1012 - Al fondo estaba muerta
Mirábanme sus ojos. En la estancia
la sombra se agolpaba en las esquinas,
y otra sombra, detrás de sus retinas,
blandía la guadaña. Qué distancia
entre mirar y ver la circunstancia
que a los ojos se enfrenta. Dos cortinas
cerraban a la luz las hornacinas
por las que el alma asoma en vigilancia.
Al fondo estaba muerta sin saberlo;
muchos jamás lograron entenderlo,
y siguieron mirándola, mas ella
tendía la mirada y la sonrisa
a flor sólo de piel, como la brisa,
y nada, nadie le imprimió su huella.
Los Angeles, 7 de enero de 2004