Breverías
971
Si únicamente bella, con sólo una mirada
absorbería el pleno de tu suntuosidad;
mas tal es la opulencia dentro de ti encerrada,
que necesito tiempo, tal vez eternidad.
972
A golpes de amor forjada
en la fragua de Vulcano,
mezcla de cuerpo pagano
y de alma divinizada.
Si la montaña irritada
te expulsa en lava y ceniza,
en tanto que se desliza
tu figura en la ladera,
serás, entre fuego y cera,
contorno que se humaniza.
973
Donde el amor extiende su frontera,
allí nace el vacío;
y en él, de noche, en soledad, en frío,
hemos de estar cuando el amor se muera.
974
Viniste a mí impulsiva y desarmada,
y te usurpé una parte de la vida;
parte que es mía ya, que va vestida
del color de los sueños en mi almohada.
No podré devolvértela aunque un día
me des la espalda y, sin volver la vista,
desandes el camino; cada arista
de su contorno ya no es tuya: Es mía.
975
No me alcanzaba cuanto tuve ayer,
y a tantas puertas acudí, mendigo;
ahora que me rebosas, soy contigo
todo cuanto en la vida aspiré a ser.
976
Más amplia que los ojos, la mirada,
más amplia que la mano, la caricia,
y esta avidez feroz que te codicia,
qué amplitud de embestida refrenada.
977
Cuanto tengo, las cosas más triviales,
evocan tu recuerdo en añoranza;
y entre ellas oigo el canto de esperanza
que escuchan en otoño los rosales.
¡Quién te tuviera aquí, quién te tuviera!,
amor, si temporal, de temple eterno,
para entibiar las nieves de este invierno,
tú, mi gentil, perenne primavera.
Sonetos
688 - Desvelo
Desnuda estás. La noche se ha vestido
de ausencia y soledad. Nadie te mira.
Arde tu lecho, y tú, sobre la pira,
inmolada a los dioses del olvido.
Tu silencio no es calma, es alarido
de cuerpo insomne que incesante gira
en las horas sin fin; es llanto, es ira,
por sentir sin sentido tu sentido.
Sembrada está tu piel de sensaciones,
madura ya la mies de las pasiones,
pero no hay labrador para la siega.
Ah, tus espigas altas y doradas,
irrigadas con lágrimas de almohadas,
qué trémulas esperan en tu vega.
Los Angeles, 15 de noviembre de 2002
689 - Madurez
No seas primavera irreflexiva,
lenta en venir, en emigrar ligera;
no te quiero tan sólo mensajera
de polícroma gracia fugitiva.
Fragancia, pétalo, opulencia viva,
superficial belleza: Primavera;
vacío, estéril fondo, compañera
que a través de la forma nos cautiva.
Bienvenida la flor si aporta el fruto,
la entidad, además del atributo,
el alma en el reverso de la piel.
Dame el racimo de oro, el rubio grano,
en madurez de otoño o de verano,
y olvidaré la rosa y el clavel.
Los Angeles, 16 de noviembre de 2002
690 - Con ojos de dolor
Con ojos de dolor miras, amando,
y es el amor más triste el más sincero,
como aventaja el último al primero,
éste a la espera, aquél desesperando.
Con ojos de dolor...; quién sabe cuándo
se agotará el retén de ese granero
de lágrimas, y el brillo del lucero
del gozo asuma en tu pupila el mando.
Y al asumirlo, el canto alborozado
de las risas habrá desentrañado
conmociones que apenas recordabas.
Con ojos de alegría has de mirarme,
pero no sé si lograrás amarme
como cuando al mirarme sollozabas
Los Angeles, 17 de noviembre de 2002
691 - Lejos de ti
Desde la oscuridad de mi destierro,
lejos de ti, alzo la voz en grito,
sangrando sentimientos por escrito,
y estrangulada en soledad de hierro.
Sufrí tanto naufragio, tanto entierro,
ignorando cuál fuera mi delito,
que en este mundo angosto que ahora habito,
eres la tabla y vida a que me aferro.
Al dormirse la luz sobre mi lecho,
duermes conmigo, pero no te estrecho,
cuerpo ausente, recuerdo enamorado.
Eres arduo dolor, profuso gozo,
mansa sonrisa, trémulo sollozo,
tan lejano de mí, tan a mi lado.
Los Angeles, 21 de noviembre de 2002
692 - MSM, ICQ
Tu silencio es figura de la muerte,
de esa muerte temida, no la mía,
mas la tuya, dejándome vacía
de cuanto tu alma sobre mi alma vierte.
Tanto de ti dependo, que soy fuerte
sólo si tu palabra es compañía;
si tu voz se oscurece, mi alegría
naufraga en llanto al miedo de perderte.
