Breverías
854
Si al mirarlo, mujer, ves al amigo,
sin ver la luz que irradia su semblante,
un compañero quedará contigo,
y habrás perdido tu mejor amante.
855
El paso de los años nos madura,
afina el tacto, lima la aspereza;
tanto de nuestra juventud perdura,
que es como si otra juventud empieza;
tal vez pierde en vigor, gana en dulzura,
y aún a veces se quiebra la cabeza;
mar que impulsa su edad contra el rompiente,
sol en longevidad incandescente.
856
Llevo un viento de siglos a la espalda,
inspirador de prácticas eternas,
reptando mi lascivia entre tus piernas,
y mi respiración bajo tu falda.
857
Los huesos de mi cuerpo se han trasladado al alma,
mi carne ahora es más suave, mi alma más resistente;
moldéeme su forma la cuenca de tu palma,
refugia en su estructura tu duda intermitente.
858
Juzgando tu palabra irreversible,
cimiento fue sobre que alcé mi torre;
y hoy a lo largo de sus muros corre
grieta que hace su masa insostenible.
859
Fuiste presagio, más que profecía,
después, sin ser olvido, no hubo nada;
y como luz de primavera, un día,
cuajó tu vida, límpida alborada;
sentí dentro de mí que amanecía,
sin conocer tu voz ni tu mirada;
y hoy, al tibio fulgor de las estrellas,
oigo avanzar tus pies sobre mis huellas.
860
Nunca he vivido días sin derrota,
y las victorias siguen ruta lenta;
ah, predestinación de Cenicienta,
harapos diarios, seda tan remota.
861
Caminante de pueblos y paisajes,
vagabundo del monte y la laguna,
cuyos pies han hollado en sus viajes
sendas pisadas sólo por la luna;
si nada iguala en tus peregrinajes
al rinconcito que meció tu cuna,
¿será que el amador itinerante,
regresará a su primitiva amante?
862
Un viejo tronco seco habrá en mi fuego,
rebasará mi copa un viejo vino,
un viejo libro para mi sosiego,
un viejo camarada por vecino,
un viejo perro fiel, con el que juego,
mientras que, viejo, acabo mi camino.
Y en esta mansa, idílica vejez,
tal vez estarás tú, tal vez, tal vez.
863
Un beso permitido, un beso dado,
ensoñación, nostalgia, gentileza;
ah, la magnética, sensual belleza
del beso ardientemente arrebatado.
864
Viejo es el viento, pero sigue errante
con el mismo tesón que el primer día;
sobrevuela en caricia susurrante
la blanca nieve, que persiste fría,
a la espera del sol, cíclico amante,
en cuyos brazos de oro se vacía.
Yo giro en torno de tu propia vida,
tú al sol desnuda, al viento retraída.
865
Fue amante, luego infiel, y sin embargo,
porque me amó y la amé, guardo un recuerdo,
dulce y triste a la vez, pero no amargo.
866
Leyendo sus palabras, al instante
creó mi oído el timbre de su voz,
sedosa, insinuante;
despliegue anchas las alas su albornoz,
y quien así me habló, me abrace amante.
867
Busco un alma de alquiler,
porque el amor no es constante;
¿querrás, mujer, ser mi amante?
Quien vivió en mí mismo ayer,
dejó la plaza vacante.
Sonetos
582 - Rencor
En exasperación y en decepciones
borda las frías sábanas del lecho;
y como única joya, sobre el pecho
cuelga collar de absurdas maldiciones.
Amó, fue amada, soslayó razones,
siempre ajena al olvido, que al acecho,
la rastreó, dejando al fin deshecho
su castillo de arena de ilusiones.
Y aquel fuego voraz que consumía
lento y suave su entraña, día a día,
se transformó en arrebatada hoguera.
No sabe del perdón ni de la calma,
sólo una fuerza hostil agita su alma,
la del rencor y la venganza fiera.
Los Angeles, 1 de marzo de 2002
583 - El quizás
Lleva estampado sello de esperanza
sobre la espalda, como acento agudo,
benévola amazona, cuyo escudo
duerme en tierra al costado de su lanza.
Anticipa, repliega, altera, avanza
su torso seductor semidesnudo,
y se aleja arropada en un saludo,
dejando al paso rastro de añoranza.
Mujer del puede ser, tal vez, quizás,
que te muestras, te ofreces y te vas,
remolcando promesas imprecisas.
