2228 - Rueden los días
Si ensayara a esperarte, moriría;
cuantas veces lo opté, tantas he muerto.
Todo mi cuerpo es ojos, y me vierto
en raudo llanto sin tu compañía.
No es la espera en sí misma, es la agonía
de que no llegarás, y me convierto
en sombra de mí mismo, en un desierto
de espejismos y fantasmagoría.
Todo en él te recuerda, pero nada
rubrica tu regreso; qué lanzada
perforándome el alma desvalida.
Rueden los días, no estaré al acecho,
que un solo corazón late en mi pecho,
y no está presto a malgastar su vida.
Los Angeles, 16 de octubre de 2009