastro en tu vereda, no he visto más que el trazo polvoriento de promesas escritas en el viento, y de mis huellas ni la huella queda.

436
Fui en tus sueños asiduo visitante, pero tus sueños ahora están vacíos, y no puedo adoptarlos como míos, porque en ellos estás predominante.

437
Si a mi lado estuvieras, te vería absorta en otro mundo, tan ausente...; y desde lejos, sé que eres tan mía...

438
Piernas esbeltas, sólidas, forjadas en danzas ágiles, ángulo agudo, paréntesis dinámico que pudo estrecharme en las noches perfumadas en tenso abrazo, trémulo, desnudo.

439
Al anochecer, tus manos te exploran insinuantes, al percibir cuán lejanos se han quedado tus amantes.

440
Amores de primavera, que la impaciencia apresura, cómo van a la carrera; y cómo en la edad madura se quiere de otra manera.

441
No estoy aquí sobre mis pies erguido, aunque erguido parcialmente me veas; traigo la rosa de un placer prohibido nada más para ti, que me deseas en tus profundidades sumergido.

442
Vuelvo a tu voz escrita, visitante que nunca se alejó de tus palabras; ellas mantienen acepción constante, y hoy tu significado es más distante, pues con nuevos propósitos las labras.

443
Al irrumpir la mañana la mano hacia ti tendía, creyéndote tan cercana; y la almohada estaba fría.

444
Esta calle de doble dirección por donde tú te vas y yo regreso, ha alterado nuestra circulación; cambiaré en la primera intersección, y te accidentaré beso tras beso.

445
Las luces del crepúsculo engalanan la desnudez serena de los senos, y son mis ojos, de tus formas llenos, manos fantásticas que la profanan.

446
No detengas tu abrazo en la cintura, como un anillo en la mitad del dedo; alza, desciende, gira; te concedo derecho inalienable a mi figura.

447
Vienes a mí, de soledad enferma, y en mí hallarás experto cirujano de firme bisturí y de suave mano, que ha de operar en vivo, hasta que duerma tu corazón, recuperado y sano.

448
Oye el oído, mas la mente escucha; aquél palabras, ésta la verdad; si los rumores te acorralan, lucha para que no se te hagan realidad.

449
La vida es una serie de momentos, todos de igual, rotunda transcendencia; unos felices, otros turbulentos, pero los filtros de los sentimientos, son los que determinan su influencia.

450
Observaba de joven al que hablaba, dando mi admiración o mi remedo; éste amenaza, aquél tal vez alaba, otro requiebra con susurro quedo; luego aprendí que la palabra acaba alli donde empezó, hueca de miedo, de amor, o de rencor; sólo los hechos tienen razón de ser, tienen derechos.

451
Soñadora y vigilante como el faro junto al mar, dirigiendo al navegante: cuando estés dispuesta a amar, aparecerá el amante.