El alma tengo ya mustia y cansada,
sin saber si está ardiendo o está helada,
mas desangrándose de tus sonrisas.
Los Angeles, 2 de marzo de 2002
584 - Señor y prisionero
Tendí la mano abierta como un puente,
que declinó cruzar. Quedé a la espera,
y la vi descender a la ribera,
para enfrentar a nado la corriente.
Llegó a mi lado, me miró de frente,
audaz, y al mismo tiempo zalamera;
eran sus ojos clara cristalera
sobre el fondo del alma transparente.
Y logré interpretar su tentativa:
“Vengo hacia ti por propia iniciativa,
sin ser llamada, sólo porque quiero.”
Enmudecí, pero acepté en el acto
que aún sin haber entre los dos un pacto,
triunfé y perdí, señor y prisionero.
Los Angeles, 2 de marzo de 2002
585 - Malentendido
Palabras hay que flotan en el viento,
como en otoño la hojarasca muerta;
cruzan en remolino nuestra puerta,
dejando sólo un rastro polvoriento.
Palabras hay de oculto ofrecimiento,
de inocuo aspecto y cópula encubierta;
si la mente no es ágil y despierta,
se desvanecerán con el aliento.
La tuyas se cruzaron con las mías,
y aunque yo las oí y tú las oías,
ni tú ni yo en verdad las entendimos.
Qué frustración fatal, qué desencanto,
buscar el mismo fin, quererlo tanto,
y ver que absurdamente lo perdimos.
Los Angeles, 2 de marzo de 2002
586 - Retorno
De entre la bruma del pasado has vuelto,
sombra serena, un tiempo atrás esquiva;
¿aún ciñes la armadura prohibitiva
camufladora de tu cuerpo esbelto?
Descúbrelo, preséntamelo envuelto
sólo en aire y en luz, que fugitiva
la vida podará esta hora furtiva,
si se agosta este afán sin ser resuelto.
Duda el hoy, y el mañana se arrepiente
del recelo de ayer. Este presente
es el único tiempo que tenemos.
Arranca los temores, pisotea
prejuicios e inquietudes, y espolea
tus propias ansias hasta los extremos.
Los Angeles, 3 de marzo de 2002
587 - En tu contacto
Yo sólo puedo ser en tu contacto,
sin ti ni me conozco ni me siento;
ir o venir, bregar o estar hambriento,
no son vivencias, son tan sólo un acto.
Producto sea de cerebro o tacto,
huérfano está de dignidad y aliento;
sólo si tú me inventas o te invento,
vida propia tendré, perfil exacto.
Soy parte escrita de brumoso drama,
y únicamente si alguien la declama
mi personaje al fin despertará.
Necesito tu voz, ímpetu y gesto,
tu carácter al mío yuxtapuesto,
y así, por ti, mi vida empezará.
Los Angeles, 4 de marzo de 2002
588 - Absurda, exacta idea
Tal vez te ausentes sin explicaciones,
o quizá en tu partida habrá un zarpazo;
ya con brisa o con sangre, tu rechazo
tapizará de sombra mis balcones.
En la penumbra, besos y canciones
de nuestro ayer, me tomarán del brazo,
hablándome de ti, mientras disfrazo
mi pesar bajo toga de razones.
Siempre se espera ver un desatino,
una bifurcación en el camino,
el miedo o el rigor de la jornada.
Mi propia lógica se tambalea;
¿muerto el amor? Qué absurda, exacta idea,
tan coherente y tan disparatada.
Los Angeles, 5 de marzo de 2002
589 - Único instante
¿Cómo una vida exiges por entero,
si dueño soy de tan exigua parte?
Sólo un momento de hoy puedo entregarte,
la huella de mi pie, mas no el sendero.
Ayer huyó; nos mira prisionero
desde el mural creado por nuestro arte;
mañana aún se refugia en el baluarte
que separa nacido y venidero.
No soy señor del mar, soy un navío
que ni mi surco puedo llamar mío,
dueño no más que de timón y vela.
Déjate amar en este único instante,
sin mirar hacia atrás ni hacia delante,
sin nostalgias, proyectos ni cautela.
Los Angeles, 9 de marzo de 2002
590 - Amputada de mí
Tan vital es de ti mi dependencia
como de sol y lluvia lo es la rosa;
amputada de mí, qué dolorosa,
qué vida a medias sufro en esta ausencia.
Se me desangra el alma; la conciencia
yace enterrada bajo fría losa,
siendo origen la amante, no la esposa,
de este deseo por la coexistencia.