Háblame en tonos negros, verdes, rojos,
que escucho tus palabras con mis ojos;
no abandones en blanco la pantalla.
Tu voz está en las yemas de tus dedos,
y su inacción despertará los miedos
de haber perdido mi última batalla.
Los Angeles, 25 de noviembre de 2002
Poemas
Como el aire
Nadie ha trazado las rutas
que debe seguir el aire;
no es peregrino que labra
con razones el viaje,
y opta por sendas directas
entre inicio y desenlace.
El aire no lleva mapas,
ni brújulas, ni equipaje;
tiene el afán caprichoso
del joven irresponsable,
dando traspiés y empujones
en plazoletas y calles,
golpeando en las ventanas
y alborotando portales.
Vagabundo sin destino,
de andar por andar, sin planes,
al manso paso de brisas,
jugando en los olivares,
al trote de la brigada
ciega de los vendavales,
al colérico galope
de galernas y huracanes.
No tiene freno, no hay bridas
que le ciñan a un paisaje,
sólo espuelas hostigando
nuevas prisas trashumantes...
Yo también he sido libre,
sin fronteras, como el aire;
pero hoy el dios de los vientos,
como hiciera a Ulises antes,
ha encadenado los potros
de mis ráfagas salvajes,
confinando sus impulsos
a los odres de mi amante.
Los Angeles, 16 de noviembre de 2002
Tu árbol
Arbol soy que ha enterrado en ti raíces,
tu savia absorbe, distribuye y llena
tronco y ramas, cada hoja, cada vena,
toda tú en mí, tu esencia y tus matices.
Inmóviles mis pies bajo la tierra
para negarme opción de alejamiento;
sólo te abrazo a ti, y abrazo al viento,
que su lamento entre mi fronda encierra.
Qué silenciosa estás, qué posesiva,
aferrándote a mí en compacto abrazo,
como quien teme el riesgo del rechazo;
si sólo por ti soy materia viva...
Contigo he de quedar hasta que el filo
del hacha despedace mi firmeza,
y sobre ti caeré, pieza por pieza,
y triste partiré, pero tranquilo.
Porque viví de ti, por ti, contigo,
y aunque la muerte me arrebate un día,
mi raíz quedará en ti todavía,
y en cierto modo vivirás conmigo.
Los Angeles, 17 de noviembre de 2002
La sonrisa del mar
La seriedad del mar se descompone
en la sonrisa de la blanca espuma,
como nereida ingrávida que impone
su dulce carga en levedad de pluma.
Se hunde la luz del sol en lejanía,
se hunde el silencio de la tarde calma,
se hunde en el agua verdiazul el día,
se hunde en el fondo de mi alma el alma.
Y la espumosa náyade de plata,
surgiendo desde el fondo del abismo,
descabalgando su ola, me rescata
de mi propio silencio, de mí mismo.
Los Angeles, 18 de noviembre de 2002
Triángulo
Exige el tacto rozadura y beso
del sexo opuesto en exclusivo lazo;
pero a veces reclama el contrapeso
de una tercera parte en el abrazo.
Oh, la belleza triangular del nexo
que une al hombre, a la amante y a la extraña,
a aquélla por amor, a ésta por sexo,
en simultaneidad que a nadie engaña.
Y el encanto sensual de cada dama,
concediéndose mutua transferencia
de voluptuosidad, sobre una cama
que tres comparten sin interferencia.
¿Quién más experto en las furtivas artes
de la satisfacción en el placer,
que la mujer que ve sus propias partes
al explorar la piel de otra mujer?
¿Y qué mejor educación o escuela
para el hombre inexperto, (¿no son todos?),
que observar cuanto en ellas se revela
de exquisitez, fogosidad y modos?
No serán dos, aunque pudieran serlo,
activos, sin pudor, participantes;
puede el tercero detenerse a verlo,
o simplemente unirse tres amantes.
En rotación continua, entretejidos,
en directo, en anverso y en reverso,
sin tabúes cohibiendo los sentidos,
uniendo lo inocente a lo perverso.
Yo acuñare mis besos sobre besos
que ella ha dejado en ti, con los sabores
que ella misma dejó en mi boca impresos,
mas sólo captarás tú mis temblores.
Y tus besos caerán sobre la senda
que ella misma imprimió al acariciarme;
y llevarán su aroma, mas tu ofrenda
será mejor, porque has sabido amarme.
¿Y los celos? ¿Podrás desenredarte
de sus marañas? Al llegar la hora
en que la unión más pura se comparte,
¿serás quien goza al contemplar, o llora?
Te amo dulce, sensual, tierna, lasciva,
y te amaré con huella de mujer;
mas con la misma huella en mi piel viva,
¿me adorarás mañana como ayer?
Los Angeles, 25 de noviembre de 2002