Sonetos

227 - Nostalgia
Duerme, duerme, nostalgia del pasado, que lo que ya murió no resucita; si está la rosa en el rosal marchita, ¿quién la devolverá a su previo estado? Mi paisaje quedó desarbolado, fronda en tierra que el viento ya no agita, y el eco hueco del silencio invita a dar lo que se fue por olvidado. Vemos los tiempos idos tan felices, que arrancar no podemos las raíces, aunque el tronco en el suelo esté abatido. Y volvemos la vista, pertinaces, siempre esperanzadores, incapaces de admitir que los años han vencido.
Los Angeles, 21 de julio de 1999
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228 - Sensual
Sobre la ardiente desnudez resbalas vibrante el tul de la sensualidad; revestida del aire, en libertad, tal que dotada de ligeras alas. Rígidos los pezones, como balas a punto de disparo; voluntad creadora de una complicidad que más te entrega cuanto más regalas. Actitud receptiva y receptora, que en cada cavidad sorbe y devora, y lo inflexible en suavidad exprime. Paréntesis de muslos entreabiertos, encerrando en firmeza mis injertos, cómo tu voz entre sonrisas gime.
Los Angeles, 21 de julio de 1999
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229 - Mi carta
Vuelvo a tí con idéntica insistencia, sólo de ruego, no de obligaciones, que mis deseos, como tus acciones, deben llevar perfecta equivalencia. Hay en mi caminar sello de urgencia, ábreme sin tardar, que en ocasiones considerar motivos y razones puede abocar en gris indiferencia. No leas entre líneas, que lo escrito salió de mis entrañas como un grito, estentóreo clamor, vivo y directo. Soy lo que soy y digo lo que digo, amante sin rubor, sincero amigo, que llega a ti al final de su trayecto.
Los Angeles, 22 de julio de 1999
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230 - ¡Despierta!
Nadie te ve, mujer, vives oculta bajo techo de olvidos y quehaceres, y lentamente, lentamente mueres, e irremediable el tiempo te sepulta. Sentencia llevas que jamás se indulta, pero dentro de ti existen poderes de rebelión, y sólo si tú quieres te irás de quien te ignora o quien te insulta. Autómata servil, se te destina a la compra, la cama, la cocina, y en tu interior sucumbe la persona. Si te dejas llevar a la deriva muerta estarás, aunque parezcas viva; date prisa, que el tiempo no perdona.
Los Angeles, 22 de julio de 1999
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231 - Así vendré
Arco de luz acuchillando el cielo, polvo estelar en cola de cometa, penetrante, telúrica saeta incendiando la noche en pleno vuelo. Si virgen eres, rasgaré tu velo con determinación que no respeta ni rosa ardiente ni gentil violeta, altiva en pie o rodillas en el suelo. Si mujer de pasión y cien amores, en tus muslos caerán arrolladores los impulsos que fraguan mis sentidos. Y mi fiereza unida a tu fiereza, combinarán violencia y sutileza, exhalando rugidos y gemidos.
Los Angeles, 23 de julio de 1999
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232 - Rompiendo con el pasado
Apresúrate a andar, que muere el día, y la noche te pisa los talones; fúnebres sombras crearán visiones sumergiendo la mente en anarquía. Si iniciaste la fuga en osadía de la tiniebla de tus represiones, sólo en dinámicas aspiraciones llegará el fin a tu melancolía. Mira de dónde vienes, cómo estabas, en qué apática silla descansabas, indiferente, gris, sin voluntad. Acelera tu ritmo, aprieta el paso, que ya desciende el sol en el ocaso, y has vivido excesiva soledad.
Los Angeles, 23 de julio de 1999
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233 - Mensajes
Encerrada y lejana, y al contacto de la palabra suave, acariciante, cesas de ser hermética y distante, adquiriendo perfil nuevo y exacto. La voz escrita se resuelve en acto del que soy creador y ejecutante, tuyo exclusivo, en devenir constante, mi voz soy yo que se te entrega intacto. Escúchenme tus ojos al leerme, suéñeme el alma aún cuando el cuerpo duerme, permanece a mi lado, aunque tan lejos. Que las palabras que contigo empleo, ya sea en elocuencia o balbuceo, no son más que del alma los reflejos.
Los Angeles, 23 de julio de 1999
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234 - Volver a dormir
He perdido la luz al despertarme, sol evadido, opaco firmamento, aurora gris, paisaje macilento, y una ausencia que intenta desterrarme. Ni cantar puedo ya, debo callarme en esta soledad en la que siento barras de hierro, muros de cemento, que me impiden huir o amotinarme. Isla desierta, en negro mar perdida, hospitalaria y tan desconocida, poco esperando, tanto que ofrecer. He de volverme al sueño, en cuyo abrazo ni confusión habrá, ni habrá rechazo, para dormir sin nuevo amanecer.
Los Angeles, 25 de julio de 1999
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235 - Siempre distante
Bórrame los kilómetros hostiles que enmascaran tu rostro en la distancia, negándome la voz y la fragancia y el tacto de los senos juveniles. Tú y yo somos idénticos perfiles de imagen en extraña discordancia, sin tiempo, ni lugar, ni circunstancia, que vincule hacia un fin nuestros carriles. En la moneda en que yo soy anverso, tú estás al otro lado, en el reverso, y no somos capaces de tocarnos. Y aún pareciéndonos rodar unidos, somos en realidad desconocidos en un fútil intento de acercarnos.
Los Angeles, 25 de julio de 1999
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236 - Palabras
Tus palabras carecen de sentido, son símbolos vacíos, letra muerta, flotando sobre el alma, que no acierta a ver cuanto se esconde en el sonido. "Te deseo", "te extraño", "me despido", expresión enigmática e incierta si la sonrisa no se halla despierta o la mirada se nos ha dormido. La palabra es tan vana sin el gesto, tan inconsecuencial, como es el tiesto vacío, despojado de sus flores. Si has de decirme un día que me amas, dímelo en el momento en que derramas vigor, rumor, sudores y temblores.
Los Angeles, 26 de julio de 1999
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237 - Insomnio
Noche sureña, cálida, callada, húmeda noche hundida en inquietudes, noche en que el sueño en languidez eludes y a los sueños te entregas desvelada. Ya tu costumbre se durmió cansada en los brazos de sus ineptitudes, y ese fiero clamor de multitudes son tus sentidos a la desbandada. Tal vez la mano sin rubor prometa la gloria del deseo, tan secreta que tu mente la niega o la rechaza. Espera, que hacia ti marcha mi sombra, discreta y lúbrica sobre la alfombra, y a tu impaciente desnudez se abraza.