Desarraigados tengo tantos años
del pasado, que miro como extraños
ansias, besos y abrazos de otros días.
Ven de nuevo hacia mí, que mis quimeras
se atrincheran detrás de altas barreras,
y no puedo, sin ti, llamarlas mías.
Los Angeles, 9 de marzo de 2002
591 - Inmortalidad
Me resisto a pensar que en el olvido
mi nombre anidará, como se queda
entre la verde fronda, en la arboleda,
al volar de los pájaros el nido.
Rechazo la noción de que, perdido
mi aliento, al claudicar mi última rueda,
cuanto viví, cuanto mi cuerpo hospeda,
quedará bajo tierra consumido.
Quebrado estará el eje en el carruaje,
señalando el final de mi viaje,
sus despojos pudriéndose a la sombra.
Y remontándome de entre las ruinas,
mi paso encauzaré hacia las colinas,
mientras la brisa nómada me nombra.
Los Angeles, 12 de marzo de 2002
592 - Tan blanca
Senté la operación sobre la mesa,
tácticas, objetivo, acto galante,
hora oportuna, gesto insinuante,
mirada, en fin, que la intención expresa.
Y al avanzar al punto en que se besa,
grácil, gentil, sensual, desafiante,
rompí todas las normas del amante
cazador en asedio de la presa.
Tan blanca y transparente era su vida,
que no pude en su libro, tembloroso,
trazar la rúbrica de mi deseo.
Y aunque la vi esperando, estremecida,
subordiné el afán voluptuoso,
y aun hoy no sabe con qué sed la veo.
Los Angeles, 12 de marzo de 2002
593 - Ausencia que se obstina
Para soñar nacieron las distancias,
que si el amante adormecido ahuyenta,
el insomne recorta o incrementa,
gozo o dolor, según las circunstancias.
Para morir nacieron las fragancias,
breve existencia que la brisa alienta,
y casi al punto de nacer aventa,
belleza envuelta en insignificancias.
Para amar y morir nací; no puedo
decir si es la agonía o es el miedo
lo que mi vida, o muerte, determina.
Miedo de evaporarme antes de verte,
agonía de amarte y no tenerte,
leve perfume, ausencia que se obstina.
Los Angeles, 13 de marzo de 2002
594 - Locura
Verdad de filo ensangrentado augura
abatimiento, y al dolor convoca;
dadme más bien efervescencia loca,
ven en tu absurda sinrazón, locura.
No me dejeis pensar; que si madura
el concepto en palabra, y desemboca
en hirientes verdades, se disloca
la simetría de mi arquitectura.
Que si ha de derrumbarse, lo prefiero
bajo el envite audaz del caballero
contra el gigante que otros ven molino,
que no bajo la lógica punzante
de quien se juzga sabio, y es pedante.
Traza, ardiente locura, mi camino.
Los Angeles, 15 de marzo de 2002
595 - Nuevo amante
Ya no es mi vieja primavera, amigo;
si un tiempo florecieron mis rosales
bajo su brisa y sol, de mis umbrales
se ha distanciado ya, y no la persigo.
Hoy que sus rosas granarán contigo,
que te murmurarán sus manantiales,
y rompiendo irá en cantos matinales
su despertar, como lo fue conmigo;
bésala hoy con el brío y la ternura
con que yo la besé; porque aún perdura
sobre su piel la huella de mi beso.
Y si acaso sorprende tu mirada
mi imagen en la suya reflejada,
deja en sus párpados el tuyo impreso.
Los Angeles, 17 de marzo de 2002
596 - Retorno
“La memoria no nos hace volver al pasado.
Al contrario, trae el pasado al presente.” (Bergson)
No regreso al pasado a recordarte;
para cruzar su linea divisoria,
se precisa el corcel de la memoria,
que ya descabalgué al abandonarte.
Pero el pasado se ha arrogado el arte
de la restauración, y en su ilusoria
infatuación, reinventará la historia,
como interpreterá el actor su parte.
Mi abdicación a recordar ha sido
estéril; el pasado ha dirigido
hacia mi fortaleza sus cañones.
Apareciste al fin, inalterable,
sentí mi ciudadela vulnerable,
y derrumbáronse mis posiciones.
Los Angeles, 17 de marzo de 2002
597 - Desequilibrio
Soy el alma del cuerpo del dolor;
bajo la piel, en venas de añoranza,
fluyen lágrimas de desesperanza,
y el corazón redobla su tambor.
