Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Besos lejanos

Índice

Sonetos:
Náufrago soy Café irlandés Calla Besos lejanos Vino espumoso Amanecer en Teverga Luz y sombra Razón y voluntad Superación
Poemas:
Acóplate Hijo Visión Estelas Depresión
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Breverías

904
Prófugos besos, abandonadores, en cuyas alas la pasión dormita; besos que apenas muestran sus colores, como quien sólo pasa de visita.

905
En la distancia proliferan dudas, como hongos en lluvioso atardecer; sobre tus ojos hoy nubes reanudas que no cesan amargas de llover; lágrimas lentas, pertinaces, mudas, que renuevan las pérdidas de ayer. Cuando el dolor a renunciar te invite piensa que el gozo a veces se repite.

906
Tal claridad tuvimos, tal confusión me aqueja, que aún sabiendo mi norte, desconozco el camino; me percibo más hábil a enredar la madeja que a formar el ovillo; qué ilógico destino.

907
Al borde del amor viví la vida, sin adentrarme, por temores vanos; y hoy que mi edad al báculo convida, cómo te aman mi espíritu y mis manos.

908
Un cementerio dentro de mí duerme de nombres que llamé, labios besados, de nostalgias, de sueños malogrados, que tú enterraste al decidir quererme.

909
Me has descubierto lágrimas de aflicción y ternura que nadie ha presagiado, ni supe que tenía; hoy sin freno las dejo, y cada una procura saber cómo decirte cuanto yo no sabría.

Sonetos

640 - Náufrago soy
Mis ojos ven cada mujer que pasa luciendo por la calle su belleza, con desidia indolente que bosteza, no con deseo lúbrico que abrasa. Sólo en ti vence, en las demás fracasa mi voluptuosidad; no me tropieza otro que tu recuerdo, y de tristeza de tu carencia, oscura está mi casa. En tu mirar mis ojos irrumpieron, y tan sedientamente te absorbieron, que ya no intentan nuevas direcciones. Náufrago voy sin ti, de tal manera que no me aferraría a otra madera procedente de ajenos galeones.
Cantabria, 2 de junio de 2002
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641 - Café irlandés
Café irlandés, mezclado en La Cantina con aleación de fuego y de primores; no son color, aromas y sabores lo que su clase y gloria determina, Sino la suave mano femenina que transmite latidos y temblores; al gustar su sabor, no te enamores, que otra imagen radica en su retina. Esa mujer que va de mesa en mesa, mira, sonríe, atiende, mas no besa sino a quien la consigue estremecer. Mujer que esconde bajo la corteza una íntima nostalgia, una tristeza que nadie, salvo yo, logra entender.
Cantabria, 3 de junio de 2002
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642 - Calla
Déjame en ignorancia, no en olvido, sin aludir al trato que le has dado; calla si te besó, si le has besado, manténme en la ilusión de lo vivido. No quiero despertar, si estoy dormido, ni descubrir que, cuanto fui a tu lado, es la flor de una noche que he soñado, de tu campana el último tañido. Rasgue el alma la daga sigilosa del silencio que omite, y que dudosa se debata la mente en conjeturas. Porque esa incertidumbre da esperanza de que el peligro visto en lontananza yerre aungurando tantas desventuras.
Cantabria, 4 de junio de 2002
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643 - Besos lejanos
