100 - La encina
Ven, leñador del bosque soñoliento
contra la encina gris de mi tristeza,
con absurda raigambre en la cabeza
y en esterilidad de sentimiento.
Aplica el hacha al tronco polvoriento
arrancando a mordiscos la corteza,
rompe el alma del leño, que ya empieza
a perder en las ramas el aliento.
Desmenuza mis miembros en astillas
para resucitar el viejo fuego,
dormido en las cenizas, moribundo.
Pero si me abrazaran sus rodillas
en oferta espontánea, sin mi ruego,
incendiaría su pequeño mundo.
Los Angeles, 2 de julio de 1998