27 - Decepcionada
Te ví en la fría sombra de la pena
de cara al muro de la soledad,
al sentir que la voz de la amistad
degeneró en rumor de voz ajena.
La decepción impuso su cadena
en torno a tí; pero su crueldad
te hirió en el alma, no en la dignidad;
no eres tú quien merece la condena.
Si el corazón derrama confianza,
y con su luz a todos ilumina,
es justo que alentemos esperanza.
Mas si recibe el clavo de una espina,
quizá en lugar de optar por la venganza,
tuerza el rumbo en la senda en que camina.
Los Angeles, 31 de agosto de 1997