1444 - Decadencia (II)
Converso con el hombre del espejo,
que me espera al trasluz cada mañana
en ese cuadro, para mí ventana,
y para otros quizá sólo reflejo.
Yo me asomo y lo veo; no es el viejo
condiscípulo de época lejana
que camina a mi lado, que se afana
por desatar el nudo más complejo.
Es un hombre cansado, vacilante,
no el visionario caballero andante
rompiendo lanzas por amor y fama.
Ya no lo reconozco. Me entristece
verle hoy inmóvil, alma que carece
de visión de futuro, de programa.
Los Angeles, 1 de abril de 2006