2761 - Sólo preciso un signo
Ven a ensayar las yemas de mis dedos,
si ávidas de mujer, titubeantes.
Bajo la piel, sus pulsos apremiantes
requieren sólo suavizar los miedos.
Y lo esperan de ti. Por los viñedos,
aprendí de racimos oscilantes;
en las plazas, de términos galantes;
en los parques, de frívolos enredos.
Todo lo llevo al filo de la mano
para, con precisión de cirujano,
implantarlo en la seda de tu piel.
Sólo preciso un signo, que confirme
tu asentimiento, y luego diluirme
sobre tu desnudez de nata y miel.
Los Angeles, 21 de octubre de 2011