2474 - En la catedral
Se me cayó la voz en la baldosa,
y alzó el silencio su testuz severa,
de oscura rigidez, mas la vidriera
desaguaba en cascada luminosa
la sonrisa del sol, cálida rosa
en súbita eclosión de primavera.
Cada columna abría su palmera
de nervios en el techo, fronda umbrosa. .
Nadie a mi alrededor, sólo figuras
yacentes junto al muro, en armaduras,
o mitradas, en plácido reposo.
Desde siglos, el tiempo adormecido,
mudo el órgano en sueño de sonido,
y yo serenamente silencioso.
Los Angeles, 14 de octubre de 2010