Breverías
2866
Apoya contra el cielo la escalera
de tu ambición, y asciende, asciende, asciende,
que no es irrealizable tu quimera
si en el fondo del alma se te enciende
llama sutil con vocación de hoguera,
que a la más dura realidad trasciende.
Ten fe en ti mismo. No por improbable
será tu aspiración menos viable.
2867
La contemplé, en su ingenuidad, radiante.
Era ajena a su mágica belleza
como lo eran también las otras gentes.
Tal vez eran los ojos del amante,
de absorto visionario, en la torpeza
de generar quimeras convincentes.
No quise analizarlo; y a su lado
persuadido quedé, y enamorado.
2868
Déjame ver, sentir, rozar la vida
latente, alborozada, en la tersura
cálida, estremecida de tu piel.
Y en ese punto, junto a mí tendida,
sea tu juventud fruta madura,
dulzor y suavidad de nata y miel.
2869
Perpetuamente me hallo en el proceso
de esculpirme a mí mismo, desbastando
ángulos toscos, rudas asperezas.
No es el fin de tal obra, es el progreso
lo que más me concierne, pues me agrando
cuanto más limo lacerantes piezas.
2870
Del tedio de las gentes, de sus ruidos,
en mi elegida soledad me amparo;
si vuelven a acosarme sus ladridos,
más lejos voy, más sordo me declaro.
Poemas
Doy vida a mis poemas
Las doradas abejas que elaboran
la miel de mi colmena, se hacen versos,
y flotan de alma en alma,
polinizando vidas en su vuelo.
Siempre habrá en sus enjambres una reina,
centralizando incitación y sueños,
en torno a quien realizarán la danza
íntima y ancestral de luz y fuego.
Reina, obreras y zánganos
nacen del mismo huevo,
fecundado en la zona creativa,
trémula del cerebro,
Olimpo diminuto
del que habrán de fluir dioses del trueno,
de la flecha, del toro, de la lira,
y también semidioses intermedios,
héroes humanos, sátiros, nereidas,
cuajados de virtudes o defectos.
Doy vida a mis poemas, día a día,
y al expresarlos, o parirlos, tengo
la obligación de hacerlos aristócratas,
aunque a veces su rango es de plebeyos,
y en lugar de ser águilas reales,
incapaces serán de alzar el vuelo.
No me detienen golpes ni fracasos,
continúo en mi empeño
de alcanzar cierta altura,
porque llevo la vida entre los dedos,
y, se envase en cristal, plata o arcilla,
debo libar la miel en mis adentros.
Los Angeles, 12 de enero de 2013
¿Dormir contigo?
¿Dormir contigo? No; quedar despierto.
Duerma el reloj, no duerman los sentidos.
La noche es una página,
y yo intento leer cada capítulo,
la obra entera, pasaje por pasaje,
en minucioso y táctil escrutinio,
pretendiendo, teniendo la certeza,
de que nosotros dos la hemos escrito.
Y en realidad la estamos escribiendo,
a trazos de fricciones y suspiros.
Por eso es obra: Acción, empresa, hechura,
no idea, ni diseño, ni objetivo,
que sólo atañen a futuro incierto;
la realidad es más concreta: Hoy mismo.
Canta el atardecer, y es de promesas
inminentes el himno.
Dormir es quedar ciego, y sordomudo,
perder tu orografía y tu sonido.
Quieren verte mis ojos y mis dedos,
y escuchar tu silencio persuasivo.
No sé mucho de ti; quiero aprenderte
peregrinando en todos tus caminos,
los que todos conocen,
y los que nadie ha visto.
Sé de ti más que ayer, pero mañana
quisiera ser tu diccionario vivo,
definiendo tus formas, tus temores,
cada arrebato, lágrima, suspiro.
Mis retinas son fauces que devoran,
su asalto, arrollador, pero benigno.
No bajaré los párpados,
ni tú lo harás, que el diálogo es recíproco.
No, no quiero dormir. Quiero aprenderme
de memoria hasta el último centímetro
de tu adyacente desnudez, estudio
que exigirá metódico escrutinio.
¿Dormir contigo? No, quedar despierto,
de tu ser y quehacer vivo testigo.
Los Angeles, 12 de enero de 2013
Compañera otoñal
Vienes a mí, provocador otoño,
calzando los cuarenta, tan madura
como la mies dorada,
y con tacto de espuma.
Llevas en ti fervores de verano,
y primaveras húmedas.
