1210 - Amante ciega
No puedes ver, mi ciega enamorada,
la tibia mano que en la noche explora
tu luminosa piel, tan receptora
que fuera innecesaria la mirada.
Perdidos los colores, y truncada
la magia de crepúsculo y aurora,
cada roce es sonata arrobadora,
cada rumor es claridad dorada.
Se te han llenado de ojos los oídos,
y los aromas más inadvertidos
son para ti una primavera en flor.
En tus labios el gusto va de fiesta,
y te nace en los dedos una orquesta
de la que yo me siento director.
Los Angeles, 14 de enero de 2005