Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Regresos

Índice

Sonetos:
Anoche Tiempo Dualidad Mi sendero Voces De regreso Bar Mañana de lluvia
seperador

Breverías

1280
Ay, aspirante a soñador, que temes ciertos sueños de hueca oscuridad; por más que gimas, huyas o blasfemes, se te han de convertir en realidad.

1281
Poblado estoy de ti, soy el terreno que tu mente adoptó, tu pie ha pisado, cuyo paisaje, ya de rosa o trueno, como tú le adoptaste, te ha adoptado.

1282
Detén, si quieres, la palabra amable albergada en tus labios elocuentes; no detengas la mano, que ella me hable su lenguaje de muslos divergentes.

1283
Oh, la paz del espíritu tranquilo, campos en flor, serenidad dorada, silencio, inercia, suavidad, sigilo… ¡Dadme la madurez alborotada!

1284
Tanto te ocultas, tanto te defiendes, ¿quién tu enemigo, a qué le tienes miedo? Sólo traigo un retozo en cada dedo, y una lengua de fuego. ¿No lo entiendes?

Sonetos

1195 - Anoche
Viniste anoche abanderada en sueño que no deja dormir; visión, quimera, fraguadas cada día, que uno espera ver alzarse del molde del diseño. Llegaste a mí, que sólo he sido dueño de espejismos, sellado en la ceguera de quien contempla el mundo a su manera, tan frío, tan lejano, tan pequeño. Tan real te acercaste que fluía de tu piel encendida hacia la mía frenética espiral conspiradora. Y me dejé abrazar con el descuido que absorbe, y a la vez pierde el sentido…, hasta que al fin te arrebató la aurora.
Los Angeles, 28 de diciembre de 2004
seperador
1196 - Tiempo
Quisiera encadenarlo. Sus latidos taconean el círculo andariego de los sesenta espacios, y en tal juego resultan mis propósitos vencidos. Si a deshojar la flor de tus sentidos se me apresta la mano, cuando llego, tú en capitulación, y yo hombre ciego con ojos en los dedos extendidos, rastreo el engranaje de sus ruedas para inmovilizalo, y que así puedas permanecer sin prisas a mi lado. Pero es enjaular agua en un cedazo; tan ágil corre el tiempo del abrazo, que casi al empezar se ha terminado.
Los Angeles, 28 de diciembre de 2004
seperador
1197 - Dualidad
Me ha visitado el ángel de la idea, y el ángel del sentido me ha tocado; en la balanza estoy equilibrado, pero el mundo a mis pies se tambalea. A veces pienso, y al pensar, flamea etérea luz desnuda de nublado; a veces siento, abriéndome el costado, espada que en la herida se recrea. Cerebral y sensual, encrucijada del libro abierto y de la tibia almohada, del hombre erguido y de su horizontal. No escogeré; prefiero la amalgama de furia y de razón sobre la cama, del intelecto y de la bacanal.
Los Angeles, 28 de diciembre de 2004
seperador
1198 - Mi sendero
Te llevaré conmigo. Habrá una ruta sin destino final, tan novedosa como la fantasía de la esposa en sueño azul de amante disoluta. Camino que silencia la disputa, y apuntala el acuerdo. Temblorosa vendrás tal vez, también voluptuosa, sin dragón defendiéndote la gruta. Leve caricia en suave terciopelo de ángeles y libélulas en vuelo rozarán nuestras frentes al pasar. Y desnuda a mi lado, sí, desnuda, sentirás que mi vida en ti se anuda, y no querrás dejar de caminar.
Los Angeles, 29 de diciembre de 2004
seperador
1199 - Voces
Eran antes las voces familiares en vuelo a mí, tropel de golondrinas, onduladas cadencias, mandolinas arañando el silencio en los pinares. Son hoy los buitres en los muladares, las ratas pululando entre las ruinas, invectivas de lenguas clandestinas nutridas en sombríos lupanares. Ayer la voz era caricia, abrazo, hoy la voz es estrépito y portazo despertando en la noche escalofríos. Pasan las horas lúgubres y tensas, parezco haber perdido las defensas quedándose mis ámbitos vacíos.
Los Angeles, 29 de diciembre de 2004
seperador
1200 - De regreso
Cumplida mi odisea creativa, planto mi pie de nuevo en tus umbrales, andante constructor de catedrales, dueño de la columna y de la ojiva. Transité tanto tiempo a la deriva, tantas piedras anónimas, triviales, tantas vidrieras, tantos pedestales, que perdí claridad y perspectiva. Hoy torres, cúpulas y frontispicios por mí labrados, sólo son indicios, más de lo dado que de lo obtenido. Desecharé buriles y martillos, y a tu alma llamaré con los nudillos de estos dedos que casi te han perdido.
Los Angeles, 30 de diciembre de 2004
seperador
1201 - Bar
Se estremece la lámpara en la mesa por la conjugación de dos alientos; se han apagado los resentimientos, y se enciende la luz de la promesa. La atmósfera, cargada de humo, espesa, arropa a bebedores soñolientos que no tienen reloj; sus movimientos única plática en el aire impresa. Los dos amantes, al silencio uncidos, son lírica explosión, dos alaridos que sus ojos, y nadie más, perciben. Tiembla la llama que ambos llevan dentro, cuatro manos avanzan al encuentro, y en mutuo cautiverio se reciben.
Los Angeles, 30 de diciembre de 2004
seperador
1202 - Mañana de lluvia
Esta lluvia no es gris ni triste; ha entrado danzante en las callejas de la aldea, e insistente, gentil, tamborilea con sus múltiples dedos mi tejado. Entre las sábanas, y tú a mi lado, se respira silencio; no alborea para nosotros, mientras se moldea mi abrazo a tu desnudo entrelazado. Cuerpo a cuerpo sin rasgos de batalla, llegó la paz, el arrebato calla, un estar sin hacer se ha establecido. Que llueva, que amanezca, que las cosas sigan su derrotero. Tú reposas entre mi sentimiento y mi sentido.
Los Angeles, 31 de diciembre de 2004
Diseño: Carmen Álvarez
Poemas © Francisco Álvarez Hidalgo, Familia Álvarez, 1997-2014. Todos derechos reservados.