Tantos besos se engendran en mi boca, sin nacimiento, sin destinatario, como rosas que amante solitario plantar pretende en la desnuda roca. Tan insistente mi ilusión convoca fechas, con nombre de mujer, y horario, pero desnumerado el calendario, en mar de cuadros blancos desemboca. Besos que desesperan, y te gritan, y al fin en soledad se me marchitan, cómo quisiera dártelos, amada. Sin ellos y sin ti, qué dura suerte; sólo en mis sueños logro poseerte, a ti abrazado hasta la madrugada.
Los Angeles, 13 de junio de 2002
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644 - Vino espumoso
Cada burbuja es la prisión dorada de un ángel en ascenso a su destino; es el espíritu sensual del vino que alterna entre la boca y la mirada. Como si al margen de la madrugada se elevara el rocío en remolino, y en leve cosquilleo clandestino todo lo hiciera sin decirnos nada. Se hace beber tan sigilosamente que el convidado extático consiente a cuantos riesgos dicta el paladar. Creado de sonrisas y de espuma, tiene la ligereza de una pluma, y el rumor inequívoco del mar.
Los Angeles, 16 de junio de 2002
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645 - Amanecer en Teverga
Se desborda la luz en las cortinas, y persiste el abrazo adormecido, aunque la última sombra ha dimitido desvaneciéndose por las esquinas. Pero aún vive la noche en tus retinas, cada párpado un pétalo vencido, y en su niebla de sueños sumergido el recuerdo de ayer arremolinas. El día no te niega un nuevo gozo, pero cada hora que huye es un sollozo, y por eso te impides despertar. Duerme, mujer, mientras te abrazo y velo, manténme vinculado, mientras vuelo por el silencio azul de tu soñar.
Los Angeles, 17 de junio de 2002
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646 - Luz y sombra
Quiero pensar, debo tener fe ciega de que si hay sombra no ha de ser de acero; que si imparte al paisaje un tono austero, al fin sobre sí misma se repliega. Y que la luz que fulgurante llega con vigor matinal, hará el sendero menos desolador, más llevadero, hacia la meta en que el amor se entrega. A veces te veré con el plañido de quien en soledad y oscurecido siente que se le fue la primavera. Hoy te veo en la luz, feliz, radiante, con la sonrisa abierta del amante que ve el pasado y el mañana espera.
Los Angeles, 22 de junio de 2002
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647 - Razón y voluntad
Tenía una sonrisa tan desnuda que al mirarla, perplejas y envidiosas, desprendían sus pétalos las rosas, quedando el tallo en mueca fría y muda. Tenía esa mirada azul que anuda placidez e inquietud en luminosas, inmóviles descargas, tan gozosas como impregnadas de dolor y duda. Y una reserva tal de amargo llanto, y una alegría tal, y un tal encanto, y tan dinámica sensualidad, que sin titubear me uní a su vida, y en la distancia, o junto a mí tendida, me di, se dio, razón y voluntad.
Los Angeles, 23 de junio de 2002
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648 - Superación
Te acaricié con mano lacerada por relieves extraños, por estrías talladas en tu piel en otros días por otra piel también enamorada. Llegaron al umbral de tu mirada mis ojos, y en las hondas galerías de tu alma, otras pupilas, no las mías, amenazaban súbita estocada. Repetí mis caricias insistente hasta volver tu piel, pura, inocente, sin otros rastros que mis propias huellas. Y te miré hasta que la sombra ajena palideció y se fue, y hoy estás llena sólo de mí, sin dudas ni querellas.
Los Angeles, 24 de junio de 2002

