Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Yo

Índice

Sonetos:
Sin hablar Amanecer Mi encierro La voz Siempre la misma muerte
Poemas:
Yo Diálogo En mis manos
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Breverías

1566
Si en vez de amante hubieras sido hermana, cómo te abrazaría sin sospecha por la calle, de tarde o de mañana; pero qué desventura cotidiana dormir en soledad insatisfecha

1567
En la noche, despierto y a tu lado, escucho el manso ritmo acompasado de tu respiración. Y es como si en la mano retuviera tímida alondra que me transmitiera la suavidad de su palpitación.

1568
Las lágrimas son sangre derramada de las venas del alma, esa enemiga que por no dejar huella su pisada con más facilidad se la castiga. El dolor es producto de la espada, a cuyo empleo nadie nos obliga. No obstante ciegamente la blandimos, y tal vez no matamos, pero herimos.

1569
La vida es un paréntesis formado por nacimiento y muerte; el resto es secundario. Y otro el amor, fatídico trazado de conquista a repudio, que convierte con frecuencia al amante en adversario.

1570
Con todas sus tragedias y amarguras, este mundo merece carcajadas; los gobernantes son caricaturas, los votantes, idiotas en manadas, tantas escuelas calzan herraduras, tantas noticias son prefabricadas, tantos bailando al borde del abismo… De todos yo me río, y de mí mismo.

Sonetos

1569 - Sin hablar
Oh, si me liberara del lenguaje, férrea cadena en los tobillos, reja contra el azul, que estática me aleja de los vuelos, las luces, el paisaje… Al parir cada idea, el andamiaje verbal que la sostiene no refleja su más puro carácter, y la deja distante, falseado su mensaje. Quisiera, sin hablar, comunicarme de cerebro a cerebro, y deslizarme en ti tal como soy, tal como pienso. Bajar al alma, intrépido torrente, y ascender al espacio de la mente con sutileza de espiral de incienso.
Los Angeles, 14 de octubre de 2006
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1570 - Amanecer
Déjame estar contigo, aunque la aurora se empeñe en despedirme, como lo hace con la sombra que endeble se deshace cuando la luz al día se incorpora. Esa luz que frenética devora los más íntimos sueños en que yace la mente enamorada, y que renace cada vez con más ansia vengadora. No partiré porque ella resucite al momento preciso; que nos quite el privilegio de dormir, si quiere; pero no el de soñar, ambos despiertos. Esto perdido, quedaremos muertos, nuestro hosanna trocado en miserere.
Los Angeles, 14 de octubre de 2006
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1571 - Mi encierro
Ven y ocupa los ángulos oscuros de mi silencio, donde el hielo habita, por cuyo erial la soledad transita y el espectro del miedo erige muros. Aislado estoy; mis brazos inseguros tantean el espacio que limita mi facultad de acción, que necesita horizontes de azul, aires más puros. Estoy pudriéndome en edad temprana, sin morir, y no obstante la campana fúnebre tañe convocando a entierro. Si en mi concavidad tu voz cantara, fuera mi noche madrugada clara, celebración y libertad mi encierro.
Los Angeles, 14 de octubre de 2006
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1572 - La voz
Veo tu voz cuando me llama a oscuras, aunque lo haga tan blanda, quedamente; la voz tiene su cuerpo, diferente del que otros ven, pero sin vestiduras. Vuela siempre desnuda; si procuras con la mano atraparla, de repente se tornará evasiva, transparente, escapando por huecos y ranuras. La voz es emisaria de la idea, y, como ésta, se afirma o titubea, y así es, claro o nublado, su semblante. Pero sólo quien cándido la mira contemplará su rostro, si es que gira indefectible en torno de su amante.
Los Angeles, 14 de octubre de 2006
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1573 - Siempre la misma muerte
Tan lejana como una carabela encallada en arenas de otro mundo, y tan vencida que en lo más profundo su empeño de vivir se desnivela. Fue insumisa, mas ya no se rebela, y desalado su ángel vagabundo, su tiempo es un destello moribundo ante un golpe de viento en la candela. No es su primera muerte, ya ha cruzado esa frontera a veces, y le han dado nuevas opciones de vivir la vida. Pero vuelve a beber del mismo vaso: Otra vida, otro amor, otro fracaso, muriendo siempre de la misma herida.
Los Angeles, 15 de octubre de 2006

