1570 - Amanecer
Déjame estar contigo, aunque la aurora
se empeñe en despedirme, como lo hace
con la sombra que endeble se deshace
cuando la luz al día se incorpora.
Esa luz que frenética devora
los más íntimos sueños en que yace
la mente enamorada, y que renace
cada vez con más ansia vengadora.
No partiré porque ella resucite
al momento preciso; que nos quite
el privilegio de dormir, si quiere;
pero no el de soñar, ambos despiertos.
Esto perdido, quedaremos muertos,
nuestro hosanna trocado en miserere.
Los Angeles, 14 de octubre de 2006