Los Angeles, 26 de julio de 1999
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238 - Brindaremos después
Lejano ayer, con miedo disfrazado bajo el temblor horizontal del vino, enturbiando el arroyo cristalino de tu mente, en paisaje encapotado. Aquella joven virgen ha llegado a ese crítico punto en el camino de la vida que exige un desatino, mas hoy sin el sentido amortiguado. Lenguas de fuego lamen hoy tu vientre, y abierta me suplicas que me adentre, y lo haré, de tu piel a tu cerebro. Pero esta vez, con claridad de ideas, para que en pleno regocijo veas esta fiesta de amor que en ti celebro.
Los Angeles, 28 de julio de 1999
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239 - Nueva dirección
Llamarás en la noche con tu oferta, y escucharás el silencioso olvido; que de tanto esperar quedé dormido, pero antes de dormir ya estabas muerta. Vuelve sobre tus pasos, que la puerta no se abrirá ni a aullido ni a gemido: más que ver el ayer restablecido prefiero el alma de pasión desierta. Y al despertar de la mañana fría, si revive en mis miembros la energía, tomaré mi bordón de peregrino; y sin plan, compañía, o equipaje, por el único gozo del viaje, emprenderé de nuevo mi camino.
Los Angeles, 30 de julio de 1999
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240 - In memoriam
John Kennedy Jr, Carolyn, Lauren
Un abrazo de nubes era el cielo, el aire una caricia alborozada, y el mar una pantera agazapada, con garras de coral y ojos de hielo. Corrió la noche su pesado velo sobre la ruta aérea extraviada, y el destino blandió siniestra espada degollando tres vidas en el vuelo. Oh juventud de arranque irresistible, ciega al riesgo, al error y a lo imposible, viendo inmortal lo que será fugaz. Icaro de alas de encerada pluma rompiendo la sonrisa de la espuma, para en el fondo descansar en paz.
Los Angeles, 30 de julio de 1999
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241 - Manos
Manos lejanas, en la noche inquietas, dibujantes en zonas escondidas de caricias efímeras, prohibidas, más seductoras cuanto más secretas. Oh, temblorosas manos indiscretas, en la imaginación atribuídas a personas tal vez desconocidas, a fiel amante, a inciertas siluetas. Manos soñadas en el cuerpo ajeno, de suave brisa o explosión de trueno, acogedoras o en total entrega. Oh qué ansiedad avanza en esas manos, tendidas hacia miembros tan lejanos, y de tu propia piel no se despega.
Los Angeles, 1 de agosto de 1999
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242 - A la espera
Vendrás envuelta en un temor ligero que no retardará al pie decidido, y el impulso que el tiempo ha adormecido resurgirá con su fervor primero. Ya se anuncia tu paso, pregonero de erupciones en mente y en sentido arrasadoras en su recorrido de mi paisaje, que se te abre entero. Antes de conocerte te esperaba, y entre saberte y verte agonizaba por querer sin tener mutuo contacto; Acércame el calor y la caricia, que no me satisface la noticia de tu venida, si no llega al acto.
Los Angeles, 2 de agosto de 1999
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243 - Unión
En permanente intento de abrazarte sin que mis brazos logren el intento; lentas las horas, el camino lento, agotado de tanto anticiparte. ¿Cómo este amor que nos mantiene aparte podrá sobrevivir, sin desaliento, tras la fugacidad de ese momento? ¿Por qué tenerte, para así dejarte? He penetrado tu alma en la distancia, y el día en que perciba tu fragancia desesperado te penetraré. Y prisionero de tus contracciones, no admitiré ya más separaciones, y en tí encajado permaneceré.
Los Angeles, 2 de agosto de 1999
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244 - Reprimida - I
Doncella soy, y muy a pesar mío. Qué carga tan pesada es la virtud, cuando las fuerzas de la juventud libran batalla en mí con fiero brío. Con fingido pudor miro y sonrío al hombre que me asedia, y mi actitud enmascara la absurda esclavitud en que solloza el corazón vacío. Labios, senos y muslos, campo yermo labrado sólo en sueños, mientras duermo, y en insomnio, con más intensidad. Tú, caminante, ¿no ves mis temblores? Suelta tus impetus arrolladores, y arrebátame la virginidad.
Los Angeles, 4 de agosto de 1999
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245 - Reprimida - II
¿Por qué, mujer, cuando te salgo al paso, ya con apasionado atrevimiento, o con dulce, gentil requerimiento, huyes del fuego vivo en que me abraso? Déjame ser el agua de tu vaso, recibiéndome en tí; deja a mi aliento entremezclarse al tuyo, que ya siento cómo de mí te colmo y te rebaso. Oh timidez equívoca y malsana, que vuelve a deplorar cada mañana la noble oferta rechazada ayer. Si no aceptas la mano que se ofrece, rosa que apenas nace palidece, cuando la quieras, ¿quién la irá a ofrecer?
Los Angeles, 4 de agosto de 1999
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246 - Envejeciendo - I
El tiempo te derriba de la cumbre, y aunque inmóvil, de tí mismo te alejas; año tras año en el camino dejas girones de la vida en podredumbre. Menos firmeza, más incertidumbre, transformados los cánticos en quejas, altas visiones en ideas viejas, la innovación en árida costumbre. Si miras hacia atrás es con la pena que tanto los recuerdos envenena como niega al futuro la esperanza. Cada tic tac en el reloj te advierte que llega la guadaña de la muerte, y tan cerca la ves, que ya te alcanza.
Los Angeles, 4 de agosto de 1999
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247 - Envejeciendo - II
De cien tierras he sido vagabundo, fue mío el aire que sobre ellas flota, y ninguna se me hizo tan remota que fuera exótica a mi propio mundo. Un repertorio tengo, amplio y profundo, de ideas y canciones. Cada nota, cada concepto con placer explota en el recuerdo de un ayer fecundo. No veo el fin si miro hacia adelante, que aún hay mucho que amar, y soy amante, y aunque el tiempo me empuje, he de vivir. Seguiré vagabundo entre mis cosas, y aspiraré el perfume de las rosas, de las rosas que saben sonreir.
Los Angeles, 4 de agosto de 1999

