Breverías
452
Amas, y temes que el amor un día,
columna de humo, se te habrá escapado;
Teme más bien que no haya comenzado,
aunque crea ser tuyo, y tú ser mía.
453
- Atrápame los besos, que se pierden
tras posarse en las cumbres de los senos…
- Los grabaré, y sus fugas serán menos,
con labios que ligeramente muerden.
454
Enjabonados, suavidad de nube,
en fricción cuatro manos incesantes,
fálica rigidez del agua sube,
chapotean, retozan los amantes.
455
Cuando estés sobre mí, mantén la vista
fija en mis ojos, y sin parpadeos:
Verás mi sumisión a tu conquista,
veré la intensidad de tus deseos.
456
Con ternura y con lujuria
te abrazaría, mujer,
y delizadeza, y furia…
¿Qué más te puedo ofrecer?
457
Ni tímido ni vulgar:
Sigiloso y subrepticio
mientras duermes te acaricio,
y hallarás al despertar
mi amor en cada orificio.
458
Me negó la mirada al poseerla,
como quien debe atesorar el acto;
pero nunca sabré si otro contacto
logró bajo mi piel estremecerla.
459
No intento ser objeto de tu sueño,
que en el sueño no existe voluntad,
e involuntario amor yo le desdeño;
mi deseo será, y todo mi empeño
en tener tu despierta realidad.
460
Qué plácido tu rostro en la almohada,
tersa laguna bajo el sol naciente;
qué sonrisa en los labios incipiente,
los míos pasan, leve llamarada,
sobre tus párpados, sobre tu frente.
Sonetos
248 - Hoy
Esta vez no me esperes en el ruido,
que no iré en el fragor de la tormenta,
ni sobre el mar en tempestad violenta,
aunque ayer como tal haya venido.
Ni como fuego, sea en estallido
de pólvora que súbita revienta,
o en llamarada que gradual aumenta,
como otras veces me hayas recibido.
Hoy vengo a tí sin ímpetu y sin prisa,
en la caricia inmensa de la brisa,
en el sosiego del atardecer;
con la serenidad de la palmera,
y los perfumes de la primavera,
pero aún entero para tí, mujer.
Los Angeles, 8 de agosto de 1999
249 - Eclipse en cumpleaños
¿Será que el sol se oculta por no verte
cumplir los años, o por no mirarte?
¿Será que no se atreve a acariciarte,
o que en la oscuridad va a poseerte?
Si los rayos que cada día vierte
en tu piel tan espléndido reparte,
¿por qué este día se mantiene aparte?
¿No será que hoy con otra se divierte?
No te fíes del sol, que un día quema,
y al otro día oculta su diadema,
más bien es sátiro que fiel amante.
Si ayer fuiste abrasada por su fuego,
recuerda que hoy eres tan sólo un juego,
y mañana serás ruina humeante.
Los Angeles, 9 de agosto de 1999
250 - 17 ó 71
Flotas tal vez en diecisiete años,
o te sumerges en setenta y uno;
tu ingenuidad indica que ninguno
destruyó tu soñar con desengaños.
Mas la edad..., ah, esos números extraños
que repiten a ritmo inoportuno
cómo debes de ser...¿Acaso alguno
los libros juzgará por sus tamaños?
Aunque el cuerpo envejezca, el alma siente,
y la piel no se embota si la mente
se mantiene febril, voluptuosa.
Sean setenta y uno o diecisiete,
tu juventud interna me promete
acción cuanto más sabia más gozosa.
Los Angeles, 11 de agosto de 1999
251 - Preferencia
Sobre la tierra muda gimen vientos,
brisa en dulzura, y huracán en ira;
si una en torno a tu torre suave gira,
el otro la estremece los cimientos.
Frente a tu puerta, rápidos o lentos,
quizá uno avanza y otro se retira;
tal vez éste desgarra, aquél suspira,
exquisitez aquí, allí atrevimientos.
Se infiltra la ilusión, llama el instinto,
y vagan ciegos en tu laberinto
el amor, la pasión y la amistad
¿A quién de todos tenderás la mano?
-No he de tener un sólo soberano:
Quiero rendirme a la diversidad.
Los Angeles, 11 de agosto de 1999
252 - Nuevo lenguaje
En armónico ritmo hablarte quiero,
que la palabra cruje desgastada;
hoy la conversación prefabricada
no lleva en sí lo que llevó primero.
Mi palabra será tango y bolero,
madrigal, sinfonía inacabada,
dejando en tí mi huella inmaculada
como en la nieve prístina de enero.
Me oirás ligero en música de fiesta,
o solemne en acordes de la orquesta,
y dulce y suave en la canción de amor.
He de ser para tí la melodía
que se repetirá día tras día,
y cada vez resultará mejor.
