3002 - Mi derrotero
Anduve, navegué, galopé el viento,
tenaz exploración, nunca completa,
peregrinaje amargo, cuya meta
se mantuvo en perpetuo movimiento.
Me hechizaba, ya en calma o turbulento,
el horizonte al fin de la meseta
que invadiera en mis sueños el poeta,
fallando el hombre cuerdo en el intento.
Aventura imposible del cruzado
frente a aspas de molino, golpeado
por escuchar la voz del heroísmo.
Mas descubrí que la que yo seguía
era una ruta que de mí fluía,
y a la vez conducía hacia mí mismo.
Los Angeles, 5 de junio de 2012