1842 - Ciudad
No vive esta ciudad, está desierta,
sin pulso en las arterias, sin rumores,
como si dos feroces gladiadores
hubieran sucumbido en lucha abierta,
sin gritos de victoria, con la cierta
convicción de que, aun siendo los mejores,
no hallarán sus hazañas trovadores
rasgueando el rabel con mano experta.
Nadie quedó, nadie habla, ni respira;
como si esta ciudad fuera mentira,
como si alguien la hubiera imaginado.
Tal vez un día la soñó un poeta
que creyó conocerla, o un profeta
que desechó su fin precipitado.
Los Angeles, 13 de marzo de 2008