Traes propósitos firmes,
y no hay en ti tentáculos de duda.
Caminas decidida, porque sabes
cuál es tu voluntad. Toda una jungla
se agita en tu interior, y tu mirada,
transparente y directa, no se turba.
Y te vas despojando lentamente,
de toda tu espesura,
las hojas que te adornan, o te cubren,
sonriente, con calma, sin preguntas,
tal cual de tus maneras lo esperara,
en voluptuosidad, con cierta alcurnia,
sin timidez, mirándome de frente,
espléndida mujer, toda desnuda.
No es la primera vez, pero te veo
como si no te hubiera visto nunca,
y en tal magnificencia
se recrean mis ansias más ocultas.
Oh, mi estación de amor, alborotada,
más que la juventud, por la premura
de llegar y ofrecerse, en transparencia,
mostrando una vez más que la lujuria
carece de ese tinte negativo
que le confiere propiedades turbias.
Has venido en candor, y al mismo tiempo
en estremecimiento y en frescura,
rosa que se abre en singular oferta
de belleza y pasión, y no se turba.
Compañera otoñal, pura y lasciva,
hacia ti mi vigor se catapulta.
Los Angeles, 13 de enero de 2013
Sólo en este momento
Los más bellos amores no se viven,
se fraguan al calor de sueño efímero,
y asentando sus bases en el aire,
tornamos imposible el objetivo.
Ah, la magia del sueño, que entroniza
imágenes etéreas en ficticios
escenarios de azules imposibles,
y nos deserta al borde del abismo.
Anticipamos tanto de la vida,
de sus dorados, múltiples caminos,
que no reconocemos
sus límites plomizos.
La vieja Arcadia de verdosos cantos,
y ambiente pastoril, feliz retiro
de amantes y poetas,
yace en el cementerio de los mitos.
Mas cada cual pretende incorporarla
a su propio espejismo
de belleza, sentido, sentimiento,
obvios en fe y en ámbito infinitos.
El nuestro no es un mundo de absolutos,
sino de relativos.
Hay fronteras de tiempo y superficie,
y el mañana es oráculo indeciso.
¿Por qué dar atributos de perenne,
a lo frágil, lo ambiguo?
El amor es de aquí, de este momento,
mortal como el amante, y encendido
hasta que un soplo improvisado de aire
nos lo deje inactivo.
Tal vez el amor trágico,
de única dirección, mas sin destino,
el que ya no dialoga
por hallarse perdido,
que sólo escucha el eco de sus voces,
porque se habla a sí mismo,
quizá ese amor perdure,
porque es mitad amor, mitad olvido.
Pero el amor regado de promesas
no tiene perspectivas, es un río
en permanente fuga,
y sólo el agua que nos toca es signo
de que tenemos algo,
algo que se está yendo, tan alígero.
Ama en este momento, sin futuros,
pero con plenitud, sin escrutinios.
No tienes otra opción, porque no vives
ni mañana ni ayer, sino ahora mismo.
Los Angeles, 13 de enero de 2013
Si dejara mis lares
Si dejara mis lares, derruídos
tras la etapa inclemente
de la escarcha, el vacío, y la fatiga;
si al ver la luz alegre
de la estrella lejana,
y el despertar de los amaneceres
concluyera que hay vida en el espacio
allende mis opacos intereses;
y si la puerta que me abriste un día
como amiga, o amante, o confidente,
permanece aún abierta,
alcoba a media luz, lecho sin huésped,
me pondría en camino hacia ese abrazo
que me propone albergue.
La renuncia a una parte de la vida
que ya no nos enciende,
que si fue travesía, es hoy naufragio,
con presagios de muerte,
es enfrentarse a un muro
que nos inmoviliza; mas si duerme
cierto enternecimiento en la distancia
con nuestro propio nombre subyacente,
tal vez lo que era muro es horizonte,
y en él despunte el germen
de un purificador renacimiento.
¿No es hora ya, mujer, de que despiertes?
Los Angeles, 14 de enero de 2013
Mis alumnos de 1960
Algunos ya se han ido, tan prematuramente…
Ignoro por qué siempre yo pensé irme primero,
si la ley de la vida no sigue la corriente
de edad o calendario, de distancia o sendero.
Fueron alumnos de ojos si, inocentes, voraces,
centinelas de siglos, hambrientos de misterios,
absorbiendo un pasado desnudo, sin disfraces,
diseñando el futuro con sus propios criterios.
