Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Gris y rojo

Índice

Sonetos:
Escribiéndote Vienes a mí Su mano
Poemas:
Se me acerca su imagen Lentas las horas Tantas columnas de humo Septiembre
seperador

Breverías

2236
Nadie es autor de libros; es la vida quien dicta versos, dramas o novelas, y quien se llama autor, es amanuense, cuya letra será simple o florida, de filigrana de oro o lentejuelas, de cascabel o austeridad castrense. Pero la vida es en verdad la autora, y quien trascribe, sólo colabora.

2237
Llevo a cuestas los días, encorvado bajo su fardo, cada vez más duro. Se me aprietan, me hieren y me pesan. No sólo aquellos que rompió el pasado, sino también los que arman el futuro, los que se acercan ya, y los que regresan. Pero es el de hoy, con su actitud rumbosa, el que más me amedrenta y más me acosa.

2238
Me tocan los recuerdos en el hombro como inquiriendo a dónde va el camino; Ah, si yo lo supiera. Y si acaso te nombro, me toman por aquel loco divino de la Triste Figura. Quién me diera librar cautivos, degollar gigantes, tornar castillo lo que venta fuera, y evitarme la lid de los amantes.

2239
Me desgarra el cuchillo del invierno, se me clava en el pecho, en el costado, me corta el rostro de través, las manos. Pero hay otro cuchillo, más interno, que rasga el alma con su filo helado, y ni otoños mitigan, ni veranos.

2240
Abrazo a esa mujer sin que lo advierta, travieso la acaricio, la desnudo, la acuesto sobre el lecho, y la poseo. No fue así tiempo atrás, era su oferta, y era mutuo, y real, y estrecho el nudo, pero hoy sólo en recuerdos merodeo.

Sonetos

2314 - Escribiéndote
Eres página en blanco todavía, alárgandote a mí, lúbrica oferta con determinación de mano abierta, ofrecimiento y ruego en armonía. Voy a escribir en ti. Ya estás vacía de antiguas escrituras, letra muerta, toda de blanco ya; se me despierta la tinta de las venas; eres mía. Ah, qué palabras trazaré, vitales como latir de corazón, carnales como ansiedad de muslos separados. Completaré tu folio con viñetas de tus protuberancias, arcos, grietas, cada ángulo de ti, por ambos lados.
Los Angeles, 15 de febrero de 2010
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2315 - Vienes a mí
Percibo a tu llegada el cargamento de voluptuosidad que se aglomera presionando tu piel de dentro afuera, rompiendo en cada poro a cada intento. Vienes a mí como desprendimiento de tierras tras la lluvia, o primavera reventando en vigor, o ágil pantera bajo el envite de su instinto hambriento. Experta y aprendiz en los servicios de hembra sensual, desnuda de prejuicios, y al deslizarse tu albornoz, desnuda. Asáltame, devórame, dirígime por tus veredas íntimas, y exígeme que una vez, y otra vez a ellas acuda.
Los Angeles, 16 de febrero de 2010
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2316 - Su mano
Su mano entre los muslos, tan morenos y entreabiertos, conducto tembloroso hacia el húmedo vértice musgoso donde acampan relámpagos y truenos, y la raíz vital hace terrenos propicios a la vida en hondo foso; allí oscila su péndulo sedoso de tactos propios que anhelara ajenos. Del sexo al rostro una espiral de fuego le ciñe el cuerpo en invisible riego de sus puntos erógenos fundidos. Pero su actividad no se detiene; en vertical, en círculos, va y viene, apenas reprimiendo los gemidos.
Los Angeles, 16 de febrero de 2010

