1229 - Nunca otra mujer
Comprendieron mis manos al tocarte
que no hubo nunca otra mujer, y ahora,
sexto día en Edén, viene la aurora,
tras la huella de Dios, para anunciarte.
Tan nueva, tan desnuda… , cada parte,
recien nacida rosa seductora
que abierta sobre mí, urge y explora
mi propia piel, y en ella se reparte.
Yo te llamé con voz que nunca oyeran
mesetas ni colinas, ni entendieran
mentes ajenas, mas tu mente sola.
Voz que rodara en el regazo afable
de brisa o nube, o en la luz variable
del mar, sobre la espuma en cada ola.
Los Angeles, 6 de febrero de 2005