Breverías
1371
Rodeados de muros, pero abiertos al cielo,
libres somos de mente, que nos juzguen cautivos;
nuestro espacio en la tierra lo recubre un pañuelo,
pero aún esos confines resultan excesivos.
¿Para qué preocuparnos de entronizar la arcilla
si es la luz de su lámpara lo que la noche ahuyenta?
Duérmanse entre los muros temor y pesadilla,
y álcese en vuelo el alma, de libertad hambrienta.
1372
Eres mi linea curva, qué hermosa geometría
de sedosos contornos, sin vértice ni arista;
la linea recta hiere, y es desdeñosa y fría,
pero la curva es arco triunfal de la conquista.
Circúndeme tu abrazo, rócenme tus caderas,
y ofrézcanse desnudas tus firmes semiesferas.
1373
Tiene mi larga noche dos almohadas,
una me acoge y besa a su manera,
la otra, inmóvil, espera, espera, espera
escuchar el rumor de tus pisadas.
Y al no llegar, su lado de la cama
se enfría más y más, silencio y hielo
en la calma sin calma del desvelo,
y en voz de trémula ansiedad te llama.
1374
Me afirmo en el regazo inconfundible
de tu febril palabra sigilosa;
no tengo más de ti, tan luminosa
y al mismo tiempo tan inaccesible.
Palabra escrita, hablada, que me abraza
con estrechez de anillos de serpiente;
palabra tan contigua y tan ausente
que me acuna y también me despedaza.
1375
Agua soy que, aunque dance en surtidores,
tengo destino hacia la horizontal;
sumérgete en mi estanque, no demores
fracturar mi epidermis de cristal;
deshoja sobre mí todas tus flores
en mudo reventón primaveral.
Entrégame tu espalda, flota, yace,
desnuda piel que al tacto se deshace.
Sonetos
1314 - Sinfonía inacabada
Embarazada estás de mis ideas,
tu embrión dilatándose en la mente,
sin quererle abortar; qué sutilmente
en mis propios conceptos te recreas.
De ti nacerá un hijo; ya moldeas
su forma día a día; la simiente
en ti implantada es síntesis ferviente
de mis visiones, de mis odiseas.
No será un vástago de carne y hueso,
mas llevará sobre su rostro impreso
la irisación de tu alma y de la mía.
Mi lógica recaba nueva vida
de tu ciego arrebato revestida;
él, nuestra inacabada sinfonía.
Los Angeles, 21 de julio de 2005
1315 - Esperándote
Se me enrosca a tu piel el pensamiento,
la sed de ti me abrasa las entrañas
y el hambre las perfora. Cómo arañas
toda mi arquitectura hasta el cimiento.
Y ni en queja prorrumpo, ni en lamento,
que mis tribulaciones, aunque extrañas,
podrán desintegrarse si enmarañas
el flujo de mi aliento con tu aliento.
Un tiempo fui tenaz enredadera
acoplada a tu tronco. Si pudiera
tender de nuevo sobre ti mis brazos…
O si al menos lograra erradicarte
de mis propios recuerdos…, que esperarte
no es más que un modo de morir a plazos.
Los Angeles, 23 de julio de 2005
1316 - Llovizna
Amparada en la pálida neblina,
como al acecho de mi piel, te veo
improvisando tenue ronroneo
que no se escucha, pero se adivina.
Resbalas sobre mí, llovizna fina,
con tacto de caricia, de aleteo;
qué suave incitación, qué galanteo
sutil de cortesana o concubina.
Cerrado mi paraguas, y yo abierto
a tus dedos minúsculos, advierto
cómo cada uno en levedad me toca.
No sé si me apaciguas o estremeces,
pero al cubrirme de humedad, pareces
un beso ligerísimo en la boca.
Los Angeles, 23 de julio de 2005
1317 - Tatuaje
Un tatuaje, la rosa recostada
casi al pálido pie de la vertiente
del seno, semiesfera adolescente
en pleamar de madurez anclada.
