Brevería 1934
        Escucho, siempre escucho, y con frecuencia
oigo palabras, ecos y sonidos
que me pasan de largo, sin dolencia,
lobo alzando en la noche sus aullidos.
Pero sigo escuchando, y a la espera
y a la esperanza de una voz sensible 
que no se haga en mi oído forastera,
aldabonazo, aun siendo imperceptible.
        octubre de 2008