1673 - Descarnada mano
Me crece a borbotones la tristeza
como un chorro de sangre por la herida,
e inexorable se me va la vida
por donde el cauce de la muerte empieza.
La vida es gozo, gala, fortaleza,
en erupción apenas contenida,
y es la muerte ex amante dolorida
cubriéndose de harapos la cabeza.
Hoy parece venir a reclamarme
el pago de mis deudas. Al mirarme
al espejo mi imagen se hace extraña.
El hombre antes allí ya no sonríe,
resignado en la sombra a que le guíe
la descarnada mano y la guadaña.
Los Angeles, 14 de abril de 2007