Apenas ostensible a la mirada,
con esa ingenuidad medio inocente
de quien camufla y a la vez consiente,
finge el repliegue y tiende la emboscada.
Oh, la belleza oscura de la rosa,
impúdica a la vez que pudorosa,
semioculta en temblor tras el encaje.
Ay, descuidé tus ojos y sonrisa,
alondras olvidadas en la brisa,
absorto en la visión de tu tatuaje.
Los Angeles, 24 de julio de 2005
1318 - Sólo espero
Quiero morir a solas, como amigo
que al haberte perdido ya no quiere
improvisar ligamen que aligere
la adversidad de no partir contigo.
Fuiste amiga y amante; soy mendigo
tendiéndote la mano, que prefiere
la sombra en que tu espíritu estuviere,
a esta diafanidad que es mi castigo.
Danza a mi alrededor desnudo coro
de sílfides, al sol melenas de oro,
de firmes senos y cinturas breves.
Apenas las observo; sólo espero
ese instante con brillo de lucero
en que vendrás y a tu quietud me lleves.
Los Angeles, 24 de julio de 2005
1319 - Vehemente
Encierras en los ojos mar y cielo,
águila de mil rutas, navegante
de adormecidas playas ignorante,
versado en arrecifes. No hay revuelo
de brisas leves ni gaviota en celo
entre tus altas velas, ni delante
de tu bauprés se anuncia susurrante
marejadilla azul de terciopelo.
No es suave tu emoción, sino violenta,
como de quien se arrulla en la tormenta
más que en la vasta cuna de las olas.
Eres fragor clamando en el rompiente,
no hay rosas para ti, sólo el tridente
de un dios marino que ágil enarbolas.
Los Angeles, 26 de julio de 2005
Poemas
Para el ayer dormido
Tengo en ti la certeza de ese único momento
detector de la estrella fugaz que se diluye;
como si sólo viera circunstancial fragmento
de tu alma desprendido, que apenas llegar, huye.
Un instante, una rueda del tren de tu existencia
con su ruido y sus vueltas, sin ayer ni mañana,
palabra henchida de aire, veloz, sin permanencia,
golpe aislado en la quieta mudez de la campana.
Eres un hoy tan sólo, viejo eslabón aislado
que ni enlaza al amante, ni al cautivo encadena,
un drama que ha tenido su guión mutilado,
quedando únicamente la trama de una escena.
Aún puedo estar contigo, porque una vez tuvimos
la misma sed ardiente, y el agua compartida;
o tal vez lo soñamos, pero si lo creímos,
aún es, en cierto modo, parte de nuestra vida.
Me quedaré esta noche, sin volver la mirada
a las rosas que un día crecieron en mi huerto;
sin esperar que broten otras a la alborada,
para el ayer dormido, sólo para hoy despierto.
Los Angeles, 22 de julio de 2005
Sin retoques
Sin máscara, limpio el rostro,
sin biombo de colores,
sin pinceladas barrocas
que el semblante distorsionen,
tal como eres, cristalera
transparente, que no esconde
si se avergüenza, fragancia
tan pura como las voces
que no saben disfrazarse,
tan natural como el bosque,
luciendo sus propios tonos,
sin adornos, sin retoques.
Te prefiero desprovista
de artificios que deformen
la tersa naturaleza
de tus rasgos; no hay visiones
más legítimas, ni adagios
más melódicos, ni hay flores
más auténticas que el brillo
sin limar de que dispones.
El maquillaje es limosna
que se proporciona al pobre,
empalizada, aunque tenue,
que entre amantes se interpone.
Llegue mi tacto sedoso
a tu piel virgen, en donde
no hayan dejado sus huellas
dedos falsificadores;
desnuda también de rostro,
luna llena a medianoche,
sin pinceladas barrocas,
sin adornos, sin retoques.
Los Angeles, 29 de julio de 2005