Un día, entre mis manos, una flor
abrió sus pétalos en grácil danza,
augurándome idílica alianza
de sensibilidad, gozo y temblor.
Pero la danza pronto se detuvo,
y el equilibrio azul no se mantuvo,
gestándose fatídica avalancha.
Hoy mi íntimo castillo yace en ruinas,
quedan sólo en mis manos las espinas,
se encoge el alma y el dolor se ensancha
Los Angeles, 17 de marzo de 2002
598 - Tu hora
No ha llegado aún tu hora; en el jaral,
bajo la tibia y gris luz del ocaso,
me acecha agazapada, y a mi paso
hiere mi nuca su hálito animal;
como llegan las rosas al rosal,
o como emigran del rosal al vaso,
con urgencia de ráfaga, que acaso
languidece en el tallo o el cristal.
Tu hora se acerca, gozo y agonía
de la luz reventando al mediodía,
que en la tarde se quiebra y adormece.
Tu hora y la mía, mágico momento
de triunfo y de fracaso, breve intento
de amor que muere apenas aparece.
Los Angeles, 18 de marzo de 2002
599 - Vivir y morir
No nos morimos de una sola vez,
ni tampoco nacimos de repente;
somos ríos que arrancan de la fuente
sin saber disipar su fluidez.
Lucimos la rosada palidez
de quien nace a diario; y en la frente
surcos hay desprovistos de simiente;
vamos de desnudez a desnudez.
Cada día nacemos a la vida,
y cada día es una despedida,
tanto cuanto ganamos lo perdemos.
Al hoy, fugaz momento, encadenados
en cuna y ataúd, somos forzados
batiendo simultáneos ambos remos.
Los Angeles, 20 de marzo de 2002
600 - Fantasía
Vengo hacia ti en la noche, cabalgando
a lomos de flamígera utopía,
por el rastro de un sueño en que eras mía,
sin poder precisar dónde ni cuándo.
Si aún duermo, quiero persistir soñando,
que en el sueño te tengo todavía,
y al despertar puedo encontrar la fría
realidad de que no me estás amando.
¿Quimera en llama de espiral rojiza,
o actualidad yacente en la ceniza?
Dadme la fantasía, el espejismo.
Sordo el oído, la pupila ciega,
sobre ti el pensamiento se repliega,
te tengo al fin, estabas en mí mismo.
Los Angeles, 22 de marzo de 2002
601 - Ella
Al fondo claro del deseo, ella,
transparente de intento, al descubierto,
como en laguna tersa, a cielo abierto,
reverberan los guiños de la estrella.
Sin pudor, con sonrisa que atropella,
pero sin dar lugar a desconcierto;
lo dice todo sin hablar, y advierto
a través de mi piel su íntima huella.
Qué profundo silencio, y qué elocuente,
como si yo, rozándole la frente,
percibiera el latir de sus ideas.
Qué abrazo universal, que se me aferra
con la furia salvaje de la guerra
y el plácido vaivén de las mareas.
Los Angeles, 22 de marzo de 2002
602 - Ven, yace junto a mí
En la estación de la hojarasca, amiga,
en los meses de lluvia persistente,
en los días de viento intermitente
cuyo látigo el rostro nos fustiga.
Cuando la nieve pertinaz obliga
a añadir otro leño al leño ardiente;
al percibir que lo único presente
es la ausencia, el deseo y la fatiga.
¿Qué mérito es amar en primavera,
entre rosas, al pie de la palmera,
o en la inmóvil molicie del estío?
Quiéreme ahora, mujer, en este invierno
que al golpear mis puertas se hace interno;
ven, yace junto a mí, que tengo frío.
Los Angeles, 22 de marzo de 2002
603 - Tú, mi frontera
Mis fronteras son hoy tus realidades:
Tu piel desnuda y cálida en que anido,
tu voz, que a las demás convierte en ruido,
mirada que disuelve oscuridades.
Superadas amnesias, soledades,
e indecisiones, ya no estoy perdido;
cercado estoy, tal vez esté vencido,
y atado al nudo de ambas voluntades.
Derrotas hay mejores que victorias,
y olvidos preferibles a memorias;
si arrollado me vi, feliz me veo.
Las furias de mi carne clamorean,
cuando sus brazos suaves me bordean,
y con los míos firmes la rodeo.
Los Angeles, 24 de marzo de 2002
604 - Eres libro
Eres libro que tantos han leído,
pasando efímero de mano en mano;
gris y trivial, como lo cotidiano,
prestado y visto, pero no adquirido.
