2625 - Rostro de carnaval (II)
Y sin embargo no me dijo nada
que no hubiera otras veces reiterado,
como si al insistir en lo alegado
quedara su opinión evidenciada.
Al escucharla, fijo en su mirada,
comprendía ambas partes. Por un lado,
el sonoro discurso, disfrazado,
y por el otro la verdad callada.
Esta mujer, clamor en el desierto,
me deja ver su corazón abierto
tras el claro cristal de sus retinas.
La contemplo en silencio, y al momento
se levanta, y en grácil movimiento,
cierra, conspiradora, las cortinas.
Los Angeles, 17 de abril de 2011