1204 - Corazón muerto
No le pudo matar, ya estaba muerto.
Perdió la vida en tantas ocasiones…
pero sus cíclicas resurrecciones
eran como volver a estar despierto.
Siempre al sueño, al amor, al tacto abierto,
como se abren al día los balcones,
consciente de que al pie de sus acciones
hay un puñal asido a brazo experto.
No le afectaba el riesgo presentido;
era su expectativa haber vivido
sin medir contratiempo o desenlace.
Cuando la blanca daga le abrió el pecho,
partió un corazón mudo, ya deshecho
por no haber encontrado quien le abrace.
Los Angeles, 7 de enero de 2005