Breverías
2616
No acierto a caminar sino a tu lado.
Sin ti, mis pies, olvidan su quehacer,
y son tan torpes ya para aprender,
que persisto en mí mismo aprisionado.
Si vinieras, el hierro en mis cadenas,
al eco de tus pasos, quedaría
fracturado o fundido, y la energía
fluiría de nuevo por mis venas.
2617
Descalza por la playa. He advertido
las curvas de tus huellas, aun sin verte.
Tienen algo de nido,
donde el agua, en su ascenso, se ha dormido,
tras haber intentado conocerte.
2618
Inclinan a tu paso las palmeras
los amplios arcos de sus verdes brazos,
aspirando a tocarte.
Al sentirte pasar, las cristaleras
de los comercios se hablan a codazos,
siguiendo tu perfil al alejarte.
Y yo observo, mujer, tu anatomía
como si fueras mía.
2619
¿Cuánto tiempo, mujer, sin despojarte,
frente a un hombre sensual, de tu atavío?
¿Y cuánto desde que alguien no comparte
al acercarse a ti, tu escalofrío?
Hoy vengo en paz a ti, mas con la guerra
pisándome apremiante los talones.
¿A qué inacción tu voluntad se aferra,
si en el asalto hay tantas más opciones?
2620
Tienes el tacto cálido, absoluto,
del agua de la ducha, descendiendo
por mis intimidades sin reparo.
Me abro a ti, me posees, y disfruto
de tu abrazo sinfónico, en crescendo,
tu humedad en mi piel, blando descaro.
Sonetos
2834 - Llamo a la puerta (I)
Llamo a la puerta a que llamar solía
antes de emparedarse a cal y canto;
puerta que insisto en golpear en llanto,
por no abrírseme ya como se abría.
Ausente, desleal o en apatía,
no me responde. Asoma el desencanto
su figura deforme bajo el manto,
y me alejo de allí. Quizá otro día.
¿Por qué me aferro a tan glacial costumbre,
adquirida evidencia y certidumbre
de que conduce al mismo resultado?
Ah, malogrado amor, que se afianza,
no obstante la experiencia, en la esperanza
del milagro jamás ejecutado.
Los Angeles, 7 de diciembre de 2011
2835 - Llamo a la puerta (II)
A la puerta del alma nunca llamo,
intramuros de mí, donde cautiva
te mantengo, zaguán de expectativa
en que mi ciega aspiración derramo.
Entro sin anunciarme. Me proclamo
tu amante y servidor, y no me esquiva
tu mirada, me induce, me motiva,
parte de la ficción que yo programo.
En tal ubicación me perteneces,
y voluntariamente te me ofreces,
y en alborozo y avidez te acepto.
Ay, mujer, que me amaste ayer y huíste,
sigues estando en mí, pero es tan triste
vivir enamorado de un concepto…
Los Angeles, 8 de diciembre de 2011
2836 - Llamo a la puerta (III)
Concepto o realidad, prosigo amando
esta audaz entelequia que la mente
me ha concebido, y se ha hecho residente
donde el amor se va acondicionando;
fértil complicidad, que voy labrando
con esmero y tesón, siendo consciente
de que sólo quien siembra la simiente
podrá verse más tarde cosechando.
La idea en el cerebro es infecunda
si no arraiga en el alma su profunda
raíz que inyecte a sus esquemas vida.
Estar en mi recuerdo no es bastante,
pues te requiero en calidad de amante,
presente más allá de la partida.
Los Angeles, 8 de diciembre de 2011
2837 - Llamo a la puerta (IV)
En cierto modo no te necesito,
bergantín de oro y seda que naufraga,
fanal que ráfaga de viento apaga,
clavel, si ayer fragante, ahora marchito.
Voy de lo temporal a lo infinito;
murió lo que tuviste; si hubo daga,
tu brazo la blandió la noche aciaga
de tu adiós con dureza de granito.
De mi herida surgiste luminosa,
pero dentro de mí, en la soledosa
ciudadela del alma, eternizada.
La sangre del deseo, y el aliento
del siempre intenso y vivo sentimiento
avivan sin cesar tu llamarada.
Los Angeles, 8 de diciembre de 2011
2838 - Soterrado en el alma (I)
Tengo el amor a flor de piel, lo llevo
soterrado en el alma, pero abrasa
de tal manera que su ardor traspasa
el casco que lo atrapa. Siempre nuevo,
como nacido ayer, mas sin relevo,
aunque a veces su brújula fracasa,
perdiendo derrotero. Ésta es su casa,
y ni hago cambios ni a otro azar me atrevo.
Tal vez me tenderé sobre la arena,
frente al mar, bajo el sol, y una sirena,
surgida de las aguas, se aproxime,
suscitando en mis labios la sonrisa.
Sin nada más. Será un soplo de brisa
que ni en la entraña ni en la piel se imprime.
Los Angeles, 9 de diciembre de 2011
2839 - Soterrado en el alma (II)
No sé si tiene nombre, edad, altura,
si me ha besado alguna vez, si instiga
rebelión de sentidos, o prodiga
desasosiegos de mujer madura.
Pero sé que está ahí, que su figura,
si intangible, inequívoca, mendiga
cuanto puedo ofrecerle, y se desliga
de reciprocidad y de atadura.
Sin embargo, recibo tanto de ella,
si bien no me lo da, mas lo destella,
que me afluye a aromáticos raudales.
Y lo acepto, induciéndome a mí mismo
a creer en ofrenda y altruísmo
lo que son bagatelas marginales.
Los Angeles, 12 de diciembre de 2011
2840 - Soterrado en el alma (III)
¿Qué importa si se obtiene o se imagina?
Cada cual es su mundo, y lo que piensa
fija su propio entorno y recompensa,
como el mar sus fronteras determina.
La llevo en mí, su forma me fascina
tal que fuera real; mi alma indefensa,
en rendición perenne, me compensa
de tal limitación. Es tan genuina
como si me llevara de su brazo,
por cada idea mía un fogonazo,
y una interrogación por cada ruego.
Bajo mi piel escucho sus latidos,
y desde allí espolea mis sentidos,
en equilibrio entre la luz y el fuego.
Los Angeles, 12 de diciembre de 2011
2841 - Soterrado en el alma (IV)
¿Síntesis de otras formas, de otras mentes,
que me han hecho, al tocarme, hombre maduro?
No lo sabré decir, pero capturo
en su visión bellezas trascendentes;
escucho sus palabras elocuentes,
logra frenarme cuando me apresuro,
impulsa mi energía, si inseguro,
abre nuevos caminos, tiende puentes.
Veo el mundo, la vida, por sus ojos;
hace saltar murallas y cerrojos,
y entre brazos y muslos se me enreda.
Es valquiria, y vestal, y cortesana,
es razón de vivir cada mañana,
y escribo de ella en convulsión y en seda.
Los Angeles, 12 de diciembre de 2011