Poemas

Se me acerca su imagen
Se me acerca su imagen, en silencio, desde el final marchito de la lluvia, de esta lluvia nostálgica que nos hace morir como burbujas yendo a cámara lenta reventando, expansión de sus almas diminutas. Así de frágil yo, cuando la veo, y todos los sentidos me preguntan por qué se me hizo ausente, o si es que yo me pierdo en las oscuras cámaras de un olvido que no tengo. No, mis amigos, no me pierdo nunca, ni por azar, ni voluntariamente; es demasiado vasta la fortuna de latidos y sueños y erotismo invertidos en mi candidatura a amante en exclusiva. A falta estoy de un voto, y ya las urnas están a punto de cerrarse; aboco a una derrota electoral. La lucha va tocando a su fin. He recorrido una vez y otra longitud y anchura de todos sus distritos; los pronósticos me daban vencedor, pero hay consultas que no reflejan la postura exacta de la opinión ajena. Hay amargura, y decepción también, y la fatiga de mantenerse en incesante lucha sin claros resultados. Me llama la renuncia con su reclamo gris de abatimiento, con sus palabras turbias. Pero mi reclusión en la campiña, lejos de su trajín, y de su jungla de sonidos y aromas y pujanza, de su visión desnuda, no borrará su imagen en mi mente, lo único que me queda de las nupcias que fraguamos un día, aunque ilegales, en el calor de sábanas adúlteras. Llegue su imagen, aunque venga envuelta en agua, en niebla, en vértigo, en penumbra. Será una forma de llamarla mía, aunque tenga otro brazo en su cintura.
Los Angeles, 12 de febrero de 2010
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Lentas las horas
Nunca tuve unas horas tan breves o tan largas, ni tuve nunca un sueño tan alto y tan quebrado, ni tanta fe en amante cuyas palabras fueron firme espolón de proa antes de ser naufragio. Entendemos las cosas, no a base de experiencia, sino por acoplarlas a nuestra imagen, pasos que no van a una meta, sino a nosotros mismos, ficción que en nuestra propia mente configuramos. Un doble mundo, oculta su realidad de piedra bajo la orfebrería que vamos fabricando; hasta que repujados, filigranas, viñetas, se derriten de olvido, decepción, desencanto, y aparecen las cosas como siempre lo fueron, y no entendemos cómo nos volvimos incautos. Ay, que el amor reviste de túnicas de seda perfiles que lucieran vestimentas de esparto. Torna a cobrar el tiempo su dimensión genuina, de sus alas de espuma vuelve a sus pies de barro. Qué lentas son las horas cuando ya no se espera, y qué sordos los ecos del amor defraudado.
Los Angeles, 14 de febrero de 2010
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Tantas columnas de humo
¿Dónde intentas llevarme? ¿A dónde me diriges? ¿Qué hay detrás de esos círculos a donde va tu flecha como índice inequívoco? No tengo fe de ciego, que adopta al lazarillo sin dudas ni polémicas. He seguido caminos que me recomendaron, y me estrellé en el muro que obstruía la senda; he volado con alas que me fueron prestadas, mas que, siendo amasijo de plumas y de cera, se me desbarataron al calor del estío, quebrando mis ensueños como cristal en piedra; he navegado mares en trirremes de brazos, deshechos en las rocas antes que me ciñeran. Siempre se me invitaba, yo lo aceptaba siempre con el fervor del niño, con su propia inocencia. Y eran torres de viento, y eran columnas de humo, y eran castillos de agua sobre la blanca arena. Lapidaron mis sueños, cegaron mis visiones, y me dejaron sólo ruinas de mis quimeras. Tú, que hoy tientas mi espíritu como incitas mi carne, que me tiendes la mano, que en tus juegos me enredas, si me ves caminando por donde me insinúas, si te vuelves y observas que voy sobre tus huellas, advierte mis temores, y mi paso indeciso; tropecé tantas veces transitando en la niebla…
Los Angeles, 17 de febrero de 2010
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Septiembre
De octubre a marzo se desnuda el año, se fosiliza, hiberna como el oso; el olmo es esqueleto tembloroso, y la nieve, tan pura, es puro engaño. De junio a agosto es claridad que abrasa, indolencia de hamaca entre los pinos, únicamente el sol por los caminos, y la penumbra sin salir de casa. Abril y mayo son renacimiento, canto y retozo, amor en el postigo, nidos, rosas, alondras, grana el trigo, y las carretas ruedan su lamento. Pero, ay, septiembre es la melancolía, los besos olvidados del verano, la nostalgia lejana de un piano, el viejo amor que duele todavía. Se nos deshoja el árbol de la vida dentro del alma, se presiente el frío, no tanto el de la piel, el del vacío que nos dejara cierta despedida. Mayo cita a su fiesta a los amantes, y cada pétalo es susurro mudo sobre su abrazo arrollador, desnudo, transformando las horas en instantes. Septiembre es tímido temblor de llama que en ballet elegíaco agoniza, presagiando tan cerca la ceniza como el orden perfecto de la cama. En septiembre el amante es el poeta que, al no hacer el amor, escribe versos, creando imaginarios universos mientras el alma toda se le agrieta. Triste septiembre de nostalgia y pena de tanto como fuera, ya perdido; septiembre que en el alma me has llovido con ese agua glacial que me envenena.
Los Angeles, 18 de febrero de 2010
Diseño: Carmen Álvarez
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