Poemas

Somos
Somos hijos del aire, que nos lleva en remolino ciego, nos sacude, nos hunde, nos eleva, y en decepción nos abandona luego. Somos hijos del mar azul y verde, que retrocede cada vez que avanza, que ofrece el beso, y pronto se nos pierde en la arena de la desesperanza. Somos hijos del sol y lo sombrío, del frío y del calor, somos un campo fértil y baldío, en que sembrar el odio y el amor. Somos en fin los hijos de la tierra, caminantes erguidos o arrastrados, en son de paz, o con clamor de guerra, jugando a la ilusión o a los soldados. Vamos con los demás codo con codo, pero con más frecuencia es a codazos, porque nuestra ambición lo quiere todo, aunque todo termine hecho pedazos. Pero llegará un día en que se iguale el débil con el fuerte, y sin saber vivir en armonía seremos todos hijos de la muerte,
Los Angeles, 21 de julio de 1999
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Por asalto
Las manos, antes cobardes, han adquirido firmeza, los ojos miran de frente, y hay un temblor en las piernas de vibraciones extrañas que bajo la piel navegan. Toca el instinto a rebato si las rodillas se besan, y al acecho el atacante mantiene la espada enhiesta. Hierve en deseos el aire, sobre la desnuda tierra, y narcisistas se miran los olmos de la ribera con temblores de reflejos en la superficie tersa. “No me hieras a mandobles, que no vengo en plan de guerra; traigo rendición firmada, entra en mi ciudad abierta. Si prisionera me quieres, no me hagas tu prisionera, atraviéseme tu espada, que es mejor que tus cadenas.” Revuelo de manos tibias bajo la ropa ligera, interpolación de muslos resbaladizos que encuentran cabalgada intermitente en interminable fiesta. Difícil determinar si entrar en la fortaleza debe hacerse por asalto, o bien cruzando la puerta; o a través de la muralla, con su portillo y su grieta. Rígido avanza el guerrero, asalta, cruza y penetra, espada vibrante, erguida, domina, ocupa, sujeta. Trae la paz una sonrisa, y se prepara otra guerra.
Los Angeles, 31 de julio de 1999
Diseño: Carmen Álvarez
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