Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Mi lenguaje

Índice

Sonetos:
Juan Pablo II Cómo y cuándo Cinta roja Mi lenguaje No sé cerrar los ojos Al borde de tu aliento Madre
Poemas:
Cuello
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Breverías

1331
Si de utopías vives, tendrás un sueño, pero no una vida; sólo cuanto derives de esa ilusión florida te dejará la piel estremecida.

1332
No sé por qué te pienso, siendo éste el primer día, como amante que llega, me devora y se ha ido; en la espera llenabas este alma ahora vacía; ¿fuera mayor el gozo si no hubieras venido?

1333
Sé que una fecha oculta que los dos ignoramos lleva tallado en mármol tu nombre junto al mío; cuando el plazo se extinga, tal vez amanezcamos el uno junto al otro: Mágico desvarío.

1334
La hoja de parra que el pudor retiene caerá como antes lo hizo del sarmiento; la bruma en que te envuelves, se mantiene hasta ser arrastrada por el viento; el batín transparente no se aviene a quedarse en los hombros soñoliento… Vendré a ti como otoño y brisa y mano, y no será tu desnudez en vano.

1335
Reclinada en el hueco de mis horas, qué rápida la noche se desata. Apáguese el reloj, que me arrebata este goce de ti…Qué destructoras sus dos agujas de ostentosa plata.

Sonetos

1262 - Juan Pablo II
Se lo llevó la hermana Muerte. 2 de abril de 2005
Mientras unos estudian la manera de hacer saltar el mundo en mil pedazos, otros intentan anudar los lazos que logren desmontar cada frontera. Un rebaño, un pastor, una pradera, unidos en la paz de los abrazos, abjurados temores y zarpazos, avanzando hacia la única ribera. Este hombre, viajero y provinciano, con las llaves del reino en una mano, y en la otra leve pálpito de alas, nos deja su legado inconfundible de que el salmo de amor es preferible al trágico silbido de las balas.
Los Angeles, 3 de abril de 2005
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1263 - Cómo y cuándo
En rastreo febril del cómo y cuándo orienté hacia tu cumbre mi objetivo; horadé la montaña, y obsesivo voy por mi propio túnel avanzando. Un día llegaré, desembocando en el arco frontal de luz. Festivo el viento irá del álamo al olivo, como mano invisible, acariciando. Te encontraré en diafanidad, desnuda, figura y mente sin pudor ni duda, y como el viento para ti mis dedos, suaves, resbaladizos, envolventes… ‘Cuándo’ y ‘cómo’ serán intranscendentes, ‘ahora’ y ‘voraz’ arrollarán tus miedos.
Los Angeles, 14 de abril de 2005
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1264 - Cinta roja
La cinta roja, ofrenda seductora, atadura sin pacto, turbulencia; no cubre, manifiesta en transparencia cuanto la mente ve y el sexo implora. La cinta que te envuelve en esta hora de tu dádiva a mí, tal inocencia, tal travesura y júbilo, silencia cada palabra y grita instigadora. Tu regalo me llega desenvuelto, con la certeza de no ser devuelto, bebida que se acepta y se consume. Te absorberé, como quien asimila la imagen titilante en la pupila, quedando en mí tú misma y tu perfume.
Los Angeles, 14 de abril de 2005
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1265 - Mi lenguaje
Te hablo en idioma de silencios graves, lenguaje de la luz, tan elocuente; la palabra es destello insuficiente, ventisquero de códigos y claves. En el círculo alado de las aves, en la serenidad del sol poniente, en la sinuosidad de la serpiente, o en las blancas estelas de las naves. Siempre en silencio te hablo, en la esperanza de llegar hasta ti, de que te alcanza más puro y más certero mi mensaje. Si traspaso la piel, si al alma llego, y en su invisible manantial navego, no necesitarás otro lenguaje.
Los Angeles, 14 de abril de 2005
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1266 - No sé cerrar los ojos
No sé cerrar los ojos si te miro, aun viéndote sin ti en la noche oscura; robé cada perfil de tu figura, y en torno de ella asiduamente giro. Si descuelgo los párpados, retiro luz y color, mas no la arquitectura de la imagen, la flor de la cintura, el grito de los miembros, el suspiro. Se han albergado en mi interior, los veo aun sin estar mirándote, y te leo, mi libro abierto, aunque cerrado estés. Pero al fijar tus ojos en los míos, siento el desbordamiento de dos ríos y la tierra agrietándose a mis pies.
Los Angeles, 15 de abril de 2005
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1267 - Al borde de tu aliento
Se nos va adelgazando la distancia, maroma enflaquecida al postrer hilo, que pronto ha de quebrarse. Qué intranquilo se agita el corazón, qué exuberancia de exaltados latidos. La fragancia montaraz de tu piel, y el fiero estilo de pantera al asalto o en sigilo, emergen ya en instinto y elegancia. Al borde casi de tu aliento, espero arribar al final de este sendero, unir dos cabos y apretar el nudo. Y una vez sobre ti, tacto andariego, darte mi afán con precisión de ciego, hablarte sordo y escucharte mudo.
Los Angeles, 16 de abril de 2005
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1268 - Madre
Tú que recoges todos los fragmentos si la vida brutal me pulveriza; mentor sentimental que me analiza, y asienta en mis vocales los acentos. Tú que, si acaso escuchas mis lamentos, tiendes la mano que me cauteriza; tú susurrante, cálida nodriza que endulza al niño en mí sus descontentos. Reciedumbre de alcázar en la escarpa, delicadeza musical del arpa, milagroso contacto nazareno, inquebrantable amor, sin condiciones; y ante las más hirientes transgresiones, dices como el Rabí: “No te condeno”
Los Angeles, 16 de abril de 2005

Poemas

Cuello
No te miro y te veo. Columbro el minarete del tibio cuello erguido sobre la perspectiva de los hombros desnudos, fascinante jinete sobre su punto, inmóvil, como columna viva. Alzas el rostro, se abre pálida catarata desaguando en la angosta quebrada entre ambos senos; la mente, que de lejos te observa, se dilata en placidez de lunas y en tempestad de truenos. Serpentean los besos sobre la piel, descienden, blanda, anárquica lluvia, por surcos desiguales, gotas con vida propia que ruedan y se encienden como collar de perlas ardiendo en espirales. Ah, la pálida seda desde el mentón subido deslizando temblores al prólogo del pecho, la mano rastreadora, y el tímido gemido, el silencio, la entrega, la media luz, el lecho…
Los Angeles, 7 de abril de 2005
Diseño: Carmen Álvarez
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