1594 - Adiós
Debo decirte adiós, pero te llevo
como a la luz que anida en la retina;
si otros adioses cierran la cortina
del ayer, yo de golpe la remuevo.
Es adiós sin ruptura; me sublevo
ante la opacidad de la neblina
que bloquea la forma, o difumina
semblantes y perfiles. No me atrevo
a formular partidas vitalicias;
tienen mis manos aún muchas caricias,
y he de volver para anegarte en ellas.
Se extiende entre tú y yo largo camino,
que, no obstante su signo clandestino,
marcado está de permanentes huellas.
Los Angeles, 26 de noviembre de 2006