Breverías
1521
No me puedes dar más de lo que ya me has dado,
fuiste océano en flujo que persistente crece
trepando a mis arenas, y en mí te has vaciado;
ya no te quedan aguas que dar: Me perteneces.
1522
Verás la espalda del amor un día,
partiendo de tu lado,
dejándote minúscula y baldía
la heredad que habitó. Desarraigado
el árbol estará donde imprimiste
su nombre, al pie de un corazón flechado,
y todo, todo quedará tan triste…
1523
Si yo fuera velero, tú serías
dorado, esbelto mascarón de proa;
si fuera mar, en todas tus bahías
vertería mis olas, y si boa,
la espiral de mi abrazo
no te daría opciones de rechazo.
1524
¿Sabes cómo te pienso? No es la mente
quien tu perfil moldea y elabora,
aunque es docta en hacerlo, ciertamente.
Te pienso con la mano, que incorpora
las vivencias de ayer a este presente;
con el pie, que te busca a cada hora;
con ojos que te ven, aunque cerrados,
con todos mis sentidos desatados.
1525
Me llegan tus ideas, y me veo
como envuelto por nubes de palomas
en exultante, grácil revoleo;
además de tu imagen, tus aromas,
me traen la mía propia. Qué hormigueo
bulle bajo mi piel cuando te asomas
a estos ojos del alma que atraviesan
los tuyos propios, que tan bien se expresan.
Sonetos
1516 - Tu nombre
No he de aceptar el nombre que te viste
como túnica absurda, desgarbada,
adorno inútil que describe nada,
y alguien por ti eligió cuando naciste.
La vida emerge en desnudez, no existe
carácter ni atributo a su arribada,
libro en blanco llevando en la portada
título extraño a ti, que no le diste.
Y ahora todos te nombran, y te nombras,
por un alias surgido de las sombras,
no de esta luz impar que te define.
Evitaré tu nombre, pues no quiero
que le adaptes tu vida, es un letrero
que no eres tú, aunque a tu par camine.
Los Angeles, 23 de julio de 2006
1517 - Pensar, sentir
Ayer vivir era un pensar profundo,
cabeza fría, irreversible credo,
renunciando a sentir sólo por miedo
de aceptar equilibrio en nuestro mundo.
Se ignoró que el amor es oriundo
del universo conceptual, viñedo
de donde fluye en incesante ruedo
el rojo vino erótico y fecundo.
Necesita el amor conocimiento,
nace la idea, brota el sentimiento,
¿cómo adorar lo que se desconoce?
Oh la pasión nacida de la mente
descolgándose al alma, reincidente,
reventando la piel en cada roce.
Los Angeles, 23 de junio de 2006
1518 - Muerte
Siento irrumpir la idea de la muerte,
y, más que repudiarla, la bendigo;
tiene el efecto en mí del fiel amigo
que no amenaza, sino sólo advierte.
¿Es quizá arco triunfal que nos convierte
la salida en entrada? ¿O es castigo?
¿O tal vez paradójico postigo
que en ciega, oscura, vacuidad nos vierte?
Tiempo vendrá en que lo descubriremos;
por el momento, lo único que vemos
es que da a nuestra vida intensidad.
Estoy más vivo porque sé que un día
no lo estaré, y hoy toda mi energía
se descarga en mi ardiente realidad.
Los Angeles, 23 de julio de 2006
1519 - No dormiré
No dormiré contigo, amada mía,
el sueño es bruma que de ti me ausenta,
se interpone, te excluye y representa,
en religión de amor, apostasía.
El dormido ensordece, se desvía
de los designios que despierto intenta,
abortado esplendor de Cenicienta
que se recoge al expirar el día.
Mas yaceré a tu lado, ambos vestidos
no más que de la piel de los sentidos,
negándose a dormir en esta hora.
No dejaré que el tiempo me devore
un sólo instante tuyo, y aminore
esta sensualidad conspiradora.
Los Angeles, 24 de julio de 2006
1520 - Horizontal
No sé crecer en vertical, derecho,
ciprés en fuga al cielo, enhiesta lanza;
soy intento de altura en alianza
con virajes, parábolas y techo.
Mi crecer es oblicuo, y en el pecho
llevo fervor que eternamente danza
hacia la horizontal; cuando la alcanza,
soy arco iris invitado al lecho.
