1650 - Toda la noche
Te escuché respirar la noche entera,
seda la piel inmóvil y dormida;
la sombra sobre el lecho entretejida
arropó nuestra calma. Si debiera
subrayar un momento, una manera,
de tantas horas junto a mí tendida,
sería al punto de la amanecida,
filtrándose la luz por la vidriera.
Cuerpos de medianoche, raudos, tensos,
flotaron sosegados, indefensos,
en la rueda del tiempo, hora tras hora.
Fue la noche perdiendo su careta,
y empecé a recobrar tu silueta
con los primeros rayos de la aurora.
Los Angeles, 6 de marzo de 2007