Poemas

Acóplate
Llueven tus senos sobre mí oscilantes, resbalando en la cuenca de los muslos. El placer, de puntillas sobre el cuerpo, quema un sendero oculto. Hay un sueño de labios sobre el vientre, de labios vagabundos, frescos de sombra y humedad, como alas de rosas deshojadas al crepúsculo. Y remolcas cerezas ya maduras por invisibles surcos, sobre la piel del pecho, hasta el cuello desnudo, paréntesis de nardo en las mejillas, para la boca alternativo fruto. Se aglomeran en súbita cadencia latidos en tumulto, rojos de sangre en corazón inquieto, convulsivos en torno al sexo duro. Acóplate, mujer, en fluctuantes, recíprocos impulsos, que en tus entrañas he de atrincherarme, y a ti, en cautividad, me catapulto.
Cantabria, 5 de junio de 2002
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Hijo
Me arrancaron de cuajo media vida, vida que yo gesté, en enfrentamiento a voluntad mediocre, timorata, que en su interés la hubiera descompuesto. Fui instrumento, más bien que compañía, más que volante, rueda de repuesto, útil no más para cubrir demandas en las necesidades del momento. Pero llegó la vida, y fue mi entraña erigiéndose en templo, y me negué a abatirlo o profanarlo a la sombra del miedo. Yo no escogí a mi niño, pero vino, y le acepté sin dudas ni lamentos; le hice mío, tan mío que aún ahora se estremecen por él todos mis huesos. Y se colgó como un racimo de oro de las fértiles puntas de mis senos. Le vi crecer, aventurando mi alma con cada tambaleo; desbordando mi gozo con cada nueva oferta de su afecto; mis ojos deslumbrados por el semblante de jazmín risueño; y en mis oídos resonando el tono de sus incoherentes balbuceos. Y me lo arrebataron, con abuso de poder, de juristas y de enredos, e incapaz de luchar a esos niveles, en desesperación y angustia muero. Cuánto llanto mis ojos han sangrado con cada obstáculo, y en cada empeño, abierto o subrepticio, de oir su voz, de percibir su aliento. Me han saqueado el alma, me han robado la vida; mi cerebro sigue apagando velas, y es de noche cada vez que le pienso. Me invade ciega, exasperante angustia, y en la desesperanza desfallezco. Oh, si supieras el sollozo amargo de esta madre en despótico destierro, que clama por la luz de tu sonrisa, por tu palabra, por tu abrazo y beso. Cómo maldigo a quien robó esta vida. No sé si en mis deseos hay odio, muerte, destrucción o ruina, o si es combinación de todos ellos; mas a ti va, en separación u olvido, la red de mis vigilias y mis sueños.
Granada/Madrid, 6 de junio de 2002
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Visión
Vi tus ojos, dos ríos inmensamente largos, que inician nuevos cauces en mi paisaje interno; de sus aguas degusto sabores dulceamargos, su corriente me arrastra, por ellos me gobierno. Vi tus brazos, dos ramas que vinculan y amparan, espacio del reposo, venero de temblores; expresan en silencio, y en tumulto preparan esa calma segura que excluye los temores. Vi tus senos, destino de trémulos contactos, exhuberantes rosas en plena floración; donde acciones de infante se transforman en actos de madurez sedienta, de sexo y corazón. Vi el yugo de tus muslos sobre mi cuello uncido para labrar la tierra sedienta de cosecha; como hábil campesino que cae desfallecido sobre la húmeda greda que su semilla estrecha. Y viéndome en los ríos, colgado de las ramas, deshojando las rosas, arrastrando el arado, sentí en mi entraña un brío que, reventando en llamas, dejó en tu propia entraña cuanto yo soy, clavado.
Los Angeles, 10 de junio de 2002
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Estelas
Hay en tus labios besos como ráfagas de aire; te los dieron un día, llevan nombres de nadie. Tienen el gusto extraño de las ambigüedades, los percibo en mi boca, pero ignoro a qué saben, como quien ve la huella anónima en la calle. Si me rozan sus alas, aunque por un instante, qué lluvia silenciosa desde mis ojos cae. Si la llama ligera de su evocación arde sobre mi piel, parece tan lenta en apagarse. Si el soplo de su aliento sobre mi rostro esparce equívocas caricias, cálidas humedades, siento borrasca fiera que arrasa los pinares. ¿Cómo podré borrarlos? ¿Con qué garras mentales podré rasgar tus labios, lograr que se desgaste la impronta de otros tiempos, y con la propia sangre de mis labios, cubrirlos, y en paz al fin amarte? Ay qué inciertas las aguas que corren por el cauce de tu boca, qué estelas tristes, aunque fugaces, arrastran. Quién pudiera verlas desdibujarse.
Los Angeles, 12 de junio de 2002
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Depresión
Cansada estoy, con mente y pies de plomo, el alma en vacuidad, brazos desiertos, los júbilos de ayer emergen muertos, y en la tierra que piso me desplomo. El gentío en mi entorno, tan ausente, tú, tan lejano, y tan en mí arraigado, el silencio en las lágrimas trabado, la soledad de noche a mí adyacente. En la sombra camino, en la ribera de un mar sonoro que me escucha y llama, y sobre mis recuerdos se derrama. su larga voz, confidencial, sincera, Qué dificil romper el ciclo amargo de alejamientos, pérdidas, rupturas; cómo estrangulan estas amarguras que en el sarcófago del alma cargo. Y al contemplar los rasgos de tu cara, tácitos gritos de tu imagen muda, en los ojos el llanto se reanuda, en el alma la sombra se declara. Yo no he cavado el foso que me entierra, otros lo abrieron para mí, crueles; se llevaron la miel, y sólo hieles de incomprensión mi paladar encierra. Tal vez estoy al fondo del barranco, tal vez al borde, a punto de caer; ¿por qué siempre me toca a mí perder, siendo de toda desventura el blanco? Oh, si a mis brazos te reincorporaras, si como ayer te tuve, hoy te tuviera, cómo este invierno fuera primavera, cómo esta oscuridad, mañanas claras. Mantén la mano que acunó mi seno aislada de esporádico contacto; que en piedra, y fuego, y piel se firmó un pacto, y a cumplirlo te exhorto y me condeno.
Los Angeles, 15 de junio de 2002
Diseño: Carmen Álvarez
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