Los Angeles, 12 de agosto de 1999
253 - Descubrimiento
Tanto tiempo quedé dormida o ciega,
tantas imágenes perdió mi vida
que hoy, despierta, me encuentro más perdida,
barca al mar que sin brújula navega.
Un panorama nuevo se despliega,
ignorado de mí, que me convida
a una ruptura, o una despedida
de la sombra de ayer que hasta el hoy llega.
Cuántas vivencias sin nacer, amigo,
qué anónima existencia, qué castigo
de límites estrechos fue el pasado.
Quizá no cortaré mis ligaduras,
pero me lanzaré a las aventuras
que ni soñé ni había imaginado.
Los Angeles, 12 de agosto de 1999
254 - Las nubes
El mismo sol que hoy lento se despide,
se repite en la nueva madrugada;
la luna, ya redonda, ya truncada,
en rutina noctámbula reincide.
La lluvia, el aire, el agua que reside
en río y mar, son nota reiterada
de la música eterna interpretada
por el tiempo que todo lo decide.
Pero las nubes cambian incesantes
de apariencia, mezclando sus figuras
en amalgama lenta y absorbente.
Y esa es la diferencia en los amantes:
miran los cambios como desventuras,
sin saber adaptarse a la otra mente.
Los Angeles, 15 de agosto de 1999
255 - Silencio
No me ofende el silencio que he elegido,
me ofende, sí, el silencio que me impones,
porque pretendes aducir razones
que sólo en tu razón han hecho nido.
Razones que no llegan a mi oído
disfrazadas están de presunciones,
más bien prefiero recriminaciones,
que el mutismo carece de sentido.
El silencio es extraño veredicto
que sin juicio o defensa halla un convicto,
dejando irresoluble su problema.
Si has de callar, callemos. Pero evita
esa mirada torva, que me grita
en su mudez con acritud blasfema.
Los Angeles, 16 de agosto de 1999
256 - Copa de vino
Frente a frente, en la tarde desprovista
de común estrategia, vacilantes,
se exploran dos amigos, casi amantes,
más tímidas las manos que la vista.
Si una mente anticipa la conquista
a ataques lentos, pero exhuberantes,
la otra mente requiere insinuantes
signos de rendición, sin que se insista.
En el fondo rojizo de la copa
duerme la decisión, mientras galopa
el instinto por vías paralelas.
Y al resbalar por fin la última gota,
el titubeo se hundirá en derrota,
llevándose temores y cautelas.
Los Angeles, 17 de agosto de 1999
Poemas
Cybertalk
"Cuando te voy a escribir
se emocionan los tinteros;
los negros tinteros fríos
se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano
sube desde el fondo negro" (M. Hernández)
Tanto imprimí “te quiero” en el teclado
que lo repite solo, sin mi ayuda;
veo saltar sus teclas, con la duda
de si estará tal vez enamorado.
Al acercarme, se detiene y calla,
quedando suspendido el movimiento;
y creo percibir, por un momento,
un ligero rubor en la pantalla.
Y si de nuevo trato de escribirte,
indicando lo mucho que te extraño,
mezcla las letras en menor tamaño,
y ni yo sé lo que intenté decirte.
No puedo competir en esta lucha
que el intercambio de mensajes niega;
¿hacia qué rumbos el amor navega
si ambos hablamos y ninguno escucha?
No me envíes palabras sin matices
de tono y de calor, que no conmueven;
envíame esas manos que se atreven
a estremecer mi tronco y mis raíces.
Dejaré a mi teclado cortejando
a tu teclado en el extremo opuesto;
y si vienes a mí, yo estaré presto
a un amor más real que hacerlo hablando.
Los Angeles, 9 de agosto de 1999
En la playa
Lleva los ojos cerrados
y manto de terciopelo,
acariciando la espuma
del mar con sus guantes negros.
Ni adormilada ni alerta,
la noche exhala un aliento
salobre de algas marinas,
y a lo lejos, en el puerto,
tibias luces sobre el agua
palidecen en silencio.
La arena abraza mi espalda,
y sobre la tuya el viento
riza la piel. ¿O es acaso
el tenue, leve escarceo
de manos que multiplican
círculos con cada dedo?
¿Revientan miles de estrellas
sobre mí en el firmamento,
o es el roce de tus labios
temblorosos en mi cuello?
Fiero gladiador desnudo,
luchando sobre mi cuerpo,
en combate que no evito,
y del que no me defiendo;
inmerso en mi propia entraña,
en avance y retroceso,
mis pies recorren galaxias,
y los tuyos en el suelo.
Una explosión fulminante
estremeciendo ambos cuerpos,
y en un enredo de brazos
y de piernas te retengo.
Llegan las olas despacio,
insistentes, al acecho,
y se atreven a tocarnos
como dándonos un beso.
Los Angeles, 13 de agosto de 1999