2916 - Bek (II)
Mas no habría esta vez efervescencia
de saltos juveniles, ni premura
de salir al jardín, y vi la dura,
trágica realidad en transparencia.
Me arrodillé a su lado. Mi elocuencia
se limitó al silencio, a la ruptura
de mis ojos en lágrimas. Qué oscura
la mañana radiante en su presencia.
Tan súbita evasión, sin despedirse;
o tal vez fue opcional, porque el morirse
tan de repente abrevia el sufrimiento.
No quiso prolongarme la agonía
de observar su descenso, día a día,
a la sombra, en dolor y abatimiento.
Los Angeles, 5 de marzo de 2012