Libro que uno abandona, distraído,
sobre la silla al sol, sobre el piano,
entre viejos folletos de verano,
en el oscuro acervo del descuido.
Hoy yo interceptaré esa trashumancia
recogiendo, a través de la distancia,
los fragmentos de ti que andan dispersos.
Restauraré plegado y rasgadura,
revocaré su texto, y con ternura
escribiré en sus páginas mis versos.
Los Angeles, 25 de marzo de 2002
605 - Brutal perfil
Ni camelias, ni rosas, ni claveles,
que ajenos son, y no me representan;
color, fragancia y pétalos se ausentan
cuando el viento desata sus corceles.
Te ofrezco las miserias y las hieles
que en el baúl de la memoria alientan,
las dudas y el dolor que me atormentan,
mi alma glacial, para que la deshieles.
No esperes de mí flores, sino espinas,
no torre señorial, sino mis ruinas,
sólo puedo brindarte lo que soy.
Si mi perfil brutal no te intimida,
abierta está la puerta de mi vida,
tu mano cálida esperando estoy.
Los Angeles, 25 de marzo de 2002
606 - Frente a frente
A ti he llegado en un zigzag de intentos,
incapaz de indagarte en línea recta;
a tu espíritu el mío se conecta
como relámpago arañando vientos.
Grácil e inamovible en tus cimientos,
tan segura de ti, que se detecta
la reclusión de la mujer perfecta,
que repudia o ignora atrevimientos.
Pero al llegar a ti, mis presunciones
se desplomaron; tantas perfecciones
fueron ciego producto de la mente.
Ni eres la diosa en cuyo altar me inmolo,
ni yo sombra servil; somos tan sólo
una mujer y un hombre, frente a frente.
Los Angeles, 25 de marzo de 2002
607 - Contradictorio amor
Voz de brisa y rugido de montaña,
tibia caricia y rojo desenfreno,
cálido brindis y letal veneno,
es tu estilo, rasgándome la entraña.
Tu beso a veces la mejilla araña,
y me besan tus uñas en el seno,
tu susurro me impacta como trueno,
tu arrebato es quietud que me acompaña.
Amor de discordantes emociones,
amalgamadas en contradicciones,
con qué osadía el corazón te admite.
La sensatez de la razón no alcanza
a interceptar la infiltración, que avanza,
y a través de fracasos, se repite.
Los Angeles, 27 de marzo de 2002
608 - No te quiero soñar
Nunca tus rasgos flotan en mi sueño
indagando mis íntimas guaridas;
sólo hay sombras sin piel, desconocidas,
que por frías y anónimas desdeño.
Al despertar, reapareciendo dueño
de mi razón y voluntad dormidas,
grácil bajo mis párpados anidas,
como la llama que se aferra al leño.
No te quiero soñar en inconsciencia,
sólo en desvelo, porque tu presencia
deviene más real, menos ficticia.
Y me parece que tu amor lejano
sobre mí extiende el roce de tu mano,
que a través de la mía me acaricia.
Los Angeles, 28 de marzo de 2002
609 - Mi voz, que por ti suena
Provienes de la luz, aunque sombría
descargue en ti la noche su techumbre;
vienes de la montaña, y a su cumbre
me ha de llevar tu ardiente fantasía.
Has salido del mar, mansa y bravía,
en libertad y eterna servidumbre;
te derivas del fuego, cuya lumbre
amenaza inflamar mi compañía.
Quiero hacer un vergel de tu infortunio,
y de tu oscuridad un plenilunio,
quebrantar los grilletes de tu pena.
Y en mar y sol, montaña y fuego ardiente,
ímpetu, luz, ensueño y pasión, siente
el temblor de mi voz, que por ti suena.
Los Angeles, 28 de marzo de 2002
610 - Bebe hasta el fondo
Se me desborda el vino de la copa,
sangrando entre los dedos hacia el suelo;
ofrecido está el brindis; y es tu pelo
la única vestimenta que te arropa.
Ven a beber, que el corazón galopa
sobre el llano del pecho, y un revuelo
de atavíos de seda y terciopelo
flanquea ya el hatillo de mi ropa.
Se me desborda, y hay labios sedientos
prestos a recoger los sentimientos
que a manera de vino rojo fluyen.
Embriágate, mujer, bebe hasta el fondo
cuanto en el alma flota, cuanto escondo,
cuanto hacia ti mis fuentes distribuyen.
