1342 - Emperador
Se reconoce emperador, e ignora
a los sufridos siervos de su imperio;
exporta la miseria a otro hemisferio,
y un laurel de hambre y muerte le decora.
Su máquina de guerra, asoladora,
mengua la paz, ensancha el cementerio;
y el miserable, en crudo cautiverio,
desatendido, su desdicha llora.
Los confines estrechos de su mente
no admiten la medida suficiente
de inteligencia para gobernar.
La terquedad se viste de firmeza,
y así el emperador juega y tropieza,
dejándose a la vez manipular.
Los Angeles, 8 de septiembre de 2005