Poemas

Yo
Soy dedo que a ti apunta, brújula enamorada que a tu polo magnético se orienta, saeta dirigida hacia tu diana, en tu anillo zafiro, de tu puerta bisagra en que te apoyas y sobre quien giras, en tu mejilla lágrima. Soy la risa que no has aún descubierto, soy la primera luz de tus mañanas, la que se filtra en silenciosos rayos hacia tu desnudez sobre la cama. Y la voz carismática que escuchas sólo tú, porque a ti sola te habla. Soy la idea que aún no has manifestado, por parecerte singular, extraña, con aspecto de erótica belleza, y la diafanidad de una plegaria. Soy la brisa que ondula tu vestido, y acaricia tus muslos, soy el ánfora donde duerme el travieso vino rojo, (que también lo soy yo), del que te embriagas. Soy el agua de lluvia que te moja, el río en que te bañas, la sombra del pinar donde reposas, y la otra sombra, la que te acompaña, el aire que respiras, la temblorosa llama que danza en el madero en las tardes de invierno prolongadas, cuando se te desbordan por los ojos recuerdos y nostalgias, la ruborosa mano que te explora en las noches solitarias cuando a tu lado no se tiende un cuerpo y estás sola, tan sola, entre las sábanas. Soy casi tú, casi tu propio entorno, el hombre fiel que desde lejos te ama..
Los Angeles, 14 de octubre de 2006
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Dame la mano y calla. Nuestro diálogo, en cauce de silencio, será río invisible que impulsivo continuará fluyendo. ¿No has oído el lenguaje de las corrientes de agua en su descenso de juventud de sierra a madurez de mar? ¿Su placentero, sugerente murmullo, apenas bisbiseo de arroyo que aventura primeros pasos sobre el campo quieto? ¿La voz alzada del torrente adulto quejándose a las piedras del recuerdo? ¿El plácido suspiro de llegada al mar, para yacer sobre su pecho? Como la luz se enciende al cerrarse el circuito, como el trueno acompaña al relámpago, y las rosas diluyen su fragancia por el viento. Así mi todo baja por el brazo y por el tuyo vienes a su encuentro. Se intercalan dos almas en las manos que se enlazaron, proliferan versos que nadie ha escrito y nadie ha pronunciado, y que los dos sabemos, muda conversación apasionada de amantes que dialogan desde dentro. La palabra es bosquejo insuficiente, inepto mensajero transmitiendo su informe en extraño, simbólico dialecto. Dame la mano y calla, que nos entenderemos.
Los Angeles, 15 de octubre de 2006
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En mis manos
Te has quedado en mis manos como una alondra renunciando al vuelo, con un tímido ensayo, muy breve, de aleteo. Te aferras a las palmas, y te encierro en los dedos. Eres más que una imagen, mucho más que un recuerdo; ungido estoy de tu fragancia, trazo en el aire cada uno de tus gestos, y tu último gemido me lo repite el viento. Te resbalo en mi rostro, te reposo en mi pecho, como el último día, sol y lluvia golpeando el cristal, tú y yo en el lecho. Más que el amanecer de primavera es mágico el crepúsculo de invierno, tiempo plomizo, sí, desapacible, enmascarando el cielo, tal vez la nieve en el balcón, la bruma sobre el paisaje lúgubre, desierto…, y el calor del hogar, las rojas llamas en su festiva danza sobre el leño. En una tarde tal, bien lo recuerdas, tu piel al descubierto fue en bandeja de sábanas servida, y aceptada con todos sus secretos. Recubiertas de ti fueron mis manos, y aún tiemblas en las yemas de mis dedos. No pareces estar en la distancia, siendo tacto, latido y movimiento.
Los Angeles, 15 de octubre de 2006
Diseño: Carmen Álvarez
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