2498 - Desencanto
Me repetía: “Es el amor que llega”,
con enajenación de adolescente,
pero siempre fallaba un componente
en el vivo engranaje de la entrega.
Me persuadía: “Es el amor que juega
a flechas de oro y plomo indiferente;
no te detengas, síguelo ferviente,
que suele doblegarse a quien le ruega”.
Durante cierto tiempo lo seguía,
con fe, con esperanza, mas volvía
solo a casa, frustrado en la intentona.
Me dije al fin: “Es el amor que viene,
se va, regresa, apenas se detiene,
rompe el alma y burlón nos abandona”.
Los Angeles, 7 de noviembre de 2010