1222 - Añoranza
Añorarte a diario es mi tarea,
envidiable quehacer el que mantengo;
de la mente al sentido voy y vengo,
te piensa aquélla y éste te desea.
Mi imperceptible abrazo te bordea,
e indefinidamente te retengo
para obtener de ti lo que no obtengo,
contacto, impulso, todo pura idea.
De mis dos corazones, el primero
no cesa de sangrar, mientras espero
la fecha en que el destino nos reúna.
El otro corazón, el subalterno,
late también por ti, tiene su infierno
de inútil rigidez inoportuna.
Los Angeles, 26 de enero de 2005