La línea recta que inflexible se alza,
es altivez que su nivel ensalza
en desdén de otras líneas divergentes.
Sesgado, horizontal o sinuoso,
prescindo de plomada, y tembloroso
voy en busca de imágenes yacentes.
Los Angeles, 25 de julio de 2006
1521 - Nosotros, asesinos
Asesinos del tiempo, que nos mata,
una muerte pagada en otra muerte;
él, día a día, al menos nos advierte
que su tic tac el nuestro desbarata.
Si el pasado es olvido, cuán ingrata
la muerte que asestamos; nos convierte
en cerebral sicario, que subvierte
el orden convenido, y lo maltrata.
También asesinamos el presente,
ya intencional o inadvertidamente,
y matando minutos, nos morimos.
Atentamos al fin contra el futuro,
sin ver que es tan ficticio, tan oscuro,
y que a nosotros mismos agredimos.
Los Angeles, 25 de julio de 2006
Poemas
Desproporcionado
Mata, mata, que el odio fortalece
a quien mata al culpable,
a quien mata al que sólo lo parece,
y si ninguno de estos es viable,
si no encuentras rival o combatiente,
no dejes de matar al inocente.
Si el pisotón sobre tu pie desciende,
alguien está violando tu derecho,
si el codazo en la calle te sorprende,
alza el puñal y entiérralo en su pecho;
no analices motivos ni intenciones,
represalia letal, cruel venganza,
son, no obstante el nivel de la matanza,
tus únicas opciones.
No dudes que el derecho a defenderte
absuelve tus desmanes,
al menos mientras seas el más fuerte,
y pueda un chulo secundar tus planes.
Si existen diferencias
entre agresión de Estado y terrorismo,
sólo es en magnitud, que ambas violencias
tienen por padre el mismo fanatismo.
Un soldado apresado es una afrenta
que hay que lavar en sangre de inocentes.
¿Trescientos, cuatrocientos? ¿Quién los cuenta?
Las madres, sí, mas no los dirigentes.
Hay ecos de la máquina de guerra
del tercer Reich en el Oriente Medio,
con más ferocidad sobre esta tierra
en implacable y permanente asedio.
El nazi fusilaba a diez vecinos
por cada muerto de sus militares,
y este invasor los mata a centenares,
con derechos de orígenes divinos.
La antigua raza substituye ahora
sus viejas filacterias
por la ideología destructora
de su esbirro de ayer y sus histerias.
Yace a sus pies un pueblo sometido,
clamando dignidad y propia tierra,
pero el mártir de antaño, hoy engreído,
responde con las armas de la guerra.
No es la ley del talión de sus mayores,
ojo por ojo, igual, vida por vida,
es la ley genocida
de aquellos que se ven como mejores.
No hay peor adalid que el ex cautivo,
que comprende la fuerza y la espolea;
hoy la bota prusiana se pasea
a la sombra del cedro y del olivo.
Los Angeles, 22 de julio de 2006
Despoblado mundo
Fui a verte a la ciudad. No había nadie.
Restaurantes vacíos,
sin empleados ni clientes, sólo
el agudo pitido
de la borboteante cafetera,
el discurso, trivial y rectilíneo,
del locutor de radio
inutilmente hablando sin oídos,
sobre las mesas, ceniceros sucios
prolongando la vida al cigarrillo
que iba exhalando el alma
por su columna de humo fugitivo,
las luces de neón, parpadeando
sus azules, y blancos, y amarillos,
pero nadie en la calle para verlos
en la noche callada, sin latidos.
Todas las puertas del lugar abiertas,
cada plaza, avenida o pasadizo
un tapiz de ventanas encendidas,
y ni una sola huella en el camino,
ni una voz en el aire,
ni el eco leve del menor sonido.
Los coches aparcados,
los autobuses semiadormecidos
cada uno en su parada,
pero sin pasajeros ni objetivos.
Llegué al fin a la calle en que vivías,
pero tu casa era un solar vacío,
con la hierba crecida,
y un denso olor a soledad y exilio.
Y me quedé sin ti, y el mundo todo
fue una ciudad desierta, un laberinto
por el que caminaba ciegamente,
sin hallar la salida. Ni a mí mismo
supe encontrarme, como si mi propio
perfil también se hubiera diluído.
Ciudad fantasma, mundo despoblado,
y yo sin mí, por no acertar contigo.
Los Angeles, 23 de julio de 2006