1053 - Rex
El mismo ritual que el marido de Gloria
siguieron los padres de Rex, un filipino de
18 años que había cogido el tren por culpa
de un olvido.
Salió de su casa en Torrejón de Ardoz a las
7.10 horas como cada día pero unos
papeles que necesitaba le hicieron regresar
y subir al tren de la muerte que pasaba por
su población a las 7.30 horas.
La clave de su identificación fue un tatuaje,
como en muchos otros casos en los que el
fuego o la explosión había desfigurado por
completo los rostros.
Siete mil islas, un espacio estrecho
para este soñador. Tendió la vista
sobre mares y tierras, y optimista
se fue a satisfacer lo insatisfecho.
Y no lo satisfizo, que al acecho,
la muerte, en maniobra de conquista,
marcó su nombre en la macabra lista,
y apagó los latidos en su pecho.
El fogonazo le cegó los ojos,
y en cálidos, dispersos charcos rojos,
descendieron sus miembros divididos.
Archipiélago humano tierra adentro,
la paz, amigo, te salió al encuentro,
descansa en paz entre los elegidos.
Los Angeles, 13 de marzo de 2004