O tal vez con los míos, en ellos derramados
como la lluvia de oro que engendra y enriquece;
ellos también serían en cierto modo arados
cultivando otros campos que la vida establece.
Hoy me han venido todos, en la fotografía
del retratista anónimo que al grupo eternizó;
ciertos nombres se han ido de la memoria mía,
pero no así los rostros que conociera yo.
Al mirarlos, revivo cada pequeña historia
ingenua o sorprendente, marginal o traviesa,
cada una, en cierto modo, sorprendente victoria
de una mente en progreso que ágilmente se expresa.
A sus diez, doce años, recibieron opciones
de pensar libremente, de libremente hablar,
equilibrar sus propias conductas e intenciones,
apego a lo correcto, repudio a lo vulgar.
Me han llegado sus rostros como una suave brisa,
rozando levemente mis recuerdos de ayer;
quiero pensar que han sido hombres de amplia sonrisa
que nadie ha conseguido doblar ni enmudecer.
Gentes con la certeza del trabajo bien hecho,
de pensamiento claro, de firme voluntad.
Y así, al fin de mi ciclo, moriré satisfecho
de haber forjado un grupo de hombres de calidad.
Los Angeles, 14 de enero de 2013
A pasos de prudencia
Te me acercas a pasos de prudencia,
con temor de traspiés, como si rudo
rechazo amenazara tu deseo
de contacto sutil, de suave arrullo.
Tal vez avanzas por sendero virgen,
hasta hoy inexplorado, y el escudo
que te has echado al brazo dificulta
tu visión del entorno, y el impulso
se te queda atrapado en la flaqueza
de tu resolución. Ese es el nudo
que toca desatar y, si difícil,
cortar de un tajo sin recelo alguno.
La vida nos ofrece alternativas,
mas la elección es nuestra. Ni el orgullo,
la timidez, ni el qué dirán nos deben
detener o impulsar. Nuestro futuro
se nos abre empedrado de fracasos;
la indecisión de obrar al propio gusto,
preferencia o propósito, nos priva
de opciones que anhelamos, y es absurdo
lamentar nuestras dudas cuando es tarde.
La vida es hoy, que no te tiemble el pulso.
Abrazo que no das, no se recibe;
palabra no expresada, va de luto;
ímpetu reprimido, es cerradura
bloqueando temblores en tus muslos.
Avanza con la ofrenda entre las manos,
a plena luz, que donativo oculto
no hallará receptor, ni contraoferta,
no más, tal vez, que anémico saludo.
Y tú pretendes más, persigues besos
ya apacibles o al borde de tumulto;
en frustración de lecho rutinario,
sueñas alcobas de placer maduro,
de gestos espontáneos, no fingidos,
de procesos expertos, de recursos
tal vez leídos, pero no intentados,
y donde no hay lugar al disimulo.
Acércate, mujer, y conversemos
en diálogo de pétalos y músculos.
Los Angeles, 15 de enero de 2013
Mujer en la distancia
Más radiante, mujer, que frente a frente,
te mantiene el recuerdo en la distancia.
Si en ausencia agonizan los amores,
¿cúya esta luz?, ¿de quién estas pisadas?
Ahuyentas cada noche las tinieblas
y amaneces en mí cada mañana,
mediodía perenne, sin crepúsculo,
jamás oscureciéndose en el alma.
Apagada la masa del gentío,
sólo sombras se arrastran
por calles y plazuelas,
de sus perdidos cuerpos desgajadas.
No queda vida en la ciudad, ni ruidos,
también desvanecidas las palabras.
Y sin embargo, soy feliz en ella,
porque no me seduce la avalancha
de urgencias y desvelos
que hacen de otras ciudades emboscadas.
Por eso a esta ciudad la llamo mía,
de nadie poseída o habitada,
sino de mí y de la luminiscencia
que tu imagen irradia.
Quien dice que el recuerdo se evapora,
nunca vivió el amor hasta las lágrimas.
Al fondo de mí mismo
llevo tu luz, y el ánfora
en que he desembocado mis dolores,
que hay más dolor que júbilo en quien ama.
Te tengo sin tenerte,
y eres tan mía como la fragancia
lo es de la rosa, o el calor del fuego,
lo aspire o no, se inflame o no, quien pasa.
Y aunque tú no lo entiendas, o te importe,
o me recuerdes, en mis noches blancas
te observo, te dialogo, te poseo,
mujer en la distancia.
Los Angeles, 16 de enero de 2013