1171 - Tacto
Dilapidé mi tacto, y no acudiste
con el cáliz procaz de tu deseo
a rescatar el último goteo
del racimo en sazón que no exprimiste.
El tacto es siempre oferta y no desiste;
puede ser la marea, en titubeo
de vaivén en la playa, o zarandeo
de olas contra la roca que resiste.
Pero es mano tendida, boca hambrienta,
y a la vez es granero que revienta
sobre tanto indigente en estrechez.
Dilapidado está, fuego en ceniza
que el más leve temblor revitaliza…
¿Vendrá tu aliento sobre mí esta vez?
Los Angeles, 13 de noviembre de 2004