Los Angeles, 28 de marzo de 2002
611 - Sólo hay cenizas
Estoy vivo, y no sé, ni me interesa,
de qué me sirve desgranar los días;
las más absurdas fantasmagorías
han perdido el carácter de sorpresa.
La edad es azagaya que atraviesa
júbilos, esperanzas, rebeldías,
torna ilusiones en melancolías,
y clava el labio que bendice o besa.
El tiempo se nos va, se está muriendo
como un susurro, más que con estruendo,
en la quietud de arenas movedizas.
El viento del cansancio apagó el fuego,
con su nube de polvo quedé ciego,
ya en el fondo de mí sólo hay cenizas.
Los Angeles, 28 de marzo de 2002
612 - Inmóvil en tu roca
“Rosa fresca, rosa fresca,
tan garrida y con amor,
cuando vos tuve en mis brazos
no vos supe servir, no;
y agora que os serviría
no vos puedo haber, no”. (Romance viejo)
Erguida en el silencio impenetrable,
fortificado islote, rosa roja
que en alambre de espino se deshoja,
sinfonía de piel, tersa, intocable.
Te vi, te hablé, y en mi alma vulnerable,
que de ansiedades nunca se despoja,
reventó el surtidor de la congoja
horadándome fiero como un sable.
Y no supe besarte al despedirte
como hubiera querido, ni decirte
las palabras trabadas en mi boca.
Y hoy que diría, haría y besaría,
no sé recuperar tu compañía,
sirena aislada, inmóvil en tu roca.
Los Angeles, 29 de marzo de 2002
Poemas
Uno escribe y otro lee
Exiliado de tus noches, que eran mías,
me acompaña el aislamiento de mí mismo,
y el mundillo de mis propias fantasías,
añoranza de bohemias rebeldías,
madrugadas de sonrisas, de erotismo.
La palabra no era entonces corroída
por equívocos, exóticos sentidos;
fue después cuando debió ser escogida,
repensada, analizada y revestida
de disfraces farisaicos y fingidos.
Sentenciamos el bloqueo al pensamiento,
y los labios desmintieron las ideas,
desdeñaron la expresión del sentimiento,
gravitando en nuestra espalda un cargamento
de naufragios afectivos y peleas.
Para mentes tan ingenuas, tan variables,
tal vez no hay otro camino, otro sistema,
que abocar a la ruptura. Dos culpables
tan entera y mutuamente inolvidables,
que uno escribe y otro lee este poema.
Los Angeles, 9 de marzo de 2002
Mis gritos
Me estoy tragando los gritos
que nadie quiere escuchar,
y con sangre han de quedar
en la piel del alma escritos.
Hay demasiadas mordazas,
disfrazadas de preceptos;
y demasiados conceptos
temerosos de las plazas.
Aún subsisten ciertas leyes
que nos mantienen esclavos,
castración de toros bravos
para labrar como bueyes.
Si promete el candidato
lo que no intenta cumplir,
y tú le haces elegir,
¿quién será más insensato?
El crítico cada día
deviene más arrogante,
y el poeta petulante
no entiende su algarabía.
La espátula del pintor,
paleta y pincel deliran,
y los idiotas le admiran
como genio precursor.
Un hombre semialfabeto
mueve el esférico a coces;
le corean cien mil voces,
y obtiene plata y respeto.
Pero quien del pensamiento
sabe ampliar la frontera,
logra sueldos de madera,
y reputación de viento.
Deshoja el hombre el misterio
oculto en ajena rosa,
y no acepta que su esposa
se adorne del adulterio.
Y si el amor del marido
la mujer de noche esquiva,
¿cómo él no irá a la deriva
gustando el fruto prohibido?
El jefe que sobrepasa
o abusa su autoridad,
compensa la dignidad
que se le niega en su casa.
Quien trabaja malgastando
su tiempo o su obligación,
es tan abyecto ladrón
como quien lo hace atracando.
Que en aire o arena escrito
el derecho de otros quede,
mientras el nuestro procede
a ser tallado en granito.
Sólo vemos lo que admite
nuestra propia conveniencia,
en el triunfo, intransigencia,
y en la derrota, desquite.
Y así hacemos el sendero,
con voz, pero sin oído,
para los demás, descuido,
para nosotros, esmero.
Por eso trago los gritos
que nadie quiere escuchar,
y con sangre han de quedar
en la piel del alma escritos.
Los Angeles, 19 de marzo de 2002