2555 - Inmóviles relojes
Aguzará el labriego los oídos
cara a la iglesia, en pie tras el arado,
mas la campana mantendrá callado
el rítmico clamor de sus tañidos.
En la inmovilidad de los dormidos
relojes que a su marcha han renunciado,
hallaré adepto, súbito aliado
al ofrecer tu lecho a mis sentidos.
Se ha detenido el sol en su carrera.
Sin mañana, ni luego, nos espera
un punto inmenso de honda claridad.
Se le ha truncado al tiempo el ejercicio
de sus rápidas alas. Te acaricio
a ritmo y plenitud de eternidad.
Los Angeles, 18 de enero de 2011