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Flotas tal vez en diecisiete años,
o te sumerges en setenta y uno;
tu ingenuidad indica que ninguno
destruyó tu soñar con desengaños.
Mas la edad..., ah, esos números extraños
que repiten a ritmo inoportuno
cómo debes de ser...¿Acaso alguno
los libros juzgará por sus tamaños?
Aunque el cuerpo envejezca, el alma siente,
y la piel no se embota si la mente
se mantiene febril, voluptuosa.
Sean setenta y uno o diecisiete,
tu juventud interna me promete
acción cuanto más sabia más gozosa.
Los Angeles, 11 de agosto de 1999