2388 - Desconexión
Se me van extinguiendo los colores,
y en blanco y negro se me da la vida;
sombra y silueta, insomnio y despedida,
y entre los labios, ásperos sabores.
Aún me queda el oído. Hay ruiseñores
temblando en la enramada desteñida,
ajetreo rodando en la avenida,
el río acarreando sus rumores.
Mas su conversación no me interesa,
ráfaga de aire que me toca y besa,
retirándose al punto. Me incomoda.
Tiempo de ensordecer, sin derrotismo.
Me acogeré al regazo de mí mismo,
siendo a la vez mi canto y mi rapsoda.
Los Angeles, 14 de junio de 2010