Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Y de pronto

Índice

Sonetos:
Este incipiente amor Distribuye tu gozo Mañana Ángulo Añoranza Si en ti me enredo
Poemas:
Camina mi calle Y de pronto
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Breverías

1295
Si la muralla que te circunvala se agrietara algún día, te dejaré una rosa en cercanía, pero también te dejaré una escala. La grieta no será más que un indicio de tu intención de superar el muro; yo al otro lado espero, y me apresuro a ofrecerte la mano y su ejercicio.

1296
Me envías un abrazo. He de arroparme en su estrechez de impúdico albornoz; vendrá evocando el eco de tu voz, que tiempo atrás también supo abrazarme. Un abrazo no es sólo estrechamiento de dos brazos que en otros se intercalan, sino ocho extremidades que resbalan en plena aceptación y ofrecimiento.

1297
Cayó el olvido desde arriba, losa de mármol, ojos fríos, y entre los brazos, hoy vacíos, no se construye, se derriba.

1298
Tú por la puerta delantera entraste, no es para ti la puerta de servicio; en mi casa vacía, qué contraste, que se llena de ti si te acaricio, caricias que aún no llegan a tocarte… Se me rompe la mente de pensarte.

1299
Destiérrame el silencio que me abrasa, haz llover sobre mi tus cascabeles de ligereza y miel, broten claveles cuando a mi lado tu palabra pasa. Di lo que quieras, pero dilo ahora, que me duelen la luz, la nieve, el humo, por cuanto en su mutismo me consumo; si no te queda voz, bésame y llora.

Sonetos

1218 - Este incipiente amor
Tengo un amor sin estrenar. Ha habido otros amores pálidos, fugaces, si a veces efusivos, incapaces de encender las antorchas del sentido. Ardió la llama, sí, y hubo alarido, y el hambre se instaló en fauces voraces, pero al fin, arrancados los disfraces, más parecieron esplendor fingido. Este incipiente amor no arrastra huellas, marcha en terreno virgen; las estrellas, en su perenne vigilar, no han visto promesa ni esperanza semejantes. A tal amor que nos declara amantes, rindo mi voluntad, y no resisto.
Los Angeles, 22 de enero de 2005
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1219 - Distribuye tu gozo
Deja que el fruto de la vid fermente, alza la copa, embriágate del vino; en las uvas dormita el torbellino como las intenciones en la mente. ¿De qué sirve saber si no se siente? Ejecuta y acepta el desatino cuando en torno de ti me arremolino; duerma la idea y la emoción reviente. Desaparezca el orden apolíneo, y en su anárquico embate curvilíneo despiértense Dionisio y las Bacantes. Si la vida discurre y se diluye, detén el paso, exulta y distribuye tu gozo como lo hacen los amantes.
Los Angeles, 24 de enero de 2005
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1220 - Mañana
Te conocía ya, pero hoy ha sido cuando te he descubierto toda mía; cuando la magia de mi fantasía te ha desnudado al fin, te ha poseído. Ayer fue el beso de pudor vestido, en el que oculto el arrebato hervía, y nadie, ni tú misma, lo veía, enmascarado en risa el alarido. Hoy, aunque desde lejos, has abierto brazos y muslos, y la entrada al huerto de tus sentidos se ha hecho manifiesta. Hoy resido en tu mente, y en tu entraña; mañana, en el refugio en la montaña, el mundo, entre los dos, será una fiesta
Los Angeles, 24 de enero de 2005
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1221 - Ángulo
Tiemblas como las ramas del abeto recogiendo la nieve en su estructura; desgarrará su blanca vestidura el viento que en su torno gira inquieto. He escudriñado el ángulo secreto de tus muslos, su tibia arquitectura; me apropiaré de su región oscura como el viento, incisivo e indiscreto. Su tersa palidez reclama el roce de osada mano ajena que retoce, progresando hacia el vértice escondido. A ti voy, que sin voz me estás llamando, mi tacto es firme y a la vez es blando, respondiendo al compás de tu gemido.
Los Angeles, 25 de enero de 2005
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1222 - Añoranza
Añorarte a diario es mi tarea, envidiable quehacer el que mantengo; de la mente al sentido voy y vengo, te piensa aquélla y éste te desea. Mi imperceptible abrazo te bordea, e indefinidamente te retengo para obtener de ti lo que no obtengo, contacto, impulso, todo pura idea. De mis dos corazones, el primero no cesa de sangrar, mientras espero la fecha en que el destino nos reúna. El otro corazón, el subalterno, late también por ti, tiene su infierno de inútil rigidez inoportuna.
Los Angeles, 26 de enero de 2005
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1223 - Si en ti me enredo
Me lees, y comulgas con mi credo, te ves en mí, me ves tal como soy; tal vez quisieras ir por donde voy si a tus tobillos no se atara el miedo. Aspiro a mucho, pero poco puedo, algo recibo, pero al dar, me doy sin recortar, sin exigir; estoy abierto como el mar. Si en ti me enredo será sin ceremonia, sin programa, fogonazo de luz que se derrama sobre tus ojos, y te deja ciega. Impedida de ver, clarividentes serán tus manos en mi piel, torrentes sobre una geografía que se entrega.
Los Angeles, 26 de enero de 2005

Poemas

Camina mi calle
Bellas cadenas doradas no dejan de ser cadenas. La luz busca tus ventanas, pero se estrella en la hiedra. Tu casa es siempre tu casa, ya de cemento o de perlas, y en ningún caso procede abjurarla ni venderla. Pero hay plazas y avenidas que recorrer, y hay estrellas en la noche que nos guiñan, en el bosque red de sendas, y en el campo las espigas esperando la cosecha. Sal a la calle, mujer, no lleves la casa a cuestas, ni olvides que soy el viento presto a enredarse en tus piernas, y sobre tu piel desnuda también yo puedo ser hiedra. Ya volverás a tus lares, al nacer de la tiniebla; dame las horas del día, en que mi sonrisa pueda adherirse a tu sonrisa, y logre imprimirte huellas con las lenguas de mis dedos y los dedos de mi lengua. Camina mi calle, amiga, cabalga mi piel sin riendas.
Los Angeles, 21 de enero de 2005
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Y de pronto
Está lloviendo para mí, por mí; y esboza el agua surcos en la cara; otros rostros rebosan algazara que yo en mi soledad no conseguí. Unos, hijos del sol, yo, de la sombra, en mi entorno mutismo radical, y ellos en el clamor del carnaval que sus títulos grita y no me nombra. Y de pronto tu voz me galvaniza, desmorona el silencio y esclarece la tiniebla; mi afán rejuvenece, y la herida en el alma cicatriza. Ha cesado la lluvia, canta el viento, mía es la luz, la altura y el color; ha muerto el miedo, y mi único temblor es por ti, que estremeces mi cimiento.
Los Angeles, 24 de enero de 2005
Diseño: Carmen Álvarez
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